Llorente gobierna el cl¨¢sico vasco

Un cl¨¢sico vasco es siempre un duelo singular, en esta ocasi¨®n un duelo al sol con 29 grados de temperatura a la hora del Angelus. Y el ¨¢ngel sonri¨® al Athletic, t¨¦cnicamente superior, ante una Real que jug¨® veinte minutos con el coraz¨®n sali¨¦ndosele de la boca, cuando el joven ??igo Mart¨ªnez se sac¨® el gol de la jornada, y quiz¨¢s del campeonato, al sorprender a Iraizoz desde casi 60 metros con un tiro duro y seco, como una jabalina lanzada al pecho m¨¢s que al aire. Era el gol que igualaba el que Fernando Llorente hab¨ªa conseguido en la primera mitad con un quiebro preciso y precioso y un juego de pies envidiable. Fueron algo m¨¢s que dos goles, dos golazos, dos obras de arte en un partido que se presum¨ªa m¨¢s industrial.

Pero el partido era de Fernando Llorente. Parec¨ªa el damnificado del nuevo esquema de Bielsa, la figura obligada a ejercer de laborante, sin la responsabilidad de que todos sus compa?eros le buscaran desesperadamente. Si era eso, ha aprendido la lecci¨®n y su chip ya est¨¢ conectado al del t¨¦cnico argentino. El tallo del Athletic no solo domin¨®, se dir¨ªa que con una facilidad insultante, el juego a¨¦reo, sino que adem¨¢s resucit¨® al otro Fernando, el que juega con los pies, el que regatea en un palmo de terreno, el que estaba escondido tantos a?os en el vestuario porque su equipo solo le miraba a los ojos y no a los zapatos. Suyo fue tambi¨¦n el segundo gol, con una puntera sutil a un centro muy tocado de Amorebieta que Demidov se trag¨®, mal colocado.

La Real tir¨® medio partido sin saber por qu¨¦. No se sab¨ªa si estaba dormida o pretend¨ªa jugar al contragolpe. Pero en plena adormidera, se encontr¨® a los dos minutos con una doble ocasi¨®n rojiblanca que primero salv¨® Bravo a De Marcos y despu¨¦s malogr¨® Susaeta. Dos ocasiones en una, en dos minutos de partido, a¨²n sin romper a sudar es todo un pron¨®stico an¨ªmico. Tocaba tanto el Athletic que la Real o se refugiaba o se romp¨ªa. Illarramendi tiene buenas trazas, pero parece, por su juventud, a¨²n escaso, como para dominar el centro del campo, pr¨¢cticamente sin ayuda (la frialdad de Mariga era como un cubito de hielo que resist¨ªa el sol s¨®lido de Anoeta). El Athletic, con Llorente de jefe, Gurpegui de capataz y Muniain de ingeniero, parec¨ªa dispuesto a robar el bal¨®n, marcar el tiempo del partido y asociarse con una facilidad pasmosa. Para colmo de la Real, Xabi Prieto, su term¨®metro futbolistico, era borrado del campo por el joven Aurtenetxe, tan impetuoso como listo para hacer que el l¨ªder realista jugase siempre hacia atr¨¢s, con ese pisoteo cl¨¢sico del bal¨®n, pero nada efectivo.

El Athletic, al mando de Llorente gobernaba el partido, aunque con el sable del gol pinchaba en hueso. Como un torero, mand¨® con la muleta, pero estaba manco con la espada. Hasta Muniain, muy sutil en los mano a mano con los porteros tropezaba con Claudio Bravo, magn¨ªfico toda la ma?ana salvo en un gesto antideportivo cuando quiso seguir jugando mientras Javi Mart¨ªnez ca¨ªa al suelo con traumatismo tor¨¢cico. Una mano de Gurpegui en su ¨¢rea que el ¨¢rbitro no pit¨® desquici¨® a la Real y al p¨²blico.

Los derbis son tambi¨¦n curiosos. Tienden a juguetear a veces con las circunstancias. ??igo Mart¨ªnez, un central, se coron¨® con un gol t¨ªpico de un 10 brasile?o de los de antes. Pero Llorente, el delantero centro del Athletic, le hizo dos goles, lo que enturbia la labor defensiva de los centrales realistas. Y ninguno de cabeza (aunque las toc¨® todas), ambos con el pie. El chispazo fue del central, pero el partido fue del delantero. Cuando eso ocurre, necesariamente gana el equipo del delantero.

Pudo haber goleado el Athletic, que a pesar de la victoria, sigue peleado con el porcentaje de acierto en funci¨®n de las ocasiones que genera. Ayer fall¨® ante Bravo (mucho m¨¦rito tuvo tambi¨¦n el chileno) una enciclopedia brit¨¢nica de oportunidades.

La Real malgast¨® tres cuartos de partido, pretendiendo vivir de esa taquicardia de 20 minutos que le dio un gol... desde su propio campo. Tras haber estado 45 minutos sin saber qu¨¦ hacer con el bal¨®n, sin saber por d¨®nde salir, sin saber c¨®mo buscar a su talism¨¢n Agirretxe, se encomend¨® al toque de corneta, al esp¨ªritu volc¨¢nico de dos laterales de largo recorrido como Carlos Mart¨ªnez y De la Bella, que acorralaron al Athletic y lo encajonaron en su ¨¢rea. Era como si el equipo de Montanier se hubiera duchado en el descanso y aclarado las ideas y el de Bielsa hubiera gozado de un ba?o turco que le dej¨® la tensi¨®n por los suelos. Para colmo rojiblanco, Javi Mart¨ªnez se lesion¨® en un choque con ??igo Mart¨ªnez abriendo algunas dudas en la defensa resueltas de urgencia por San Jos¨¦.

Fueron los momentos de la Real, especialmente cuando Griezmann, tras una p¨¦rdida tonta en el medio campo rojiblanco, envi¨® el bal¨®n al poste que pod¨ªa haber sido el 2-1 y una inyecci¨®n de adrenalina incluso exagerada. Tambi¨¦n tiene esa asignatura pendiente del gol el equipo de Montanier, que cuando quiso ir con todo, ya al final, ya no ten¨ªa nada, ni aliento para intentarlo. Se pobl¨® de delanteros y las ocasiones fueron de... Toquero.

Tras el ¨²ltimo susto blanquiazul, el Athletic volvi¨® a dominar el partido, el espacio y la combinaci¨®n, acumulando ocasiones, contragolpes, cerrazones a veces en la conducci¨®n del bal¨®n, alg¨²n individualismo (ll¨¢mese De Marcos o Muniain) que malograron ocasiones manifiestas de gol, mientras la Real comenzaba a comprender que salvo que otro disparo desde la grada de Anoeta volviera a sorprender a Iraizoz, las batalla era est¨¦ril. El portero rojiblanco se rehizo con un escorzo ¨¢gil a un cabezazo magn¨ªfico de Agirretxe.

Demasiado desequilibrio en ocasiones y en el tacto del partido, que acabaron por desequilibrar el cl¨¢sico en favor del que fue m¨¢s tenaz, m¨¢s constante, m¨¢s asociativo. Una tropa gobernada por un tallo, Llorente, que reivindic¨® su condici¨®n de futbolista habilidoso.

Real Sociedad 1 - Athletic 2