Di Mar¨ªa, el 'fideo' que costaba 25 balones
El nuevo zurdo argentino del Real Madrid es un virtuoso del regate, pero carece de musculatura para defender
El carb¨®n enga?a. Parece apagado, pero a¨²n quema. As¨ª de encendido, el argentino ?ngel di Mar¨ªa, hijo de un carbonero, intenta jugar del medio campo para arriba. As¨ª, enga?ando a sus rivales con permanentes regates, vaselinas, rabonas y disparos desde fuera del ¨¢rea, el zurdo Di Mar¨ªa procura confirmarle a Jos¨¦ Mourinho que su deseo de ficharle para el Real Madrid, que acab¨® costando 25 millones de euros, estaba justificado.
Di Mar¨ªa, que viene de triunfar en el Benfica y de fracasar en el Mundial de Sud¨¢frica, no conoc¨ªa de ni?o los millones. Naci¨® en Rosario hace 22 a?os. Es del barrio obrero La Cer¨¢mica, no muy lejos del estadio del Rosario Central, donde comenz¨® su carrera. Su padre, Miguel, ten¨ªa en su casa un dep¨®sito de carb¨®n, que embolsaba y vend¨ªa. ?ngel, que siempre fue de contextura extremadamente delgada, lo ayudaba a cargar las bolsas. Cuando El Flaco o Fideo ten¨ªa cuatro a?os, un m¨¦dico le dijo a su madre, Diana, que era "muy nervioso y ten¨ªa que hacer deporte". Ella lo llev¨® a jugar al f¨²tbol al club del barrio, el Torito.
Di Mar¨ªa, de pendientes a los dos costados, es apegado a sus or¨ªgenes. En una pierna lleva tatuado el nombre de La Banda de la Perdriel, la calle donde viv¨ªa. La banda son sus siete amigos, que se han puesto el mismo tatuaje. Alguien del Central lo vio jugar a los siete a?os y se lo llev¨® del club de barrio a cambio de 25 balones.
En la cantera del Central, de donde surgieron C¨¦sar Menotti, Juan Antonio Pizzi y el Kily Gonz¨¢lez, a Di Mar¨ªa le costaba ganarse la titularidad porque, pese a su habilidad, la delgadez le imped¨ªa soportar los 90 minutos de juego. En 2005, a los 17 a?os, debut¨® en Primera y de inmediato demostr¨® sus virtudes. El Kily, que es su modelo de jugador y era su compa?ero de equipo, bromeaba dici¨¦ndole que deb¨ªa imitar las piruetas que hac¨ªa Ronaldinho en un anuncio, y el joven ?ngel se lo tomaba en serio y las practicaba.
Sus actuaciones en el Central lo llevaron a la selecci¨®n argentina sub-20. Gan¨® el Mundial de Canad¨¢ 2007, marc¨® tres goles y fue una de las figuras. Entonces lo pretendieron el Tottenham, el AZ Alkmaar y el Benfica, que ofrec¨ªan seis millones de euros, y el Boca Juniors, que lo quer¨ªa por seis millones de d¨®lares. Sus padres y ¨¦l optaron por el club portugu¨¦s. La raz¨®n fue que con ¨¦l se trasladaba toda su familia, incluidas sus dos hermanas, y Lisboa era una ciudad m¨¢s amigable. Di Mar¨ªa tom¨® la decisi¨®n entre l¨¢grimas: deb¨ªa dejar a sus amigos.
En el Benfica, con Jos¨¦ Antonio Camacho como entrenador, tuvo un comienzo irregular, pero al menos fue trabajando la musculatura para correr m¨¢s. En 2008 gan¨® los Juegos Ol¨ªmpicos de Beijing. Otra vez comenz¨® como sustituto y acab¨® como estrella: marc¨® de vaselina el ¨²nico gol de la final.
Iba a demorarse otro a?o m¨¢s en brillar en el Benfica. En su segunda temporada lleg¨® a discutir en el campo con su t¨¦cnico, Quique S¨¢nchez Flores. La tercera fue la vencida: se transform¨® en el mejor asistente de la liga, convirti¨® 10 goles y se consagr¨® campe¨®n portugu¨¦s. "Intenta aprender cada vez m¨¢s. Es muy humilde", dijo su entrenador, el portugu¨¦s Jorge Jes¨²s.
Diego Maradona no dud¨® en convocarlo a la selecci¨®n argentina para las eliminatorias de Sud¨¢frica 2010. En el 1-6 contra Bolivia dio una patada que lo dej¨® fuera de ese partido y de otros cuatro. "La altura lo puso nervioso", cuenta Andr¨¦s Miranda, su representante, que lo define como un "irresponsable sano porque no le pesa jugar contra quien sea". "Para m¨ª es como si siguiera jugando con mis amigos en el barrio", declar¨® Di Mar¨ªa al llegar a Madrid. Atrevido dentro del campo y parco afuera, Fideo reconoci¨® sus defectos: "Lo m¨¢s malo de m¨ª es que defensivamente no soy tan fuerte".
En Sud¨¢frica se comprobaron sus carencias. "Me tuve que acostumbrar a un puesto donde nunca juego. Tuve que aprender a defender y creo que no lo pude hacer bien", admiti¨® Di Mar¨ªa.
En Lisboa preparaba barbacoas en el balc¨®n de su apartamento. No le gustan las parrillas el¨¦ctricas, sino a carb¨®n, como la costumbre argentina lo indica. En Madrid seguir¨¢ con su h¨¢bito culinario, pero adem¨¢s tendr¨¢ que recuperar esa imagen de jugador encendido que lo ha consagrado.
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