Falcao no perdona ni media

Al Rayo le super¨® su ¨ªmpetu, su voluntad de jugar en tierras hostiles sin importarle el azote perenne del viento. Fall¨® Ra¨²l Bravo al salir al corte y se sonroj¨® Cobe?o al despegarse de su porter¨ªa. Dos calamidades que penaliz¨® Falcao, delantero que no perdona ni media y que mantiene inflexiblemente al Atl¨¦tico en la lucha por Europa, siempre con el gancho oportuno, con el gol por bandera. Pero m¨¢s que un triunfo fue un alivio porque al Atl¨¦tico le falt¨® de nuevo f¨²tbol, que no remate ni competitividad.

El equipo rojiblanco se da de bruces con la cruda realidad a cada duelo que se le complica porque no tiene la capacidad de corregirse con el tren en marcha. Simeone descarta el intervencionismo porque entiende el juego de una ¨²nica manera, porque as¨ª lo ejecut¨® con las botas puestas y as¨ª lo quiere ordenar desde el ¨¢rea t¨¦cnica. Resulta el Atl¨¦tico, sin embargo, un equipo de una sola versi¨®n, la del bal¨®n directo y el contragolpe, solo discutido por los mejores int¨¦rpretes, por genialidades ocasionales de Falcao, Turan, Diego y sobre todo Adri¨¢n. Torpe para gobernar los duelos como su escudo e historia exigen, de resolverlos con la autoridad que se le presupone, hace bueno sin quererlo el t¨®pico de que no hay rival peque?o. Cualquiera le pone en apuros y m¨¢s el Rayo, que subraya con lo que poco que tiene la presi¨®n y el pase, que le sobra bravura pirata. Quiz¨¢ por eso ni not¨® las tres ausencias capitales ¡ªJoel, Pulido y Diego Costa¡ª, las tres cesiones del Atl¨¦tico con cl¨¢usula, esa que dice que son amigos pero no tanto.

Reacio a perder su identidad gallarda que casi ya le ha asegurado la permanencia en Primera, el Rayo trat¨® de presionar en campo ajeno. Nada le hace m¨¢s da?o al Atl¨¦tico, incompetente para sacar el cuero jugado desde atr¨¢s cuando siente el aliento del rival, est¨¦ril para conectar las l¨ªneas porque los centrales tienen el pie cuadrado, desdibujado porque los mediocentros no atinan a descontar contrarios con sus mezclas. La consecuencia, irreversible, fue el bal¨®n largo en busca de Falcao, infatigable en la jarana, por m¨¢s que se lleve tantos topetazos como desilusiones en carreras vac¨ªas. Pero, persistente, el delantero tambi¨¦n gana sus balones. Oro en pa?o para el Atl¨¦tico, que destapa las bandas con las carreras de Salvio y Adri¨¢n, con unos zigzagueos estupendos. Fall¨®, sin embargo, el remate oportuno al centro, el lazo al juego. Filipe no resolvi¨® la filigrana de Adri¨¢n y a Falcao le falt¨® un cent¨ªmetro para cazar el pase de Salvio.

Acostumbrado el equipo a la velocidad y no a la pausa, al f¨²tbol vertical y no al toque, el Atl¨¦tico tampoco se preocup¨® en recuperar la pelota para jugarla, sino que se esmer¨® en llegar al ¨¢rea rival de cualquiera de las maneras. Le bastan tres toques para expresarse. Fue, a buen seguro, un duelo de lo m¨¢s satisfactorio para Simeone, que defiende el golpeo y no el pase, que pretende el gol sin manufacturar. Pero casi se queda en un gatillazo, ausente la asistencia definitiva; las estrecheces de tiempo y espacio que ofreci¨® el Rayo fueron excesivas para Diego, sin voz ni voto en el duelo, sin el bal¨®n junto al pie.

M¨¢s protagonismo reclam¨® el Rayo. Movilla movi¨® el cotarro desde la medular, Michu lo electrific¨® con sus movimientos de entrel¨ªneas y a Tamudo se le neg¨® el gol porque Courtois es un portero sobresaliente, capaz de sacarle la manopla donde a pocos les alcanz¨® la vista, a la mism¨ªsima escuadra. Se ech¨® en falta, sin embargo, el impulso de Lass, reducido a la nada por Juanfran, que prefiere batirse con extremos r¨¢pidos que habilidosos. Hasta que se le ocurri¨® retarle con un quiebro, hasta que solt¨® un latigazo que le cuchiche¨® al palo por fuera. No le alcanz¨® al Rayo para firmar un gol, para descomponer el ejercicio defensivo del Atl¨¦tico, bien acompasado y equilibrado.

Sin m¨¢s ideas, tir¨® el equipo rojiblanco de la estrategia. Tiago envi¨® el cuero a la red ¡ªbien invalidado por fuera de juego¡ª y Mario apunt¨® al bulto cuando lo f¨¢cil era marcar. Pero inconformista, Falcao dome?a al rival cuando menos se lo espera. Un pase en largo de Juanfran fue una tortura para Ra¨²l Bravo y Cobe?o, que midieron mal los tiempos, y el ed¨¦n del ariete y el Atl¨¦tico. Dos regates, un disparo y el gol, el triunfo que valida la apuesta; el Atl¨¦tico mira hacia arriba.