Diego y Adri¨¢n juegan a otra cosa
El mediapunta y el delantero del Atl¨¦tico desmontan en dos jugadas ocasionales al Hannover
Abus¨®n como es, a Adri¨¢n no le hace falta nada m¨¢s que un bal¨®n para definir un partido. Tiene el f¨²tbol de barrio, la piller¨ªa y el remate oportuno. Y cuando lo conjuga, como ante el Hannover, monta cirios de arrea, de esos que descorchan v¨ªtores y aplausos. Recibi¨® un pase interior de Diego y tras forcejear con el defensa, vivi¨® del enga?o. Hasta en tres ocasiones simul¨® el disparo, rompi¨® otras tantas caderas y, en ¨²ltima instancia, aguard¨® a la intentona desesperada del portero para quebrarlo en lo que record¨® ¡ªsalvadas las distancias¡ª al gol de Maradona al Madrid, cuando le hizo un traje a los madridistas Juan Jos¨¦ y Agust¨ªn. Fue una red de museo con firma que vali¨® el ed¨¦n del Atl¨¦tico en Europa, con nueve victorias consecutivas y ya en semifinales ante el Valencia. Pero tambi¨¦n fue lo ¨²nico de valor en un duelo insulso, solo aderezado por el gol postrero de Diouf y los nervios hist¨¦ricos consiguientes; solo adornado por el tanto final de Falcao, la cura antis¨¦ptica.
HANNOVER 96, 1 ¨C ATL?TICO, 2
Hannover 96: Zieler; Cherundolo, Pogatetz, Egimann, Pander (Sobiech, m. 86); Schlaudraff, Pinto, Schulz (Schmiedebach, m. 74), Rausch (Abdellaoue, m. 71); Konan Ya y Diouf. No utilizados: Miller; Haggui, Chahed y Lala.
Atl¨¦tico: Courtois; Perea, God¨ªn, Miranda, Filipe Luis; Tiago, Mario Su¨¢rez; Adri¨¢n, Diego (Dom¨ªnguez, m. 88), Koke (Salvio, m. 65); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Assun??o, Pizzi, Sa¨²l y Ndoye.
Goles: 0-1. M. 63. Adri¨¢n resuelve en una jugada personal. 1-1. M. 81. Diouf remata tras un saque de banda. 1-2. M. 87. Falcao, a pase de Diego.
?rbitro: M. Clattenburg. Amonest¨® a Falcao, Diego, Pinto, God¨ªn, Koke y Miranda.
Hannover Arena. 50.000 espectadores.
Resulta que para este Atl¨¦tico solo hay un paso del aperturismo al ostracismo, de enredar con el bal¨®n y liquidar al rival ¡ªel ¨²ltimo duelo ante el Getafe¡ª, a no jugar a nada, m¨¢s all¨¢ de encerrarse en casa, aguardar las embestidas y cruzar los dedos en las contras ocasionales. Nada acorde con el discurso presumido de Simeone, donde instigaba a atacar sin temor a lo que aconteciera en la retaguardia, el Atl¨¦tico se obsesion¨® con el retrovisor, reacio a desligarse. Fue de lo m¨¢s taca?o, con seis hombres por detr¨¢s de la pelota, incapaz de dar carrete a los laterales en campo ajeno, de que uno de los dos mediocentros diera un paso al frente. Lo sufri¨® Diego, perdido en el c¨¦sped, sin balones. No era un duelo de toque ni virguer¨ªas, sino de patadas y carreras. As¨ª lo quiso el Hannover y as¨ª se lo concedi¨® el Atl¨¦tico. Pero Diego siempre tiene la ¨²ltima palabra.
Orgulloso y convencido de su manera de ser, el equipo alem¨¢n se expres¨® de la forma m¨¢s di¨¢fana, sin importarle las etiquetas de equipo r¨¢cano, falto de versiones o simpl¨®n. Entendi¨® el contragolpe como argumento irrenunciable y se aliment¨® de los errores del rival en los pases horizontales para montarlos en un santiam¨¦n. Tambi¨¦n le valieron las jugadas a bal¨®n parado, donde Pander cobr¨® protagonismo sin el ¨¦xito final. Y aunque primario, su f¨²tbol puso en entredicho a la zaga rojiblanca, con una tiritona inusual, propia de tiempos pasados. Se estorbaron God¨ªn y Filipe y a punto estuvo Konan Ya de crear un desaguisado; se durmi¨® en los laureles Perea y Diouf no la caz¨® de chiripa. Mucho m¨¢s de lo que hizo el Atl¨¦tico en el primer acto, que solo pis¨® el ¨¢rea rival con el cuero controlado en una ocasi¨®n, cuando Koke se li¨® en el entuerto.
Torpe con la pelota entre los pies, el Atl¨¦tico pareci¨® el chico malo del patio de colegio, ese que se saca de encima y a toda prisa la pelota para pasar desapercibido y no recibir m¨¢s mofas de las necesarias. No hubo toque y movimiento, tampoco ingenio ni intenci¨®n. Poco ayud¨® que el Hannover abigarrara la medular y que instalara a uno de los pivotes en la zaga para restar espacios y l¨ªneas de pase a Diego, para que Adri¨¢n no tuviera su f¨²tbol de entrel¨ªneas.
Abus¨®n como es, al ¡®7¡¯ no le hace falta nada m¨¢s que un bal¨®n para definir un partido
Sin piernas para reventar el partido, el Hannover recul¨® en el segundo acto para seleccionar m¨¢s las contras, al tiempo que el Atl¨¦tico estir¨® las l¨ªneas y encontr¨® a Diego, que pidi¨® y reparti¨® el bal¨®n, que le dio color a su equipo. Se resist¨ªa al f¨²tbol chirimiri. Hasta que encontr¨® a Adri¨¢n para que este la liara a lo grande.
Parec¨ªa todo visto para sentencia. Pero en otro error de la zaga, cuando God¨ªn no acert¨® a despejar un saque de banda y el travieso Diouf mand¨® el cuero a la red. Nervios, m¨¢s espacios y a¨²n menos f¨²tbol. Hasta que Adri¨¢n se la dio a Diego y este a Falcao, que de remate acrob¨¢tico puso el punto final a la eliminatoria.
No tiene f¨²tbol el Atl¨¦tico pero s¨ª genialidades. A punto de cerrar el curso, al equipo le queda definirse: si alcanza la Champions y tiene un nuevo t¨ªtulo, o si todo se queda en agua de borrajas. Visto lo visto, casi todo depende de Diego, Adri¨¢n, Arda y Falcao.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.