El Madrid puede con su ansiedad
A base de arrebatos, el equipo de Pellegrini resuelve un mal partido ante un Atl¨¦tico incapaz de enchufar a Ag¨¹ero y Forl¨¢n
Hasta el Atl¨¦tico, habitualmente con la bandera blanca siempre dispuesta ante el vecino, es capaz de provocar un ataque de ansiedad al Madrid, l¨ªder y fustigador de los rojiblancos desde hace una d¨¦cada. El Madrid tiene prisa, su juego no tiene tr¨¢nsito y le puede el v¨¦rtigo, para lo bueno y para lo malo. El primer tiempo, con el marcador adverso, fue un ejemplo de sus desvelos, con todos a una velocidad superior a la que demanda cualquier partido. En la reanudaci¨®n, con m¨¢s intensidad y menos precipitaci¨®n, irrumpi¨® el Madrid artillero , el que derriba a sus rivales con poco f¨²tbol y el mazo a punto. Y al Atl¨¦tico le cuesta poco derretirse.
El Atl¨¦tico, que tantas veces ha sido la apoteosis de lo plano, esta vez mantuvo al menos el orden durante un acto. Sin alharacas, pero no fue el equipo mustio que se ha perpetuado ante el Madrid en la ¨²ltima d¨¦cada. Le falt¨® un mayor efecto disuasorio de Ag¨¹ero y Forl¨¢n, la ¨²nica veta que le distingue. Pero al equipo rojiblanco le faltan luces en el medio campo, por mucho que Tiago haya maquillado algo dicha carencia. El Madrid se sinti¨® atormentado por el gol de Reyes, y lejos de administrar la desventaja con paciencia, le concedi¨® a su vecino derecho de asilo a espaldas de Sergio Ramos y Albiol. Lo desaprovech¨® el cuadro de Quique, que no tiene asistentes para sus reputados delanteros, acostumbrados a buscarse las habichuelas. En el Atl¨¦tico s¨®lo hay dos centrocampistas genuinos, Assun?ao y Tiago. Los laterales poco pesan y en cada ocasi¨®n que Reyes y Simao no reman hacia atr¨¢s, el equipo es una rendici¨®n, no tiene sost¨¦n. A sus defensas les falta contundencia y el bal¨®n les crea urticaria. En el Atl¨¦tico punt¨²an los delanteros, por m¨¢s que en ocasiones, como ayer, no hay rojiblanco que d¨¦ una puntada con el Kun y Forl¨¢n.
REAL MADRID 3 - ATL?TICO 2
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Albiol, Ramos, Marcelo; Granero (Guti, m. 82), Gago, Xabi Alonso, Van der Vaart (Ra¨²l, m. 75); Higua¨ªn (M. Diarra, m. 88) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Dudek; Metzelder, M. Alonso y Mosquera.
Atl¨¦tico:De Gea; Valera (Perea, m. 41), Ujfalusi, Dom¨ªnguez, A. L¨®pez; Reyes (Jurado, m. 46), Assun??o, Tiago, Sim?o (Salvio, m. 77); Ag¨¹ero y Forl¨¢n. No utilizados: Asenjo; Juanito, Camacho e Ibrahima.
Goles:0-1. M. 10. Reyes. 1-1. M. 49. Xabi. Alonso. 2-1. M. 55. Arbeloa. 3-1. M. 62. Higua¨ªn. 3-2. M. 67. Forl¨¢n, de penalti.
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a Arbeloa, Perea, Ramos y X. Alonso (los dos ¨²ltimos no podr¨¢n jugar ante el Racing).
Unos 80.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Con el marcador en contra desde el inicio, el Madrid se desat¨® de mala manera. Es su se?a de identidad, m¨¢xime cuando se ve a rebufo. Este equipo no tiene tiempos. Cada encuentro parece un asunto privado de sus delanteros, cuya influencia en el equipo es tan evidente que todos buscan sus directos a la mand¨ªbula, sin demoras. Pellegrini no tiene centrocampistas que cambien el perfil del equipo, que le den pausa, enga?o, temple. En definitiva, otros registros. Para algunos medios, caso de Granero, cada partido parece ser un tr¨¢mite. El Madrid explota su mano pesada sin disimulos. Si esta noche retras¨® su remontada fue por sus propios fantasmas y por cierta fatalidad. S¨®lo as¨ª se pueden interpretar los dos fallos en el primer tiempo de Higua¨ªn y Cristiano, que no son sospechosos, pero a veces pagan el neur¨®tico f¨²tbol que su equipo propone.
