El tranquilo 'Canizares'
El espa?ol, debutante en un grande, resiste cuarto tras jugar el final de la segunda ronda y la tercera como si fuera un veterano.- Oosthuizen, l¨ªder con cuatro golpes ante Casey
Cuando encendi¨® la tele, este s¨¢bado por la tarde sobre las seis y media, reci¨¦n llegado de un viaje, Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares esper¨® a que las im¨¢genes hicieran un hueco a su hijo Alejandro entre los ¨ªdolos locales, Westwood y Casey, entre el sorprendente Stenson, entre el l¨ªder Oosthuizen... Y por fin apareci¨® el chaval, que ya tiene 27 a?os, que debuta ahora en un grande, dando el golpe de salida en el hoyo seis.
Y entonces el padre, orgulloso como todos, vio c¨®mo el ni?o resist¨ªa con madurez en Saint Andrews, c¨®mo iba uno bajo el par en el d¨ªa, luchando contra el viento, y no solamente eso, sino que en muchos hoyos rozaba el birdie, e incluso un eagle en el 14. "Pues a m¨ª no me sorprende nada", contaba Ca?izares padre sobre Canizares, as¨ª, sin la ?, como escrib¨ªan los chicos brit¨¢nicos del Open. "No me sorprende porque es listo, est¨¢ preparado, es muy bueno de cabeza, no se pone nervioso, y est¨¢ peg¨¢ndole bien".
Ca?izares, muy fr¨ªo, la calma aparente de un veterano en sus golpes pese a que muchos no se crean que debuta en un grande, resiste cuarto con siete golpes bajo el par, a ocho del l¨ªder Oosthuizen, el sudafricano bromista, el canterano de Ernie Els. A Oosthuizen se le ha puesto cara de ganador con cuatro golpes de ventaja sobre Paul Casey, un torbellino de buenos golpes, a la b¨²squeda del primer Open ingl¨¦s desde 1992, que ya es; a la carga tambi¨¦n van gente con hambre de gloria, Stenson y Kaymer.
Fue un d¨ªa feliz, e interminable, de Ca?izares, que se peg¨® el madrug¨®n a las 4.15 para acabar la segunda jornada, interrumpida el viernes por la noche por el fr¨ªo y la falta de luz, acabar a partir de las seis de la ma?ana un putt en el hoyo 13, jugar los cinco restantes, descansar un rato y volver a coger los palos para disputar otros 18. Y ¨¦l encantado, el mejor representante, qui¨¦n lo iba a decir, de la armada espa?ola, con cuatro golfistas entre los 18 primeros, ahora que a los jugadores espa?oles les hablan de Nadal, de Contador, de la selecci¨®n campeona del mundo, y de qu¨¦ pasa con ellos, que no ganan un grande desde hace 11 a?os.
A Sergio Garc¨ªa le cambi¨® la cara el eagle del hoyo cinco, un par 5, al menos le llev¨® la sonrisa a la cara, y aunque afe¨® un poco la tarjeta en la segunda vuelta despu¨¦s de una primera ronda sensacional, vio el final del d¨ªa con cuatro bajo el par, bien c¨®modo para seguir entre los mejores, aparentemente demasiado lejos, eso s¨ª, del podio. Y Jim¨¦nez, vestido de amarillo lim¨®n, fue tan cambiante como el viento, capaz de un golpe de viejo zorro en el 11, bordeando sabiamente la bandera para esperar que caiga la bola, ofuscado luego en el 16 (bogey) y sobre todo en el 17 (doble bogey), un aut¨¦ntico dolor de cabeza para todos los que pasan por all¨ª: desde el tee un golpe ciego, el hotel en medio de la calle, y un bunker pegado a la bandera. Toda una trampa. La misma condena se llev¨® de ah¨ª Nacho Garrido, un pasito atr¨¢s en el d¨ªa, pero el mismo marcador que gente como Woods.
Extra?o e imprevisible este Open, la clasificaci¨®n cambiando tanto como el parte meteorol¨®gico, unos arriba un d¨ªa y al siguiente desquiciados, otros con ganas de irse a casa una jornada y 24 horas despu¨¦s tan frescos entre los mejores (v¨¦ase McIlroy). Una monta?a rusa. Una delicia.
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