Pellegrini se queda sin escudo
El conjunto de Pellegrini acusa las bajas y la falta de un plan colectivo frente a un encomiable Sporting
A falta de un ideario, al Madrid le sosten¨ªa hasta ahora su extraordinaria contundencia ofensiva . Al toque de corneta de cualquiera de su fascinante n¨®mina de delanteros, el equipo maquillaba sus defectos estructurales, con Pellegrini a¨²n sin br¨²jula. Llegado el d¨ªa de las ausencias de artilleros como Cristiano, Benzema e Higua¨ªn, el Madrid se qued¨® seco. Empez¨® p¨¢lido, sacudido por el empuje del Sporting, y termin¨® con un asalto tras otro ante Juan Pablo, fruto del desplome total del cuadro gijon¨¦s, sin dep¨®sito en el segundo tiempo. El equipo de Preciado entreg¨® la cuchara y festej¨® el punto como un oro ol¨ªmpico; el de Pellegrini perdi¨® dos puntos sin excusa, por mucho que lamentara las ausencias.
FICHA DEL PARTIDO
Sporting: Juan Pablo, Lora, Bot¨ªa, Gregory, Canella, Michel, Rivera, Luis Mor¨¢n (Iv¨¢n Hern¨¢ndez m 80), De las Cuevas (Carmelo m 74), Diego Castro y Barral (Bilic m 62).
Real Madrid: Casillas, Sergio Ramos, Pepe, Garay (Albiol m 65), Marcelo, Diarra, Xavi Alonso (Van de Vaart m 76), Drenthe (Guti m 57), Kak¨¢, Granero y Ra¨²l.
?rbitro: Teixiera Vitienes. Mostr¨® tarjetas amarillas a Sergio Ramos (m 38), Ra¨²l (m 40), Botia (m 49), Drenthe (m 55), Rivera (m 84), Diarr¨¢ (m 84).
Incidencias: Alrededor de 23.000 espectadores e El Molin¨®n.
Cuesta creer el vac¨ªo que ha dejado Cristiano Ronaldo en una plantilla con tanta pasarela. Con casi todos los pretorianos no le alcanz¨® en Sevilla ni contra el Milan. Con la reserva, ni siquiera ante un rival de apuesta encomiable, pero grandes debilidades. El t¨¦cnico madridista tuvo que recurrir al fondo del armario. Las bajas, de alguna manera, condenaron al Madrid al orden. Con poco cesto, Pellegrini se acomod¨® a un 4-4-2. Por una vez, con dos jugadores anclados en las orillas, Drenthe y Granero, aunque su producci¨®n fuera escasa, muy escasa en el primer caso. Sin la mayor parte del reputado pelot¨®n de delanteros, Kak¨¢ se alej¨® del gobierno del juego y, a pocos metros del gol, fue el madridista m¨¢s pujante y da?ino, pero a¨²n no es a quien se espera.
Del eje se encargaron Xabi Alonso y Diarra, pero al Madrid le cost¨® mucho encontrar el hilo. Hasta el intermedio, s¨®lo tuvo sosiego cuando el Sporting se concedi¨® una tregua. Su explosivo y vibrante arranque resulta insostenible para cualquier equipo. Hasta que le entraron las agujetas, el equipo de Preciado, bien trenzado, mantuvo las l¨ªneas muy juntas, con gran esp¨ªritu gremial tanto para el quite como para el ataque. Tiene un m¨¦rito extraordinario: pocos conjuntos de su modestia se sienten tan fortalecidos con la pelota grapada. El juego no empeque?ece a este Sporting, que durante una hora ret¨® con desparpajo a Casillas, que no pas¨® un primer tiempo de hamaca precisamente. En el ex atl¨¦tico De las Cuevas, Preciado ha encontrado una veta que le faltaba. Entre ¨¦l y Luis Mor¨¢n, otro extremo que abus¨® de la debilidad defensiva de Marcelo, mantuvieron en trance al grupo asturiano, de entrada con mucho m¨¢s picante.
Con una alineaci¨®n forzada por las ausencias, el Madrid ofreci¨® el mismo f¨²tbol deste?ido de otras jornadas, cuando tuvo al vestuario en plenitud. Cuando el Sporting cogi¨® ox¨ªgeno, apenas supo qu¨¦ hacer con la pelota. Dimitido Granero y con Drenthe en su versi¨®n habitual, el equipo se vio obligado a gravitar en torno a Ra¨²l y Kak¨¢, sin mezclar casi nunca el f¨²tbol por los costados, donde Ramos y Marcelo no tuvieron peso. En todo el primer acto, tan s¨®lo un par de acelerones del ex milanista y un remate del capit¨¢n tras una montonera ante Juan Pablo inquietaron a la hinchada rojiblanca.
Rebajado en ataque, el equipo de Pellegrini volvi¨® a dejar huellas muy sospechosas en defensa, en la que ayer Garay dej¨® en el banquillo a Albiol, hasta entonces indiscutible. El argentino termin¨® cojo y se acab¨® la rotaci¨®n para el internacional espa?ol. Con unos u otros el mecano est¨¢ desajustado, no es una l¨ªnea herm¨¦tica. Cada vez que alg¨²n futbolista local filtraba la pelota entre los centrales, angustia para Casillas. En realidad todo el equipo da la impresi¨®n de estar supeditado a sus individualidades; desde el punto de vista colectivo, los talentos no suman, no hay plan a la vista. Lo mismo asalta los partidos con Drenthe de titular que su remedio posterior es la entrada de Guti por el holand¨¦s. El d¨ªa y la noche. Dos v¨ªas antag¨®nicas.
Pese a las carencias, el Madrid no fue el equipo que durante muchos minutos se hizo el remol¨®n ante el Milan. Su actitud le hizo ser m¨¢s constante. Al mismo tiempo, el Sporting, que con un punto se sent¨ªa campe¨®n, fue perdiendo mecha. Los esfuerzos cada vez le eran m¨¢s ag¨®nicos, con lo que el Madrid enganch¨® la pelota y el encuentro, pasada una hora, s¨®lo tuvo una direcci¨®n, la que conduc¨ªa a Juan Pablo, autor de la parada de la noche al reba?ar con el pie un remate de Granero a pocos palmos. Fracturado el equipo de Preciado, el Madrid manej¨® a su antojo buena parte del segundo periodo.
Rivera y Michel ya no conten¨ªan el dique y Mor¨¢n y Castro no daban auxilio por las bandas. Todo era muy costoso. El Sporting se acalambr¨® y al Madrid se le aclar¨® el paisaje. Guti, como era previsible, le dio m¨¢s cuajo y sentido, pero entonces le falt¨® lo que casi nunca se le discute, la pegada. Ni siquiera cuando uno de los centrales contrarios, Gregory, acaba con muletas. Sufriente de entrada en su ¨¢rea, esta vez el Madrid no supo ser concreto ante un rival descorchado por completo durante la ¨²ltima media hora. El Madrid no pudo explotar la virtud que m¨¢s le distingue. Sin plomo fue poca cosa.
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