Sin juego, pero de arre¨®n en arre¨®n, el Madrid cerr¨® unas cuantas jugadas ante De Gea. Algunas eran gol o gol. Con el meta rojiblanco acostado en el suelo, Higua¨ªn remat¨® a un palmo del gol, pero se interpuso de forma milagrosa Tiago. Poco despu¨¦s, Cristiano cabece¨® solo ante el flequillo del novato portero rival. La pelota, por una vez, burl¨® al portugu¨¦s. No jugaba bien el Madrid, pero amenazaba; no intimidaba el Atl¨¦tico, pero se sosten¨ªa en una cita que durante tanto tiempo le ha hecho tiritar. El gol de Reyes, una jugada propiciada por Albiol, que pate¨® al viento ante Tiago antes de que ¨¦ste y Ag¨¹ero iluminaran al andaluz, le dio m¨¢s carrete del que esperaba. En realidad lo que le consinti¨® el Madrid.
Una subida de voltaje le bast¨® al grupo de Pellegrini para empinar la jornada. Afront¨® el segundo tiempo sin titubeos, con intensidad pero mayor aptitud, sin el desenfreno inicial. Suficiente para que el Atl¨¦tico se refugiara un poco m¨¢s, un suicidio ante equipos con martillo pil¨®n. El equipo de Quique no sabe defender; el de Pellegrini adora alquilar el ¨¢rea adversaria. El vendaval blanco no se hizo esperar. Del toque de corneta se encarg¨® Xabi Alonso, que calc¨® su gol ante el Sporting de hace ocho d¨ªas. Albiol (entonces fue Cristiano) pein¨® un c¨®rner y el donostiarra, pegado al poste izquierdo de De Gea fusil¨® al Atl¨¦tico ante la mirada de Antonio L¨®pez, uno de los que no hab¨ªa visto el v¨ªdeo del choque con los asturianos. Tan fr¨¢gil es el Atl¨¦tico de estos tiempos, que un azote le desnorta hasta caricaturizarle. En un suspiro, todo el Atl¨¦tico concedi¨® una hora a Xabi Alonso para que armara un pase de 60 metros a Arbeloa, que lleg¨® por su lateral a la brasile?a, como si fuera el sucesor de Caf¨², Junior o Alves, y tras anudar las caderas a Dom¨ªnguez bati¨® a De Gea con extraordinaria sutileza. Luego, en plena deriva rojiblanca, Tiago se hizo un l¨ªo en el balc¨®n del ¨¢rea, la pelota rebot¨® de forma patosa en Assun?ao y cay¨® a pies de Higua¨ªn, que lleva un a?o desbocado ante el gol.
Sin Reyes, lesionado, el Atl¨¦tico estuvo a¨²n m¨¢s plano, incapaz de enchufar a sus dos delanteros. Es un equipo tieso, sin energ¨ªa, sin recursos si quiera para que Forl¨¢n y Ag¨¹ero se citen alguna vez con Casillas. Si mantuvo alguna remota esperanza hasta el final fue por los dislates del l¨ªder, demasiado atento a detalles externos. Alonso sufri¨® un cortocircuito en un despeje de voleibol: penalti y gol de Forl¨¢n. El ¨¢rbitro le perdon¨® la tarjeta. Quiz¨¢ no le hiciera un favor, como demostr¨® Ramos, que se baj¨® del viaje del domingo a Santander para garantizarse el cl¨¢sico ante el Bar?a. Alonso estaba en la misma situaci¨®n. Entre los que buscaban su tarjeta y los que, como CR, jugaban en otro planeta, en el planeta Ronaldo, donde no est¨¢ permitido quedarse sin gol, el encuentro languideci¨® entre enredos.
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