La mitad de Navarro basta
El Madrid muestra su fuerza, pero paga la falta de continuidad ante un Bar?a con oficio - Barcelona - Caja Laboral, duelo de la final de la Supercopa
La primera competici¨®n, es decir la Supercopa, mide la chispa de los equipos que participan. Luego, la ACB suele medir la profundidad de la plantilla, la capacidad psicol¨®gica, la fortaleza f¨ªsica. Est¨¢ claro que ahora mismo el Madrid est¨¢ mas chispeante y el Bar?a suena a motor al ralent¨ª. Ambos han cambiado, es cierto, m¨¢s el Madrid que el Bar?a, y por se eso se antojaba que los motores pod¨ªan griparse por falta de engranaje entre las piezas. Y se grip¨® al principio el del Madrid cuando el Bar?a, sin exigirse en exceso, se fue hasta los 13 puntos de ventaja dando la sensaci¨®n de que apenas afrontaba un tr¨¢mite seg¨²n el guion previsto. Ni siquiera tiraba de Navarro, que estaba en el partido, pero fuera del partido. Cuesta creer que, cuando fue sustituido en el tercer cuarto, solo mostrara dos puntos, por tiros libres, en el marcador.
Barcelona, 74 - Real Madrid, 70
Barcelona Regal: Huertas (13), Navarro (12), Eidson (5), Lorbek (15) y Ndong (9) ¡ªcinco inicial¡ª; Sada (-), Ingles (2), Mickael (1), Wallace (8) y V¨¢zquez (9).
Real Madrid: Llull (12), Pocius (14), Su¨¢rez (4), Velickovic (4) y Begic (8) ¡ªcinco inicial¡ª; Sergio Rodr¨ªguez (4), Carroll (14), Mirotic (-), Reyes (2) y Tomic (8).
?rbitros: P¨¦rez Pizarro, Conde y Jim¨¦nez. Eliminados por faltas Begic (m.39) y Reyes (m. 40).
Segunda semifinal de la Supercopa de Espa?a: 8.230 espectadores en el pabell¨®n Bilbao Arena. La final, entre el Barcelona Regal y el Caja Laboral, se disputar¨¢ hoy (18.00, Teledeporte).
Para entonces, el Madrid, con el alma en un pu?o, decidi¨® dar un pu?etazo en la mesa y jugarse el alma. El t¨ªtulo importa lo que importa, si se gana ante el Caja Laboral, pero sobre todo interesa marcar distancias. Y el Madrid da la sensaci¨®n de ser un equipo con muchas alternativas y un esp¨ªritu corajudo. Lo primero le vale para alternar su juego. Lo segundo, para alterar el partido. Entre medias tiene el p¨¦ndulo del lituano Pocius, aplicado en el tiro (apelando a su origen), rap¨ªdismo en la salida, reboteador, rompedor. De sus entra?as resurgi¨® el Madrid.
El Bar?a, muy confundido en la segunda mitad, no encontraba a Navarro, al que no le sal¨ªa nada, al que no le entraba nada; sus bombitas parec¨ªan de confeti; su cara, un poema. Para colmo, el Madrid le robaba el rebote con dos gatos como Reyes y Su¨¢rez, cuando no Begic, que le dejaban al Bar?a sin m¨¢s argumentos que la envergadura de V¨¢zquez para resolver sus confusiones en el ataque. Marcelinho tampoco sab¨ªa desatar el nudo.
El Bar?a y el Madrid eran almas gemelas que entraban y sal¨ªan del purgatorio. Principio de temporada, chispa, voluntad, mu?eca, pulm¨®n. Inestabilidad. Luego, el partido reclamaba a los generales. El primero en aparecer fue Navarro, tan desva¨ªdo, pero tan est¨®ico, no tanto para anotar, que lo hizo, como para alterar la moral de la tropa, para dar ¨®rdenes en silencio, para transmitir exigencia y actitud. Llevaba dos puntos cuando se sent¨® en el banco y sum¨® 10 en el ¨²ltimo cuarto, cuando m¨¢s deprimido estaba su equipo y seguramente ¨¦l mismo, tan extra?o con guarismos tan bajos para su prestigio.
La respuesta madridista deb¨ªa ser Carroll, pero el Madrid, con buenas hechuras, se fue deshilachando como un vestido ajustado tras un enganch¨®n. Para que no faltara de nada, Eidson agarr¨® un rebote incre¨ªble en un momento decisivo, quitando la ¨²ltima oportunidad de reengancharse a un Madrid que se antoja variopinto, pero que no pudo ni con la versi¨®n reducida de Navarro.
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