El m¨¢s listo de la rotonda
Haedo se convierte en el primer corredor argentino en ganar una etapa en una de las tres grandes rondas tras superar a Pettachi y Bennati en Haro
Las etapas de transici¨®n son como algunos p¨¢rrafos de las novelas necesariamente largas que hay que escribir en estos tiempos: minuciosamente descriptivos u obligatoriamente enrevesados. Son como ¨¢reas de descanso o de cansancio en una narraci¨®n, seg¨²n se mire.
La etapa que acababa en Haro era un p¨¢rrafo largu¨ªsimo, de 200 kil¨®metros, entre el verde y el marr¨®n t¨ªpicamente riojanos, rodeados de vi?edos que invitan a la complacencia. Pero al final del p¨¢rrafo hab¨ªa unas l¨ªneas torcidas que conven¨ªa leer. Hablaban de alguien que hab¨ªa colocado una rotonda a escasos 300 metros de la meta con el ¨²nico af¨¢n de exigir a los ciclistas un poco m¨¢s de lo habitual, es decir, que a velocidad de v¨¦rtigo supieran interpretar que no era una rotonda (da igual sortearla por la derecha o la izquierda), sino un pase por la izquierda. Las locomotoras del pelot¨®n, enloquecidas, ansiosas, llegaron a la rotonda y la leyeron mal. Tiraron por la derecha, que era mucho m¨¢s larga que la izquierda. Y de ah¨ª surgi¨® Juanjo Haedo, un argentino, el primero que gana una etapa en una de las tres grandes vueltas por etapas, con el tiempo suficiente para levantar los brazos, atusarse el maillot, mirar al cielo y celebrarlo antes de haberlo conseguido, que es un placer impagable.
La rotonda fue, pues, como El Angliru de Haro, la gran dificultad, quiz¨¢s mal se?alizada, quiz¨¢s mal le¨ªda por los posesos de la carrera, en cualquier caso innecesaria cuando se dise?a una recta de sprint. En ese p¨¢rrafo apareci¨® el nombre de Haedo, un sprinter de Chascom¨²s (Buenos Aires), que, am¨¦n de conseguir un ¨¦xito importante, pas¨® a la historia del ciclismo de su pa¨ªs. Est¨¢ claro que la Vuelta ha apostado decididamente por la globalizaci¨®n.
Pero el p¨¢rrafo tambi¨¦n dej¨® otros versos sueltos. Por ejemplo, el de Purito Rodr¨ªguez, que se vio involucrado en una ca¨ªda masiva en el tramo final y dolorido en un brazo cedi¨® 11 minutos. Tambi¨¦n se fueron Boonen y Spezialetti debido a otra ca¨ªda. Y tambi¨¦n lo intento el Sky, en el llano, en la zona bacheada de la carretera, con un ligero viento que a punto estuvo de cortar el pelot¨®n y meter el miedo en el cuerpo del Geox del l¨ªder, Juan Jos¨¦ Cobo.
Cualquier bot¨ªn es bueno. Lo peque?o puede resultar muy grande. Aunque nunca se sabe d¨®nde nace una rotonda o una montonera y te manda a ninguna parte, la primera, y al suelo, la segunda.
Entre lo uno y lo otro, Cobo, casi sin quererlo, sum¨® dos segundos de margen en la etapa frente a Froome que anduvo disputando el sprint intermedio con el mismo objetivo. Aqu¨ª no se perdona nada. Un currusco de pan es un manjar, sabido que no queda mucho que comer.
A Haedo la confusi¨®n le vino bien. Fue el mas listo de la rotonda, all¨ª donde los GPS suelen volverte loco y donde las locomotoras del Leopard se hicieron un l¨ªo y eligieron el camino mas largo, el que no llevaba a ninguna parte.
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