Al Atl¨¦tico le pierden las prisas
El equipo de Simeone no pasa del empate ante el Racing porque al estupendo contragolpe le puso un remate atrofiado
El nervio del Atl¨¦tico es irrefrenable. Le va la marcha. Tres toques y se planta en el ¨¢rea adversa. Pretende azuzar el duelo hasta el l¨ªmite, sin tiempo para la pausa ni ganas para la reflexi¨®n. Pero se agita a s¨ª mismo y su f¨²tbol, lejos de ser adictivo, se expresa al contragolpe. No es un grito de socorro ni un admin¨ªculo de urgencia, es una forma de vida, la que exige la hinchada, la que evangeliza el t¨¦cnico y la que practican los jugadores. Es el juego el¨¦ctrico, el ataque a arreones, las contras con sentido, sobre todo porque Arda Turan y Diego son geniales en el pase, porque Adri¨¢n corre que se las pela y porque Falcao le echa el lazo a cualquier bal¨®n falto de cari?o. Pero de tanto correr, le pudieron las prisas y se perdi¨® en la definici¨®n, atrofiada en el peor de los momentos.
RACING, 0 - ATL?TICO, 0
Racing: To?o; Alvaro, Torrej¨®n, Bernardo, Cisma; Diop, Gull¨®n, Adri¨¢n (Munitis, m. 69), Arana (Acosta, m. 59); Jairo y Stuani (Babacar, m. 84). No utilizados: Mario; Christian, Francis y Bedia.
Atl¨¦tico: Courtois; Juanfran, Perea, Dom¨ªnguez, Filipe Luis; Gabi, Tiago (Mario Su¨¢rez, m. 43); Adri¨¢n, Diego, Arda Turan (Pizzi, m. 70); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Silvio, Regal¨®n, Salvio y Koke.
?rbitro: Estrada Fern¨¢ndez. Mostr¨® la cartulina amarilla a Filipe Luis, Arda Turan, Diop, Tiago, Stuani, Gabi, Acosta y Munitis.
El Sardinero. Unos 13.000 espectadores.
No le import¨® al Racing la falta de deliberaci¨®n en el juego, acostumbrado a la nada, a subir la cremallera y arremeter tambi¨¦n con la contra. Se siente c¨®modo sin la pelota entre los pies, sin exigencias ni pretensiones, m¨¢s all¨¢ de disponer de dos ocasiones y de engatillar una. Pero solo tuvo una oportunidad ante el Atl¨¦tico, equipo excelente en el repliegue, p¨ªcaro para la falta t¨¢ctica e imperial en su ¨¢rea, toda vez que Courtois en un portero de los pies a la cabeza, imbatido ya en seis encuentros, solo por detr¨¢s del registro hist¨®rico de Abel Resino y sus 1.274 minutos. As¨ª, Adri¨¢n sali¨® de un recorte y prob¨® un disparo donde duele, raso y ajustado al palo. Pero Courtois le dio la r¨¦plica en una estirada soberbia, hasta el punto de que absorbi¨® el bal¨®n. Se acab¨® lo que se daba para el Racing menos para To?o, el otro de guantes, el otro h¨¦roe.
Anulado el Racing, obligaci¨®n de un Simeone que prefiere tener granito a dinamita, el Atl¨¦tico oteo el horizonte. Y solo tiene un lenguaje, el del arre¨®n. Nada mejor para Adri¨¢n, estupendo para los duelos abiertos, velocista como pocos, sobre todo con el bal¨®n pegado a la bota. Sus carreras descompusieron a Cisma y descascararon al Racing, pero las prisas por rematar, quiz¨¢ las ansias por el gol, encasquillaron el gatillo. Contras de manual y remate desafortunado. Peor que un dolor de muelas.
Obviados por completos Tiago y Gabi, que limitan sus funciones al orden y al corte, Arda y Diego asumieron el papel de cerebros. Un papel que les va a la medida, pero que se les complica porque deben expresarse cerca del ¨¢rea rival. El Atl¨¦tico no triangula, al menos en la ra¨ªz ni la confecci¨®n del juego, por lo que ambos deben seguir a Falcao, bregador infatigable, surtidor de balones y de segundas jugadas. Con el cuero en el c¨¦sped, llega el arte. Como ese centro de Diego que Falcao remat¨® demasiado centrado; como esa asistencia del brasile?o a Luis Filipe, atenazado en la definici¨®n; como ese taconazo que le regal¨® Arda Turan a Adri¨¢n, incapaz de ponerle el lazo porque To?o, extraordinario, redujo la porter¨ªa a tiempo... Y si faltaba To?o, aparec¨ªan los palos. Qued¨® claro cuando Turan le devolvi¨® una pared a Diego que, est¨¦ril en el remate, estamp¨® en el bal¨®n en el poste. Y lo subray¨® Falcao, que recogi¨® un rechazo y, acelerado, como si pensara que el gol le deb¨ªa una, atac¨® mal a la pelota para enviarla al palo cuando lo dif¨ªcil era fallarla.
Para el Racing, que debi¨® cobrarse un penalti de Gabi -toc¨® el esf¨¦rico con la mano en el ¨¢rea-, el empate fue un premio m¨¢s que generoso. Para el Atl¨¦tico fue un castigo, una lecci¨®n de que las prisas son malas consejeras.
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