El Tour salvaje ha vuelto
Un 'sprint' con cabezazos y victoria de Cavendish despierta a la carrera de los efectos estupefacientes del calor
Andy no s¨®lo no le roba el botell¨ªn a Contador, como hac¨ªa el sediento Armstrong cuando el samaritano Iv¨¢n Guti¨¦rrez trata de calmarle la sed, sino que, en el t¨®rrido traslado a lo largo del valle del Drome, a 30 por hora tras la fuga torturada entre campos de lavanda, peque?os vi?edos, ¨¢rboles dispersos, le da conversaci¨®n para que el calor no les termine de dormir. Hablan de Cura?ao, de las vacaciones que pasaron juntos, de qu¨¦ har¨¢n este verano si ganan el Tour y tambi¨¦n si no. Y despu¨¦s, cuando sopla un poco de viento y entre Cancellara y Voigt despiertan al pelot¨®n l¨¢nguido atronando en cabeza a 70 por hora, desafiando el viento de costado un rato, Andy, tan dulce de amarillo, que hasta se ha puesto una pulsera de las de Armstrong porque dice que hace juego con su 'maillot' de l¨ªder, cuando ve que a Contador le hace sufrir el peligro de corte, y que la rueda de Vinok¨²rov, que trata de protegerlo, se le atraganta por explosiva, le hace un hueco a su espalda, ah¨ª detr¨¢s, le protege, le cuida. "Somos amigos", dice, y lo dice con tal sonrisa de ni?o bueno, todo lo m¨¢s un poco p¨ªcaro de mirada, que m¨¢s que de su enemigo en el Tour, del tipo al que tiene que dejar sin sangre, sin ox¨ªgeno y sin fuerzas, sacarle los ojos incluso, parece que habla de su compa?ero de escuela en el pueblo de la casa de la pradera.
As¨ª estaba el Tour, sumido en el sopor provenzal, suave descenso hacia el R¨®dano , perdiendo sus tradiciones, su tendencia inevitable al cinismo, al canibalismo, a las miradas asesinas que hicieron grandes a todos los grandes, el instinto depredador en el cuerpo a cuerpo, con etapas en las que todos se esperan cuando caen -si hasta en la sala de prensa de repente se oye silencio alrededor de Gianni Mura, su Olivetti de teclas ruidosas como timbales aparcada, moment¨¢neamente, para dejar sitio a un 'computer' en el que consulta la 'wikipedia' cuando Mark Renshaw dio tres cabezazos a 70 por hora a uno que le disputaba el espacio vital en el 'sprint' y lo devolvi¨® a su espacio m¨ªtico y salvaje. Los corredores del nuevo ciclismo, el anglosaj¨®n, el que lo considera objeto de culto, un estilo de vida, trocaron la horchata que parec¨ªa correr sus venas por sangre vital, por vida fren¨¦tica. En el margen de la carrera, Armstrong, perdido su aura entre ca¨ªdas y torpezas, la historia ten¨ªa que ser una cuesti¨®n de 'sprinters', claro.
A Renshaw, australiano, un armario de m¨²sculos, plet¨®rico y cuello de toro que act¨²a de lanzador de Cavendish, ingl¨¦s, no le gust¨® en absoluto que a falta de 500 metros llegara a su altura por la derecha Julian Dean, neozeland¨¦s, lanzador de Farrar, norteamericano, y le metiera ligeramente el codo entre el manillar y el pecho. Le gust¨® tan poco que, al estilo del keirin, la modalidad del vel¨®dromo con la que le salieron los dientes como ciclista en la que la regla es embestirse como toros para hacerse hueco, le respondi¨® instintivamente con tres cabezazos al hombro. "Defend¨ªa su espacio vital", explic¨® Cavendish, quien aprovech¨® la circunstancia para escabullirse por la izquierda, junto a las vallas, y salir disparado como si hubiera metido un turbo en la bici. Pero ah¨ª no termin¨® la faena, espl¨¦ndida, del australiano: desactivado Dean y cuando Farrar intent¨® aprovechar la estela de Cavendish a¨²n tuvo reflejos para cerrarlo descaradamente contra las vallas. "Si no me apoyo con la mano en Renshaw, me caigo", dijo el norteamericano.
As¨ª, el d¨ªa en que en B¨¦lgica operaban a Tom Boonen de las lesiones que se produjo en una ca¨ªda provocada por Cavendish en la Vuelta a Suiza, el 'bad boy' de Man amante de los grades gestos gan¨® su tercera etapa en el Tour 2010, su 13? en sus tres Tours, con lo que romp¨ªa el empate a 12 con su mentor, Erik Zabel, que ahora se dedica a hacer la etapa en furgoneta por delante del pelot¨®n para contarle a Cavendish por d¨®nde llegan los vientos, c¨®mo son las curvas, d¨®nde tiene que arrancar. C¨®mo si le hiciera falta tanta ciencia para ganar. A Renshaw, inevitablemente, le expulsaron del Tour. No podr¨¢ ayudar a su jefe ingl¨¦s en los dos 'sprints' que quedan, el de Burdeos y el de Par¨ªs, y gran parte del pelot¨®n lo aplaudi¨®, pues se libraban de un peligro, aunque ello suponga que hoy mismo, el d¨ªa de Mende, se vuelva al alm¨ªbar y a los buenos sentimientos, a la traici¨®n al pasado.
Camino de Mende, hace 15 a?os, en los tiempos en los que la rivalidad estaba re?ida con la amistad, Manolo Saiz despleg¨® al ONCE en perfecta estrategia, aisl¨® a Indurain y lanz¨® a Jalabert hacia la victoria final. Sin embargo, ay, tanta casa de la pradera, la ayuda de unos cuantos equipos que apreciaban m¨¢s la caballerosidad del navarro que el mal genio del c¨¢ntabro, desbarat¨® la conquista. Camino de Mende, de su meta en un aer¨®dromo sobre tremendo altiplano, intentar¨¢ hoy Armstrong efectuar su ceremonia de despedida a lo grande -si las fuerzas se lo permiten- y en Mende hace apenas cuatro meses, cuando a¨²n el hielo no hac¨ªa presagiar la primavera, Contador logr¨® una hermosa victoria en la Par¨ªs-Niza. Entonces, Andy, se qued¨® atr¨¢s, en el pelot¨®n. Sacrificios, quiz¨¢s, de la amistad que hoy, seguramente, les llevar¨¢ a los dos de la manita de nuevo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.