Cristiano vale por 10
El portugu¨¦s bate con tres goles a un voluntarioso Levante, descuartizado tras la pejiguera expulsi¨®n de Iborra al filo del descanso, y pone al Real Madrid con una decena de puntos sobre el Bar?a
La Liga no es un cuerpo a cuerpo. Ya lo sabe este Madrid, vencido en sus duelos con el Bar?a, pero indestructible ante otros adversarios. El Bar?a gobierna al Madrid en sus pulsos, como si la Liga fuera a dos partidos. Nada que ver con este Madrid, que se somete a los azulgrana en la medida en que somete al resto de equipos. Justo lo que demanda un campeonato de larga distancia. El Madrid tiene el aliento que le falta al Bar?a, que se vio ganador con un par de escenas. La pel¨ªcula es otra y Cristiano, tres veces goleador ante el Levante, es hoy m¨¢s protagonista que Messi, que solo se deja ver por casa, como su equipo. El Madrid es otra cosa. El Bar?a solo fue un interruptor temporal. Antes y despu¨¦s, el equipo de Mourinho vuela porque tiene plantilla, f¨ªsico, talento y apetito. Lo demostr¨® ante el Levante por en¨¦sima vez. No se alter¨® ante el gol inicial de los granota, conquist¨® el campo y el juego y venci¨® a su rival golpe a golpe. Y no sin estilo. Es un invasor. Conquista al contrario a partir de atizar la hoguera. Cuando quiere, el Madrid es una avalancha, un equipo huracanado.
REAL MADRID, 4 - LEVANTE, 2
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Ramos, Coentr?o; Granero (Khedira, m. 76), Xabi Alonso; ?zil (Kak¨¢, m. 80), Cristiano, Benzema; e Higua¨ªn (Callej¨®n, m. 66). No utilizados: Ad¨¢n; Albiol, Carvalho y Sahin.
Levante: Mun¨²a; Javi Venta, Ballesteros, Cabral, Del Horno; Farin¨®s, Iborra; El Zhar (Pallard¨®, m. 46), Valdo (Botelho, m. 76), Serrano; y Kon¨¦. No utilizados: Keylor; P. L¨®pez, Juanfran, Ghezzal y Rub¨¦n.
Goles: 0-1. M. 4. Cabral. 1-1. M. 44. Cristiano, de penalti. 2-1. M. 50. Cristiano. 3-1. M. 57. Cristiano. 3-2. M. 63. Kon¨¦. 4-2. M. 65. Benzema.
?rbitro: Undiano Mallenco. Expuls¨® a Iborra (m. 43) por dos tarjetas amarillas y amonest¨® a Serrano, Ramos, Pepe y Cabral.
Unos 70.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
No necesitaba el Madrid de Undiano, uno de esos millones de ¨¢rbitros que arrancan bien en su carrera y a la primera que tienen un par de titulares se entregan a las causas de los grandes, sean los que sean. Volcado el Madrid, bien guiado por Alonso y Granero, al colegiado le dio por pitar un penalti existente al filo del descanso, pero el nombre de Iborra nada le dijo. Le expuls¨® porque s¨ª, aunque el chico estuviera echando un vistazo a las estrellas y ni se enterase de que el bal¨®n le aterrizaba en las manos. Ya ten¨ªa una tarjeta por una falta, sin m¨¢s, en medio campo. Mucho m¨¢s mereci¨® Sergio Ramos, que pate¨® sin bal¨®n a Del Horno, pero en las ¨¢reas de los grandes los ¨¢rbitros tiritan. No obstante, por m¨¢s que mediara Undiano, que antes de atemorizarse en Chamart¨ªn hab¨ªa anulado un gol legal a Benzema -complicado para el asistente, que bien pudo interpretar que Higua¨ªn desvi¨® la pelota, aunque no fue as¨ª-, el Madrid hizo sus m¨¦ritos de espaldas al ¨¢rbitro. Y no fueron pocos. Si Cristiano fue el punto final, Ramos fue el sustantivo y ?zil y Benzema los mejores adjetivos de un Madrid que demostr¨® una solvencia extraordinaria. Incluso con un gol en contra. Al Madrid ya no le pueden les prisas.
