La sabia mano de Allegri
Alejado del ruido, el técnico ha transformado al Milan en un equipo más veloz y competitivo
El Milan no es el mismo equipo que se encontró el Bar?a en la liguilla de clasificación de la Champions; viste igualmente con el 4-4-2 en rombo, pero juega y piensa a más velocidad para ser más competitivo.
Personalidad. Allegri está cerca de cuadrar el círculo. Aterrizó en el Milan hace dos temporadas sin experiencia en la gestión de un gran vestuario en el que convivían egos de todos los colores. Desde los más especiales, como Ronaldinho, Robinho, Cassano, Ibrahimovic y Boateng, hasta futbolistas con galones de la talla de Nesta, Gattuso, Abbiati, Ambrosini, Zambrotta y Seedorf, pasando por el futuro ilusionante de Pato y Thiago Silva. Sin hacer ruido, gestionó la química del grupo, ganó el scudetto y empezó a caminar hacia una dirección futbolística que exigía una selección natural del grupo. Su Milan vive ahora mismo el momento más dulce, camino de la segunda Liga consecutiva y con los pies en los cuartos de final de la Champions, pero sobre todo se distingue por el buen crecimiento colectivo del equipo. Ha repartido y consolidado el reparto de roles, ha mutado la naturaleza del plan transformando una espera pasiva en una búsqueda activa y ha ganado seguridad en la manera de expresarse. Aunque continúa separando sin rubor el orden y la disciplina defensiva de la libertad para explotar el talento individual en ataque, ha estirado la presión a la salida de balón rival, ha aumentado su intensidad —tanto sin balón como con él— y ha mejorado su autoestima. No ha perdido la clásica paciencia italiana que le permite vivir a remolque un partido para resolverlo con acciones episódicas, pero cada vez su juego tiene más continuidad.
La defensa. La baja de Thiago Silva puede condicionar tanto al equipo en esta asignatura como una hipotética de Ibrahimovic en ataque. El brasile?o mejora a su pareja central porque es puntual en la anticipación, dominante en el cuerpo a cuerpo y rápido e intuitivo en la corrección de espacios. Influye notablemente a la hora de evitar que el equipo se hunda en el área para defender, y su autoridad saca al equipo de la cueva para alejar al rival de Abbiati. Sin él, es posible que Mexes y Bonera compartan esta responsabilidad, ayudados por los laterales que priorizarán no descubrirse en la maniobra ofensiva para no desnudar su espalda. Es probable que el Milan presione la salida de portería de Valdés, pero al mismo tiempo que se recoja cuando vea eliminada su primera línea. La hiperactividad de Ambrosini en el mediocentro también es sospechosa como mejor método para desactivar el juego interior azulgrana y a Messi en su área de influencia favorita. Si él no guarda bien la posición y los centrales no son atrevidos como el ausente Thiago Silva, Messi puede encontrar su escenario preferido. Allegri también deberá escoger un interior izquierdo entre Seedorf, Emanuelson y Aquilani, para colaborar con Nocerino en el auxilio de Ambrosini y dotar de criterio y pausa a la transición ofensiva.
Ataque. Cuando Ibrahimovic cambió el Bar?a por el Milan, ya había decidido hacía tiempo ser el mejor jugador de un gran equipo en lugar de ser un gran jugador en el mejor equipo. En el campeón italiano ha encontrado su paraíso particular, un equipo que lo necesita en cada maniobra ofensiva. ?l es el origen o el final de cualquier ataque colectivo porque todo pasa por sus movimientos, su figura y su talento individual. El sueco condiciona totalmente el juego con balón de un equipo, que lo agradece por sus limitaciones técnicas en la elaboración. Su manual de participación es ilimitado e imprevisible, pero ayuda a la salida del balón ofreciéndose como referencia en el juego directo para la descarga; aparece entre líneas para regalar una línea de desahogo con fines asociativos en el centro del campo; es irresistible en profundidad al espacio por su facilidad para el control orientado y el dominio del cuerpo a cuerpo; y por último, cuando puede girarse, es tan contundente con su remate como suave con su último pase. El infinito talento técnico y físico de Boateng en la media punta para explotar su llegada y su desequilibrio en la conducción mezclan mejor con Ibra que la capacidad de improvisación de Robinho como pareja. En cambio, la electricidad del joven El Sharawy alimenta la conexión y complicidad con sus cualidades, aunque los galones del brasile?o pesan mucho.
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