Ostentaci¨®n de velocidad
El Madrid arrasa al Racing con un ataque vertiginoso liderado por Di Mar¨ªa.- Cristiano marca por primera vez cuatro goles en un partido, en un recital en el que le acompa?aron Higua¨ªn y ?zil
El ego¨ªsmo de Cristiano Ronaldo es historia. El hombre ya se parece mucho a un fil¨¢ntropo. Trabaja para el equipo y, mientras las jugadas van por otra parte, colabora con los jardineros del Bernab¨¦u arreglando el c¨¦sped. A esta tarea se entreg¨®, para admiraci¨®n del fondo norte, cuando declinaba el primer tiempo. Se detuvo ante una placa de hierba levantada, la encaj¨® en el hueco con sus manos y luego la compact¨® con los tacos, dando botecitos, como si pisara vino.
Daba la impresi¨®n de estar obstinado en este asunto y el p¨²blico, entre un rumor de chanzas, resolvi¨® dedicarle un aplauso. Mientras tanto, Di Mar¨ªa rob¨® el bal¨®n en el medio campo y se lo entreg¨® a ?zil. Cuando el alem¨¢n meti¨® el centro los defensas del Racing segu¨ªan empanados. Hab¨ªan salido hasta el medio campo y al regresar ninguno detect¨® que Cristiano se hab¨ªa quedado a reparar la superficie del ¨¢rea. Retrocedieron tanto que lo habilitaron. Recibi¨® solo y To?o lo contempl¨® con el fatalismo de un condenado mientras armaba la pierna y fusilaba a la red para meter el tercer gol del Madrid.
REAL MADRID 6 - RACING 1
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Carvalho, Marcelo (Pedro Le¨®n, m. 70); Khedira, Xabi Alonso; Di Mar¨ªa, ?zil (Canales, m. 64), Cristiano Ronaldo; e Higua¨ªn (Benzema, m. 67). No utilizados: Dudek; Albiol, Diarra y Granero.
Racing: To?o; Francis, Torrej¨®n (Ariel Nahuelpan, m. 46), Ponce, Henrique, Cisma; Kennedy, Colsa (Lacen, m. 68), Diop, Munitis (Arana, m. 57); y Rosenberg. No utilizados: Coltorti; Christian, Pinillos y Edu Bedia.
Goles: 1-0. M. 10. Higua¨ªn. 2-0. M. 15. Cristiano. 3-0. M. 26. Cristiano. 4-0. M. 47. Cristiano. 5-0. M. 55. Cristiano, de penalti. 6-0. M. 63. ?zil. 6-1. M. 73. Diop.
?rbitro: Mu?iz Fern¨¢ndez. Amonest¨® a Arana, Cisma, Arbeloa y Canales.
Unos 75.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Mourinho lo celebr¨® meti¨¦ndose en el campo como un enajenado. Llam¨® a Di Mar¨ªa y le reclam¨® inmediatamente que no acudiese a celebrarlo con sus compa?eros. "?Ven aqu¨ª!", le grit¨®. Cuando Fideo se le acerc¨®, su entrenador lo abraz¨® con pasi¨®n. Fue un gesto de reconocimiento. El entrenador entendi¨® que la magnitud del partido que estaba haciendo su jugador merec¨ªa una manifestaci¨®n desinhibida y p¨²blica de aprecio. Di Mar¨ªa, que solo tiene 22 a?os, ha experimentado una evoluci¨®n tan grande en los ¨²ltimos meses que, de alguna manera, es uno de los exponentes m¨¢s n¨ªtidos de la clase de transformaci¨®n que est¨¢ operando Mourinho en el equipo.
Jug¨® de interior por la derecha y estuvo en la gestaci¨®n de casi todos los goles, que se sucedieron con regularidad industrial. Di Mar¨ªa, que acelera y se desplaza como si apenas rozara el suelo, ha unido a su zancada vertiginosa una predisposici¨®n defensiva y un sentido del pase que multiplica la capacidad de sus compa?eros de ataque. Cuando Di Mar¨ªa se asocia al primer toque de ?zil, o cuando habilita a Higua¨ªn y a Cristiano, las posibilidades de desmarques aumentan y la velocidad de sus ejecutantes resulta devastadora. Lo sufri¨® el Milan y lo pag¨® el Racing, que no fue capaz de resistir m¨¢s de cinco minutos antes de capitular.
Normalmente, el Racing juega con dos centrales. Ayer sali¨® a contrarrestar a su adversario con tres, y siempre dieron la sensaci¨®n de no saber interpretar el cambio. Malparados, desatentos, en l¨ªnea, nunca adivinaron qu¨¦ papel correspond¨ªa a cada cual. Qui¨¦n encimaba y qui¨¦n cerraba. Qui¨¦n apretaba y qui¨¦n correg¨ªa. Si Ponce era el l¨ªbero, nunca qued¨® claro. La zaga no tuvo un l¨ªder que moviera la l¨ªnea. Estos detalles abrieron un espacio gigantesco entre To?o y sus protectores. Un espacio que fue un regalo para un ataque como el del Madrid, que ostenta el lujo de la velocidad.
El primer gol se inici¨® con una p¨¦rdida de Rosenberg. El punta sueco control¨® un pase como si tuviera los pies cuadrados y Xabi, en la frontal de su ¨¢rea, no le dio tregua. Se le anticip¨® y pas¨® r¨¢pido para Di Mar¨ªa, omnipresente. El argentino, que lleg¨® con chapa de extremo, hizo como un quarterback: de un zurdazo le puso un bal¨®n a Higua¨ªn, que corri¨® al espacio a 50 metros, recibi¨®, encar¨® mano a mano al portero y abri¨® el marcador. Empez¨® la tormenta.
El Racing intent¨® adelantar las l¨ªneas para obstaculizar al Madrid en su salida. Todo iba bien por ah¨ª. Por atr¨¢s, cuando lo atacaban, se deshac¨ªa. Arbeloa dio un pase paralelo a la l¨ªnea lateral para Higua¨ªn, que otra vez desequilibr¨® a la defensa, desbord¨® por afuera y centr¨® a Cristiano, que le gan¨® a Torrej¨®n por velocidad y marc¨® de primera. Fue el segundo. El primero de Cristiano, que acab¨® metiendo cuatro, lo nunca visto hasta anoche, en plena exaltaci¨®n personal y colectiva. El p¨²blico liber¨® su entusiasmo y el equipo se entreg¨® a los lujos. Di Mar¨ªa estuvo a punto de dar el pase de gol de la noche, de rabona. Luego casi marca de chilena. Luego Cristiano hizo el gol del jardinero. Y luego Di Mar¨ªa le brind¨® el cuarto en otra jugada individual, y el quinto tambi¨¦n, al provocar un penalti.
El sexto gol del Madrid se lo regal¨® ?zil a s¨ª mismo. Ten¨ªa derecho. Pero el h¨¦roe del encuentro fue el joven Di Mar¨ªa, que acab¨® jugando de lateral izquierdo y tuvieron que retirarlo con un calambre. Hab¨ªa corrido la media marat¨®n. El Bernab¨¦u se puso de pie para despedirlo. Y Mourinho lo sigui¨® aplaudiendo.
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