Pandiani resuelve el dilema

?lvaro, lo intent¨® y Pandiani lo consigui¨®. El primero estuvo a punto de lograrlo en una docena de ocasiones y el segundo lo consigui¨® en la primera oportunidad que tuvo. As¨ª de r¨¢pido lo logr¨® el uruguayo, que se ha propuesto sobrevivir a las futuras generaciones. Resopla el Espanyol, que no acostumbra a definir a la primera, y se hunde el Betis, que encarrila su quinto partido consecutivo sin ganar, un dolor de cabeza para el que no tiene remedio.

El planteamiento de Pochettino encontr¨®, sin embargo, una copia a carboncillo del otro lado. La capacidad de asociaci¨®n de Verd¨², Romaric ?de nuevo libre para galopar con viento de cara?, y Sergio Garc¨ªa es comparable a la del medio campo andaluz. Iriney mezcla con Ca?as y ¨¦ste con Be?at. La guida del pastel. Todo gira en torno a ¨¦l, es quien decide c¨®mo y hacia donde se ha de orientar el juego. El medio de Igorre es quien mejor ha comprendido el mensaje de Pepe Mel. Desde la retaguardia hasta arriba, pero siempre pasando por el centro del campo. No es que el Betis juegue de memoria, es que se conoce a s¨ª mismo. Ante el Espanyol pareci¨® aletargado por momentos, las cuatro derrotas consecutivas han apretado m¨¢s si cabe el cintur¨®n del t¨¦cnico, que nunca se encontr¨® demasiado c¨®modo con traje. Ayer de ch¨¢ndal, contempl¨® como el Espanyol asomaba por la banda derecha de su equipo. El culpable, un Javi L¨®pez que decidi¨® que cuanto m¨¢s tiempo estuviera en campo contrario m¨¢s tendr¨ªa que seguirle Rub¨¦n Castro, a pesar de que a mayor distancia de la porter¨ªa propia, m¨¢s toca correr despu¨¦s para recuperar la posici¨®n. No pareci¨® importarle.

De nuevo Pochettino coloc¨® a Sergio Garc¨ªa de falso extremo derecho. Delante ?lvaro se les ve¨ªa con los centrales para descubrir un hueco por el que asomar la patita. Lo consigui¨® en varias ocasiones a fuerza de esprint, punto flaco de una defensa contundente pero de escaso arranque. Suyas fueron las ocasiones m¨¢s peligrosas de la primera parte. El dominio del partido era del Espanyol, a pesar de que la velocidad de las tres puntas del Betis obligaron en ocasiones a H¨¦ctor Moreno, tap¨®n de la defensa perica, a salir de ese prisma atrasado desde el que acostumbra a controlarlo todo.

El asedio blanquiazul lleg¨® a noquear durante los primeros minutos de la segunda parte al Betis, que no sab¨ªa c¨®mo parar la sangr¨ªa de sus bandas, por las que Didac, por la izquierda, y Sergio Garc¨ªa, por la derecha, se divert¨ªan sin contemplaci¨®n. Pero el gol, ese aspecto externo, fr¨ªo, no aparec¨ªa. Algo que aumenta la frustraci¨®n, eleva la tensi¨®n y crea cortocircuitos, de los que viv¨ªa el Betis. Colgado m¨¢s que nunca de las manos de Casto, el ¨²nico que mantuvo la cabeza seca durante la tempestad, se refugi¨® en la batalla. En el cuerpo a cuerpo, donde flojea el Espanyol. Respir¨® gracias a la habilidad de Pereira y de Rub¨¦n Castro, que se aburrieron de ver la espalda de sus marcadores. A pesar del empe?o, las dificultades del conjunto andaluz para crear oportunidades de gol son manifiestas. Su arte muere al enfilar la porter¨ªa, no encuentra el ¨¢ngulo por el que mirarla.

Con Be?at fuera de combate, el norte aguardaba aun m¨¢s lejos. La falta de punter¨ªa de ?lvaro era la mejor noticia, algo que esconde un p¨¦simo mensaje. Que el gol se esconda de las botas de un jugador no implica que desde?e las de otro. La cabeza de Pandiani suele atraer al bal¨®n con facilidad y as¨ª fue. Con Didac sobre el campo, los centros suelen prodigarse y en medio de ellos emergi¨® la testa del Rifle para rematar la pelota al fondo de la red. Gracias a Pandiani el Espanyol conquist¨® su tercera victoria consecutiva, que fue la quinta derrota seguida del Betis. El viento sopla de cara en Cornell¨¤.

Espanyol 1 - Betis 0