Orgullo de campe¨®n
Nadal llega a la final de Madrid tras derrotar por primera vez bajo techo al mejor Federer en mucho tiempo
Antes de llegar a la final del Abierto de Madrid (5-7, 6-1 y 6-3 sobre el suizo Roger Federer), en el pecho de Nadal se agita un cresp¨®n negro en memoria del fallecido Severiano Ballesteros. Los ojos del n¨²mero uno buscan las pantallas gigantes del estadio, que retransmiten los grandes momentos del golfista, mientras Federer, reconcentrado, mira fijamente al rojo suelo. El duelo entre los dos mejores tenistas del siglo XXI, sin embargo, se compite luego de t¨² a t¨², cara a cara dos hombres que tejen el relato de su semifinal entre tiros de determinaci¨®n y jugadas de fuerza pura, la tensi¨®n, las alternativas, el hambre y los nervios siempre muy por encima del escueto mensaje que dej¨® el marcador.
Nadal perdi¨® la primera manga, pero tuvo break de ventaja y luego 0-40 con 5-5. Federer perdi¨® la segunda, pero hubo al menos una posibilidad de rotura en cada uno de los siete juegos que la compusieron. El espa?ol se llev¨® la tercera, y con ella el partido, pero la primera opci¨®n de abrir distancia en el marcador fue del suizo (1-1), que adem¨¢s disfrut¨® de bola de break cuando ¨¦l sacaba por el encuentro. Esas alternativas, construidas desde el v¨¦rtigo de Federer y la pausa de Nadal, fotograf¨ªan mucho mejor su encuentro, un debate constante, que el p¨¢lido resultado. El n¨²mero tres, campe¨®n de 16 t¨ªtulos grandes, estuvo picante con la derecha y utiliz¨® impecablemente su servicio cuando vivi¨® situaciones de emergencia: las tres bolas de break con 5-5 del primer parcial las discuti¨® desde el argumento de un pu?ado de saques por encima de los 195 kil¨®metros hora.
Federer vio en la lluvia un aliado. El agua oblig¨® a cerrar el techo de la central. Protegido del viento y el sol, tuvo momentos sublimes, de ataque y ataque, disfrutando tambi¨¦n de que a la pelota de Nadal le falt¨® el picado alto que le distingue. El n¨²mero uno, sin embargo, supo convivir con esa circunstancia y gan¨® al suizo por primera vez bajo techo. Puesto ante un Federer may¨²sculo, capaz de neutralizar por primera vez en mucho tiempo su propuesta de machacarle el rev¨¦s, el espa?ol fue capaz de disputar un partido a toda pista, sometiendo al n¨²mero tres al centrifugado del que ha hecho su sello. Su victoria, sin embargo, no solo se cuenta desde la t¨¢ctica y la fuerza, ni siquiera desde la clase pura. Hay puntos ganados, como el que logr¨® con una contradejada que le puso en disposici¨®n de lograr el break definitivo (5-7, 6-1, 1-1 y ventaja), que no tienen explicaci¨®n. Hay tensiones superadas, como la que debi¨® provocarle la advertencia del juez de silla, que le amonest¨® por p¨¦rdida de tiempo en el saque cuando defend¨ªa un punto de break en el ¨²ltimo juego del encuentro (5-7, 6-1, 5-3 y 30-40), que demuestran su coraz¨®n de hierro.
Nadal se enfrentar¨¢ el domingo en la final al vencedor del Novak Djokovic-Thomaz Bellucci. Si gana el serbio, ser¨¢ la tercera vez que se vean las caras en otras tantas finales. Es un nuevo cl¨¢sico del tenis. Da igual: el antiguo, que mide a Federer con Nadal, demostr¨® hoy que sigue siendo igual de bueno que siempre.
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