La gran traves¨ªa del Broad Peak
Alberto I?urrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza completan con ¨¦xito una gesta de otro tiempo en el Himalaya
El Broad Peak (8.047 m), una de las 14 monta?as del planeta que superan los 8.000 metros de altitud, vive a la sombra de la monta?a perfecta, pegada a las faldas del K2 (8.611 m), un tanto eclipsada. Sin embargo, se trata de una bell¨ªsima monta?a dotada de tras cimas independientes, que parecen representar la espalda de un drag¨®n. Al atardecer, los que pueblan el campo base del K 2 prefieren girar el cuello para contemplar un espect¨¢culo ¨²nico: las tres cimas incendiadas por los ¨²ltimos rayos de sol. Algunos, muy pocos, solo los m¨¢s grandes, sue?an con recorrer las tres puntas, explorar lo desconocido y completar un viaje de altura de resultado incierto. El gran alpinista polaco Jerzy Kukuzcka fue el primero, acompa?ado por Woytek Kurtycka, en 1984. Un equipo japon¨¦s (Hattori, Kitamura y Todaka) recogi¨® el guante con ¨¦xito en 1995. Alberto I?urrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, miembros del BAT Basque Team, han sido los ¨²ltimos en completar una gesta de otra ¨¦poca, re?ida con el himalayismo de las rutas normales y las cuerdas fijas, con cierta forma de 'turismo de altura'que los alpinistas m¨¢s grandes denuncian sin pudor.
El alpinismo naci¨® como una aventura y camina ahora por los caminos de la mercadotecnia, lament¨® el tr¨ªo vasco antes de volar hacia Pakist¨¢n. Desmarc¨¢ndose de la tendencia actual, el estilo escogido para afrontar la complicada y extenuante traves¨ªa del Broad Peak les obligaba a enfrentarse a un compromiso absoluto, sin m¨¢s medios que su fortaleza y pericia. Aqu¨ª no tienen sentido los porteadores de altura, los campos montados, la huella abierta, la seguridad de las cuerdas fijas. Aqu¨ª se escala como en Pirineos o en los Alpes: con una mochila a la espalda y una cuerda para superar los tramos m¨¢s t¨¦cnicos. Se escala lo m¨¢s r¨¢pido posible, casi siempre por encima de los 7.000 metros, deshidrat¨¢ndose sin remedio, consumi¨¦ndose en una huida hacia delante, braceando en un reto psicol¨®gico que no admite errores. El premio es cumplir un sue?o. No hay vencedores ni vencidos.
Las voces de los protagonistas, ya a salvo en el campo base, suenan profundamente cansadas. Suenan a supervivencia, y esto es mucho para tres de los alpinistas con mayor pedigr¨ª del pa¨ªs. El pasado jueves, de madrugada, los tres volvieron a recorrer una ruta nueva, abierta por ellos, que les condujo el viernes hasta la cima norte, de 7.550 metros. Esa noche, se amontonaron los unos sobre los otros en una diminuta tienda, plantada en el collado de acceso a la cima central, de 8.013 metros. All¨ª se dedicaron a fundir nieve de manera compulsiva, para mezclarla con sopa y sales, obsesionados en hidratarse. Calcularon seis horas para hollar su cima y otras ocho para descender y pisar la cima principal. No les salieron las cuentas: camino de la cima central encontraron "la peor nieve" a la que se han enfrentado nunca, sumamente inconsistente, peligrosa y agotadora. Tardaron seis horas en recorrer 200 metros, temieron verse lanzados al vac¨ªo arrastrados por la nieve, debatieron la posibilidad de abandonar, pero finalmente pasaron. "Era algo parecido a sufrir una emboscada", relatan: tan peligroso era seguir como renunciar, en tierra de nadie, lejos de todo, condenados a pelear para salir del trance. Esto tiene un nombre inequ¨ªvoco en el mundo del alpinismo: compromiso, la aut¨¦ntica grandeza del alpinismo.
Al anochecer, no ten¨ªan posibilidad alguna de alcanzar la cima principal. Tampoco quer¨ªan abandonar, pero sin comida, sin haber bebido en horas, decidieron perder altura hasta el ¨²ltimo campo de altura de la v¨ªa normal, a 7.100 metros, que alcanzaron tras 17 horas de esfuerzos al l¨ªmite, ya de noche. Vallejo y Zabalza supieron entonces "que lo hab¨ªan dado todo", que su pelea ten¨ªa m¨¢s que ver con la supervivencia que con culminar su reto. A las tres de la madrugada, I?urrategi se calz¨® las botas, los crampones y anunci¨® que sal¨ªa a completar la traves¨ªa. En apenas seis horas, holl¨® la cima. "Ha sido una lecci¨®n de fortaleza, algo al alcance de muy pocos en el mundo", confesaba Vallejo.
En realidad, un homenaje a la esencia del himalayismo.
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