Ya es costumbre que el Madrid conceda ventaja a sus adversarios. Le va la ¨¦pica, como si solo amaneciera cuando el rival prende la mecha. A la primera lo hizo el Levante. Sin llegar a los cinco minutos, Farin¨®s lanz¨® una falta lateral; Sergio Ramos, en su ¨ªmpetu por llegar a todas, desvi¨® el bal¨®n con la coronilla y Cabral emboc¨® con la cabeza. Para la mayor¨ªa de los visitantes no suele ser un buen presagio adelantarse pronto en el Bernab¨¦u. Cuando sucede, el Madrid se desboca, el rival se tapa de forma prematura y el partido se le alarga varias lunas.
Le ocurri¨® al conjunto granota, del que no hubo noticias tras la diana. Plant¨® el dique ante Mun¨²a, su portero, y quiso convertir en minutos los segundos. Al contrario, no se precipit¨® el Madrid, que jug¨® como el l¨ªder que es, s¨®lido, fiable, firme y con pies de plomo. Pocos son los que no se van a la lona ante este equipo, con m¨¢s aire de heavy-metal que de violonchelista. Lo mismo da. No hay qui¨¦n le resista. Y m¨¢s cuando se enchufa Cristiano, que no falla penaltis, cabecea y tiene truco en su empeine derecho. Certero para el empate en el penalti, el portugu¨¦s lleg¨® puntual a un centro de Higua¨ªn reci¨¦n abierto el segundo acto y se retrat¨® con un tercer gol para el Prado: es un genio. Su golpeo a la pelota desde fuera del ¨¢rea y casi desde la orilla izquierda fue propio de un ilustrado, de un elegido. El bal¨®n cogi¨® vuelo y lleg¨® a la pista de forma violenta en los morros del portero uruguayo. Un gol tan de Cristiano como de Roberto Carlos, que en su noche de gala en Chamart¨ªn recibi¨® el mejor homenaje posible de otro grande muy grande, de Cristiano. Discutido en el mano a mano ante el Bar?a, hoy lleva al Madrid a mil por hora hacia el t¨ªtulo de Liga. Este Cristiano, ?con 27 goles en el campeonato!, vale por 10, los puntos por los que el Madrid ni siquiera ve a los barcelonistas por el retrovisor. La Liga es suya y nada m¨¢s que suya. Este campeonato no es cosa de dos. Lo sabe el Madrid y tarde se ha enterado el Bar?a.
Enredo fatal en el ¨¢rea
El Madrid asediaba el ¨¢rea del Levante cuando un centro sali¨® rebotado en vertical hacia el cielo. La pelota peg¨® en un defensa y subi¨® unos 30 metros, a la altura del primer anfiteatro, antes de caer como una piedra a un par de metros del palo izquierdo de Mun¨²a.
Para Iborra, el mediocampista del Levante que acudi¨® a controlar ese bal¨®n, los segundos debieron de estirarse angustiosamente mientras el objetivo descend¨ªa sobre su cabeza. Estaba rodeado de rivales a los que no pod¨ªa ver sin quitar la mirada del esf¨¦rico y se puso nervioso. Su situaci¨®n, m¨¢s propia de un jugador de rugby, no era corriente. Quiz¨¢s dud¨® entre dormir la pelota con el empeine y despejarla en el aire para evitar que alg¨²n madridista se la disputase. Pero acab¨® control¨¢ndola con los pies y manote¨¢ndola. Le pudo el impulso instintivo que, d¨ªa a d¨ªa, los futbolistas trabajan para reprimir. El ¨¢rbitro, Undiano Mallenco, le mostr¨® la segunda tarjeta amarilla y la roja subsiguiente y dictamin¨® penalti.
As¨ª acab¨® la gesta del Levante en el Bernab¨¦u. As¨ª acabaron los 45 minutos en los que el equipo valenciano se impuso a su adversario y aguant¨® el vendaval.
El penalti propici¨® un duelo de egos. Mun¨²a ofreci¨® a Cristiano su palo derecho dando un paso hacia la izquierda y el portugu¨¦s, torero, se lo coloc¨® pegado al palo izquierdo. Fue una bala. Casi como el cabezazo que meti¨® en el 2-1, que desat¨® la emoci¨®n de Chamart¨ªn. "?Cristiaaanooo...!", le cant¨® el grader¨ªo. Los decibelios del homenaje se duplicaron con el 3-1. Nunca la hinchada alab¨® con tanta fuerza a su delantero como despu¨¦s de ese remate con efecto diab¨®lico de ca¨ªda. Cristiano se lo dedic¨® a Jos¨¦ Mourinho, con quien se fundi¨® en un abrazo. El p¨²blico lo festej¨® con ¨¢nimo de alir¨®n.
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