Lin, ante el conflicto racial
El base no solo tiene ¨¦xito sino que tambi¨¦n es una estrella, y no triunfa con el cerebro como se supone que hacen los asi¨¢ticos


Con la velocidad con la que se moldea un fen¨®meno en estos d¨ªas, Jeremy Lin es hoy la mayor celebridad de Estados Unidos. Y con la fertilidad con la que se extraen consecuencias de cualquier cosa, su ascenso supers¨®nico ha provocado ya impacto econ¨®mico, conmoci¨®n deportiva y un variado e intenso debate social.
Una parte de ese debate se mantiene, por delicadeza, discretamente soterrado: el de su repercusi¨®n racial. Todo lo que tiene que ver con la raza se trata en este pa¨ªs con enorme prudencia, por obvias razones que tienen que ver con su diversidad y su historia. La raza y el deporte son asuntos que conectan muy frecuentemente, pero siempre se aborda aqu¨ª con tacto o simplemente se ignora, ya se trate de la realidad de que la inmensa mayor¨ªa de los quarterbacks de la historia de la NFL son blancos o que, en un pa¨ªs que posee todos los r¨¦cords de la nataci¨®n, ninguno de ellos le corresponda a un afroamericano.
En el caso de Lin cobra un valor relevante el hecho de que sea asi¨¢tico. Chino, para mayor precisi¨®n; originario de Taiw¨¢n y, por tanto, parte de la comunidad china de EE UU. Esto tiene cierta trascendencia en el conflicto sobre la soberan¨ªa de la gran isla en el mar de China. Y hasta podr¨ªa jugar un papel en una eventual ¡°diplomacia del baloncesto¡± para aproximar culturalmente a los dos colosos del mundo en la actualidad.
Su irrupci¨®n en la NBA ha provocado cierta confusi¨®n entre los afroamericanos
Pero, de momento, su efecto es principalmente de car¨¢cter nacional. En primer lugar es un motivo de orgullo para la comunidad asi¨¢tico-americana, que progresa enormemente, pero siempre a la sombra, sin llamar la atenci¨®n, sin acaparar portadas. Lin no solo tiene ¨¦xito sino que tambi¨¦n es una estrella. Y no triunfa con el cerebro, como se supone que hacen los asi¨¢ticos. No, triunfa con su cuerpo, con sus m¨²sculos, un ¨¢rea en la que se les ten¨ªa por inferiores. Como afirma la escritora Deanna Fei, ¡°es innegable que Lin es un tipo con pelotas, algo que, obviamente, era ya cierto en otros hombres asi¨¢ticos, pero que ahora Lin est¨¢ demostrado de una forma que se har¨¢ dif¨ªcil de refutar hasta para el racista m¨¢s gilipollas¡±.
No lo refuta el mism¨ªsimo Kobe Bryant, que ayer elogi¨® p¨²blicamente el juego de Lin. Pero no hay duda de que la irrupci¨®n de Lin en el primer plano de la NBA ha provocado, cuando menos, cierta confusi¨®n entre los afroamericanos. Este, no nos enga?emos, ha sido siempre un deporte de negros al que algunos blancos han jugado medianamente bien y en el que solo uno, Larry Bird, ha merecido el trato de leyenda. Casi todos los dem¨¢s, desde Wilt Chamberlain hasta LeBron James ¨Co m¨¢s, si hablara un experto- han sido afroamericanos.
Esa comunidad, a la que los hispanos ya han arrebatado el t¨ªtulo de primera minor¨ªa y a la que los asi¨¢ticos rebasan cada d¨ªa en las estad¨ªsticas de progreso y bienestar, est¨¢ acostumbrada al infortunio y al agravio, unos estereotipados y otros aut¨¦nticos. Es duro, no solo para los afroamericanos, que cada vez que se hable de los genios de la ingenier¨ªa o la tecnolog¨ªa, los imagine uno con rasgos asi¨¢ticos. ?Solo faltaba llevar ahora esos prejuicios a la canasta!
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