La Real paga su autocomplacencia
El Almer¨ªa remonta dos goles en la segunda mitad ante un rival at¨®nito (2-3)
La Real no es un equipo copero. Al menos en la ¨²ltima d¨¦cada. No le va el torneo de las urgencias, como si quisiera competiciones m¨¢s pl¨¢cidas, con mayor capacidad para corregir sus errores, que el torbellino de los juicio r¨¢pidos, de los divorcios express. Tanto fue as¨ª que ayer ni siquiera le tranquilizaron los dos goles con los que se fue al descanso ante un Almer¨ªa rampl¨®n, quiz¨¢s reserv¨®n. Ni siquiera le bast¨® la indolencia del defensa almeriense que permiti¨® al pillo Sarpong robarle la cartera, mirar lo que hab¨ªa en sus departamentos y rematar con codicia contra el portero. Sarpong es todo menos sutil. Es explosivo, listillo, fuerte y rematador. Todo lo que iba en contra del delicado defensa del Almer¨ªa. Gol de listo.
REAL SOCIEDAD 2 - ALMER?A 3
Real Sociedad: Zubikarai; Estrada, Labaka, Ansotegi, De la Bella; Rivas, Aranburu (Viguera, min. 46), Elustondo, Sarpong (Xabi Prieto, min. 75), Griezmann; Agirretxe (Joseba Llorente, min.82).
Almer¨ªa: Esteban; Michel Macedo, Carlos Garc¨ªa, Marcelo, Jakobsen; Vargas, M'Bami, Valeri (Piatti, min. 80), Corona; Ulloa (Kalu Uche, min. 90) y Goitom (Crusat, min. 79).
?rbitros: Mu?iz Fern¨¢ndez. Amonest¨® a Estrada, Viguera, Elustondo y Michel Macedo.
Goles: 1-0, min. 7: Sarpong. 2-0, min. 31: Elustondo. 2-1, min. 65: Ansotegi p.p. 2-2, min. 69: Ulloa. 2-3, min. 87: Ulloa.
? Incidencias: 15.000 espectadores en el estadio de Anoeta en la eliminaoria de ida de los dieciseisavos de final de Copa del Rey.
Parec¨ªa que la Real cambiaba su maldito destino reciente en la Copa del Rey en la que cualquiera de cualquier categor¨ªa le manadaba a casa para bien o para mal. M¨¢s a¨²n cuando en plena caraja almeriense, Agirretxe se puede construir una jugada en el ¨¢rea y remate de Elustondo en el ¨¢rea peque?a. No hab¨ªa m¨¢s c¨²mulo errores en el Almer¨ªa: en el area grande y en el ¨¢rea peque?a. Un lujo para los delanteros. El partido ideal.
Y todo se hundi¨® en la segunda mitad. Juanma Lillo se limit¨® a tirar a la defensa diez metros m¨¢s arriba, a incordiar seguramente su ¨¢nimo, su autoestima y todo cambi¨®. De pronto el Almer¨ªa se adue?¨® del campo, del partido, del bal¨®n, hasta del esp¨ªritu del juego. Nunca un paso adelante del rival ech¨® tan atr¨¢s a la Real. Quiz¨¢s tanta vida solariega hundi¨® a la Real. Marc¨® Goitom y a la Real le pareci¨® una an¨¦cdota, un infortunio. Marc¨® Ulloa y pareci¨® un castigo. Y volvi¨® a marcar Ulloa y ya pereci¨® una tomenta.
Tuvo mucho que ver el ¨¢nimo, m¨¢s que las disposiciones t¨¢cticas. Ni Lillo ni Lasarte apostaron por todos sus primeros espadas, aunque luego les fueron dando protagonismo en la misma medida que aparecieron sus urgencias.
Y a la Real le sali¨® mal. No supo gestionar un 2-0, que en la Copa es oro, probablemente porque est¨¢ desconectada del campeonato, como ausente, como si no fuera con ellos. Como si fuera otra cosa. Como si fuera un partido de otra galaxia. Nunca supo la Real disputar el partido ni la eliminatoria. La reacci¨®n del Almer¨ªa fue encomiable. Fue la victoria de la fe con la que no empez¨® y se la acab¨® robando a una Real que se entreg¨® a la diversi¨®n y a la complacencia.
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