Natxo Biritxinaga, toda una vida en rojo y blanco
Naci¨® en San Mam¨¦s y fue masajista del Athletic durante 42 temporadas
Si el destino existe, a Natxo Biritxinaga le eligi¨® sin un asomo de duda. Que iba a ser del Athletic se lo dijo el d¨ªa que naci¨®, un 19 de octubre de 1932, en el mism¨ªsimo San Mam¨¦s, a la izquierda de la antigua general donde hoy se eleva la Tribuna Este, antes de que sea derruida en breve para dar paso al nuevo San Mam¨¦s. All¨ª naci¨® y all¨ª vivi¨®, oliendo la hierba de La Catedral desde el primer aliento. Seguramente en casa de sus padres ol¨ªa tambi¨¦n a linimento y abundaban las cremas que alivian los gemelos de los deportistas. Cuando sucumbi¨® la vieja general de San Mam¨¦s, todos de pie, salvo un par de filas de privilegiados que ten¨ªan banco corrido de fr¨ªa piedra, Natxo Biritxinaga se mud¨® muy lejos de la renovada Catedral... a 20 metros, en la calle Luis Bri?as, donde tambi¨¦n se aspiraba el olor de la hierba.
Que Natxo Biritxinaga iba a ser masajista estaba tambi¨¦n escrito. Su padre, Perico Birichinaga, lo hab¨ªa sido casi todo en el club: utilero, masajista e incluso entrenador ocasional en 1938, en plena Guerra Civil, con apenas 10 partidos disputados entre la barbarie. Hijo de masajista y primo de masajista, Guillermo Perdiguero, otra instituci¨®n en el engranaje rojiblanco. Si Anto?ete estaba predestinado a ser torero, tras nacer y vivir en Las Ventas, Biritxi casi no pod¨ªa ser otra cosa que masajista del Athletic. Lo contrario, en vez de a hierba, hubiera olido a traici¨®n. Y lo fue durante 42 temporadas consecutivas, conviviendo con 24 entrenadores distintos hasta que abandon¨® el club en 1998. Se fue con 3 Ligas y 5 Copas, muy unido a Javier Clemente, que le llev¨® al primer equipo, donde fue el eslab¨®n que un¨ªa el viejo Athletic, el hist¨®rico, el de la general de pie, y el emergente, el nuevo campe¨®n, el de las tribunas. ?l era el com¨²n denominador.
Aquel d¨ªa, en la final de 1984, frente al Barcelona de Maradona que el Athletic gan¨® en un partido tenso y terso, pu?etazos incluidos, Biritxinaga relaj¨® el ambiente disfraz¨¢ndose de la estrella del aer¨®bic televisivo Eva Nasarre. Ning¨²n entrenador hubiera encontrado mejor forma de limar tensiones (aunque luego ocurri¨® lo que ocurri¨®) para devolver el f¨²tbol a su espacio natural: el de la diversi¨®n, el del placer de jugar. Ayer se fue dejando atr¨¢s ese perfume a hierba. Nunca se sabr¨¢ si el destino le eligi¨®, pero s¨ª que pudo corroborar que en Bilbao, como dijo Kubala, siempre ol¨ªa a f¨²tbol.
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