Bajo la dictadura de los vatios
Aubisque al tran tran del Europcar en un d¨ªa de transici¨®n con la vista puesta en el Plateau de Beille
En la salida, amenizado por unos de naranja que tocan Asturias, patria querida con txistu y tamboril, alegres aires de fiesta en honor de Samuel, el Tour no esconde su frustraci¨®n por la tormenta que no estalla. Mira hacia el perfil del Aubisque oscurecido por nubes negras como esperando una se?al, pero uno del pueblo, de Pau, le desalienta: hoy no rompe la tormenta, quiz¨¢s ma?ana, m¨¢s al este, en el Plateau de Beille, cuyo solo nombre asusta. En el Aubisque, tan lejos de la meta de Lourdes, tambi¨¦n, efectivamente, la nube se diluy¨® en esa bruma que desorienta a las vacas tanto como el paso de la caravana publicitaria y las empuja hacia el asfalto —trabajo extra para las barredoras de Fomento, que dejan n¨ªquel la carretera todos los d¨ªas— y en un tran tran opi¨¢ceo del Europcar, el equipo del l¨ªder, Thomas Voeckler, a cuyo ritmo, m¨¢s o menos, se est¨¢ atravesando los Pirineos, con lo que eso significa.
Si para Alberto Contador, el d¨ªa fue la jornada de transici¨®n que tan bien le ven¨ªa —"la necesito", dijo en la meta de Luz Ardiden, "mi fuerte es la capacidad de recuperaci¨®n y ese d¨ªa de m¨¢s antes de Plateau de Beille me vendr¨¢ perfecto"—, para los seguidores, para todos los dem¨¢s, fue un d¨ªa de reflexi¨®n y dudas. De nostalgia para los viejos. De repaso a los 13 kil¨®metros de Luz Ardiden.
Uno cuenta que si los hermanos luxemburgueses no atacaron a Contador (y a Evans, un¨¢nimemente designado el ganador de la jornada), pese a o¨ªr c¨®mo resoplaba, pese a ver su pedalada dura, con m¨¢s fuerza y desde m¨¢s abajo —solo se movieron, con golpes de avispa, a cinco kil¨®metros de la cima en una etapa de 211 kil¨®metros— es porque temen al campe¨®n de Pinto, temen su reacci¨®n, lo que es normal, visto su historial de derrotas. Pero entonces, le recuerda otro, ?c¨®mo medimos a los campeones? ?Por qu¨¦ les admiramos si no es por su voluntad desmedida de desafiar a los que son m¨¢s fuertes? ?Por qu¨¦ admiramos a Oca?a, capaz de desafiar a Eddy Merckx, el can¨ªbal, siempre que pod¨ªa? Claro, aclara el listo, pero Oca?a no ten¨ªa SRM, en sus tiempos, los ciclistas se guiaban por el coraz¨®n, el instinto, la rabia, no por los vatios que marca su ordenador. Por eso se atrev¨ªan. Por eso no ten¨ªan l¨ªmites.
"Como un pensamiento puede hacerse obsesivo, as¨ª el SRM para los ciclistas", dice Pedro Celaya, el m¨¦dico del RadioShack, que pide a sus corredores que durante la etapa tapen la pantalla del ordenador de la bici en la que se ven los vatios que su cuerpo genera en cada instante. "Saberlo est¨¢ muy bien en el entrenamiento, para hacer el trabajo requerido, pero guiarse por ellos en una etapa, donde siempre, por definici¨®n, cuando se busca ganar, hay que ir a tope, es matar la competici¨®n". Los que los miran, los que se pasan el tiempo calculando cu¨¢nto gastan y cu¨¢nto les queda, no miran otras se?ales, las que emiten los rivales, su miedo, sus miradas. As¨ª las etapas se reducen a los ¨²ltimos kil¨®metros del ¨²ltimo puerto, donde los c¨¢lculos cuadran, donde un ciclista de los de ahora, como los Schleck, sabe que puede gastar 100 o 200 vatios sin entrar en zona roja, pero no m¨¢s. Donde gana el miedo. Lo que a Contador no le vino nada mal.
La indecisi¨®n de los hermanos, su miedo tambi¨¦n a quedarse solos, a que uno no aguante el ritmo del otro, no esconde, sin embargo, las dudas sobre Contador, que no pasan por su rodilla sino por su motor, en v¨ªsperas del puerto que en 2007 le transform¨®.
La gente del ciclismo sabe que si un ciclista usa un desarrollo m¨¢s grande de lo habitual, como Contador en Luz Ardiden, es porque no se siente fuerte. Es un s¨ªntoma de un mal d¨ªa. La duda razonable quiere preguntar si m¨¢s que un mal d¨ªa es un mal Tour lo que vivir¨¢ Contador, atormentado por el peso de un Giro en sus piernas, por unos primeros 10 d¨ªas de ca¨ªdas y tormentas, por tanta tensi¨®n externa. Solo Plateau de Beille, solo si los hermanos atacan, lo que Contador les reclama —"Sin duda tienen que hacerlo. Su situaci¨®n es bastante complicada porque en Luz Ardiden es como si hubieran desperdiciado un d¨ªa para meter tiempo a gente como Evans. Sin duda se tendr¨¢n que mover"—, si la tormenta estalla, pues, podr¨¢ aclararlo.
En la llegada se celebr¨® la victoria del arco¨ªris Hushovd, uno que cae simp¨¢tico, aunque m¨¢s simp¨¢tico parec¨ªa caer a la gente J¨¦r¨¦my Roy, que es de Tours y ha pasado en cabeza el Tourmalet y el
Aubisque un d¨ªa tras otro. Se conform¨® Roy con el maillot de lunares de rey de la monta?a, que junto al blanco joven de Arnold Jeannesson y el amarillo de Voeckler, conforma una bandera colorida que moment¨¢neamente satisface al pa¨ªs organizador.
Le falta a Francia el verde, pero ese se lo cede con gusto a Mark Cavendish, el m¨¢s publicitario de todos los ciclistas, y le permite alegre agarrarse al coche del equipo en los puertos duros para que no llegue fuera de control. Despu¨¦s, todos miraron esperanzados al Plateau de Beille, donde todos los que han ganado —Pantani, Armstrong, Contador—han terminado ganando el Tour.
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