Susaeta decide un cl¨¢sico muy cl¨¢sico

Por si no hab¨ªa ambiente, comenz¨® a llover. Y por si faltaba aires de cl¨¢sico sali¨® un viento de anta?o. Y como faltaba calor se llen¨® el campo, con unos centenares de aficionados realistas (los que cab¨ªan por cupo de entradas). Y por si no hab¨ªa tensi¨®n hubo 10 tarjetas, y un rifirrafe entre Susaeta y Calos Vela. Y para que hubiera pol¨¦mica, hubo un gol fantasma que una vez quitada la s¨¢bana en televisi¨®n se vio que era gol legal de Carlos Vela, y que adem¨¢s fue precedido de una mano de Iraola, que hubiera sido penalti y expulsi¨®n. Aunque, seg¨²n la ley del colegio (y del reglamento), penalti contra gol, gol.

Era el partido an¨ªmico, que result¨® equilibrado entre un Athletic m¨¢s elaborado y una Real jugando a trompicones. Pero el f¨²tbol m¨¢gico era cosa del Athletic y en especial de un futbolista que resume el arte y la filigrana de un equipo que se ha deshecho de viejos fantasmas y ha encontrado una personalidad m¨¢s acorde con sus caracter¨ªsticas deportivas. Le pas¨® a la Real lo que le ocurri¨® en Anoeta en la primera vuelta, que se pertrech¨® tanto en la primera mitad, exhibi¨® tanto el miedo, que el Athletic lo entendi¨® como asunci¨®n de inferioridad y empez¨® a carburar al amparo de un Susaeta genial, como envidioso de la profusa presencia internacional de sus compa?eros, algo que le ha dejado en un segundo plano. Ante la Real fue el actor principal, aunque se tratase de una obra colectiva, coral, como lo fue el primer gol: un acto soberbio de inteligencia y precisi¨®n. Hasta cinco futbolistas tocaron al primer toque el bal¨®n, tejiendo una madeja en la esquina del ¨¢rea para que Iraola la pusiera por raso y Susaeta, que hab¨ªa iniciado el baile, la empujara mansa y precisa a la red. Fue un ejercicio magistral que incendi¨® San Mam¨¦s y que le oblig¨® a la Real a despojarse de sus miedos.

Montanier hab¨ªa renunciado al delantero cl¨¢sico, Agirretxe, para jugar con dos futbolistas de movilidad como Griezmann y Carlos Vela, pero el tap¨®n que hab¨ªa dispuesto el Athletic con Javi Mart¨ªnez por delante de los centrales los desactiv¨®. Fueron sombras que solo aparecieron en momentos muy puntuales, malgastando el esfuerzo supremo de futbolistas como Markel Bergara, que recorri¨® metro a metro todo el estadio de San Mam¨¦s.

Lo que m¨¢s distancia al Athletic de la Real es la concepci¨®n del juego, la autoestima y la t¨¦cnica

Pero hoy por hoy lo que m¨¢s distancia al Athletic de la Real es la concepci¨®n del juego, la autoestima y la t¨¦cnica para desarrollarlo. Con Javi Mart¨ªnez de tap¨®n, al parecer sin licencia para subir, Susaeta omnipresente amarg¨¢ndole la vida no solo a Cadamuro, sino a toda la defensa realista, el Athletic puso tierra de por medio y pudo sentenciar cuando el extremo rojiblanco lanz¨® al larguero una libre directo, que solo anunciaba el segundo gol, de id¨¦ntica factura pero un cent¨ªmetro menos elevado para alcanzar la red.

La Real hab¨ªa aprendido la lecci¨®n y se apoder¨® de la pelota en la segunda mitad, cuando encontr¨® un pasillo por el costado derecho. Entonces lleg¨® el gol (legal) de Carlos Vela que el ¨¢rbitro no vio, y un segundo anulado por fuera de juego al delantero mexicano. Eran las pocas balas que ten¨ªa y las perdi¨® en dos disparos, uno certero, otro equivocado. Y el Athletic que tard¨® mucho y mucho en recuperar su pulso. Bielsa retir¨® a un Llorente l¨¢nguido y f¨ªsicamente disminuido, y luego a un Muniain intermitente. Pero dej¨® a Susaeta, que en otra falta magistral super¨® la estirada de Bravo (portentoso todo el partido) para sentenciar un encuentro que tuvo dos mitades, pero no iguales. Fue mejor el Athletic cuando fue superior que cuando la Real hizo lo propio. Y adem¨¢s ten¨ªa a Susaeta, guipuzcoano por m¨¢s se?as.