El futuro de Guardiola
Puede que corra el riesgo de Mr. Pentland, que dej¨® al Athletic cuando se sinti¨® "demasiado amigo de los futbolistas"
Un a?o despu¨¦s de que Guardiola firmara su renovaci¨®n por el Bar?a para la temporada en curso, no hay noticias sobre sus intenciones para la pr¨®xima. La maquinaria est¨¢ paralizada, incluso en una semana sin competici¨®n, momento que antes se aprovechaba para solucionar asuntos como el de la continuidad del entrenador. Ocurre que con el tiempo aumentan las dudas del t¨¦cnico y hoy no se sabe muy bien qu¨¦ circunstancias deben concurrir para que Guardiola comunique su decisi¨®n.
?Acostumbrado el f¨²tbol a que el presidente resuelva sobre el entrenador, es extraordinario que sea el t¨¦cnico quien tenga en ascuas al barcelonismo, extremo que confirma la excepcionalidad que concurre siempre en Guardiola. Hay aspectos que participan de una cierta normalidad. Sacchi, por ejemplo, dej¨® el Milan al cabo de cuatro a?os, porque ¡°estaba cansado, agotado, roto¡±, decisi¨®n de la que se arrepinti¨®. A Guardiola, contracultural como Sacchi, le pasa m¨¢s o menos lo mismo, y tiene tambi¨¦n miedo a equivocarse, con la diferencia de que su sentimiento barcelonista es m¨¢s extremo que el del entrenador italiano con el club rossonero. A Mourinho, por contra, le resulta m¨¢s f¨¢cil motivarse porque busca permanentemente escenarios distintos.
Guardiola es un entrenador a la medida del Bar?a, y como tal, no solo se pregunta si dispone a¨²n de la energ¨ªa suficiente para continuar y tomar las decisiones que se imponen sino que se plantea cu¨¢l es su cuota de responsabilidad en los 10 puntos que le saca el Madrid. Ha asumido tanta responsabilidad y funciona tan bien como l¨ªder carism¨¢tico cul¨¦ que a menudo se le adivina un futuro como presidente del club. La condici¨®n de barcelonista, sin embargo, no ha sido precisamente la mejor garant¨ªa para saber gestionar su propia carrera. No tuvo una buena salida del Camp Nou, quiso jugar en la Juve y acab¨® en el Brescia, no lleg¨® al f¨²tbol ingl¨¦s sino que disput¨® las ligas de Qatar y M¨¦xico y cuando quiso regresar como director deportivo se aline¨® en la candidatura perdedora de las elecciones al Bar?a. As¨ª que, hasta cierto punto, es normal que dude tras las muchas cosas que le han pasado en el club de su vida. Y hasta puede que en el fondo se interrogue si no corre el riesgo de que le pase lo mismo que a Mr. Pentland, aquel t¨¦cnico que dej¨® al Athletic cuando se sinti¨® ¡°demasiado amigo de los futbolistas¡±.
Habr¨ªa que saber entonces hasta qu¨¦ punto la directiva es capaz de dar al entrenador la energ¨ªa que necesita para renovar. A Rosell no le debe ser f¨¢cil tratar con Guardiola. El presidente entiende que ha puesto todos los medios para convencer al entrenador y queda a la espera. El problema es que no se sabe si act¨²a por inter¨¦s o por complicidad. Rosell supo dar con Ronaldinho cuando fracas¨® el intento cruyffista de fichar a la triple A: Albelda, Ayala y Aimar. Y, como vicepresidente deportivo tambi¨¦n, ten¨ªa preparado un plan B para sustituir a Rijkaard. El reto del ahora presidente ser¨ªa, por tanto, convencer a la gente de que es tan capaz de encontrar al sustituto de Guardiola como de asegurarse antes su continuidad en el banco.
La experiencia vivida en el filial con Luis Enrique no es nada tranquilizadora porque se barajaron t¨¦cnicos contrapuestos (Unzu¨¦, ?scar Garc¨ªa, Agn¨¦) para sustituirle hasta que Zubizarreta se decidi¨® por Eusebio. La anunciada salida de ?scar del equipo juvenil replantea las funciones del entrenador del B: ?est¨¢ al servicio del club, de Guardiola o se trata de un cargo para la promoci¨®n personal?
Podr¨ªa ser, por tanto, que el proceso de renovaci¨®n de Guardiola exigiera m¨¢s tiempo de reflexi¨®n que el habitual, que por otra parte, no se sabe por qu¨¦ tiene que ser necesariamente en febrero. Al fin y al cabo, si era el propio Guardiola el que se reservaba el inicio de a?o para anunciar que se quedaba, ahora est¨¢ en su derecho de pedir m¨¢s tiempo para madurar su respuesta. Aunque a muchos barcelonistas les parezca una cursilada, sobre todo a los que ya le recriminaron su adi¨®s como futbolista despu¨¦s de tratarle como si tuviera la peste, Guardiola necesita sentir la misma emoci¨®n que en su d¨ªa le llev¨® a dirigir al filial, en lugar de ocupar un despacho, y una temporada despu¨¦s al primer equipo.
Pasional por naturaleza, renovar¨ªa ahora si le aseguraran que el Madrid se tiene que jugar la Liga en el Camp Nou de la misma manera que el Bar?a la tuvo que ganar siempre en el Bernab¨¦u. Tan f¨¢cil y tan dif¨ªcil como los 50 metros que separan su despacho del de Zubizarreta, la ¨²nica persona cuya sensatez e inteligencia puede hacer que la renovaci¨®n de Guardiola no sea un melodrama.
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