?zil se echa el Madrid a la espalda
Mourinho ha albergado dudas sobre las prestaciones del alem¨¢n ante rivales de peso, pero en M¨²nich cuaj¨® la actuaci¨®n por la que sus compa?eros le consideran el m¨¢s sutil y artista
La atm¨®sfera h¨²meda del Allianz Arena se carg¨® de humo de asado de salchichas y la cerveza encendi¨® los corazones de la muchedumbre, que colg¨® sus pancartas distintivas en los anillos que circundan la porter¨ªa del Oeste. Proced¨ªan de lugares como S¨¹dwestpfaz, Hallertau, Stiepel, Allenstadt, D¨¹rrenwald, Grossheide, Nabburg o Weissenfels. Entre todos los top¨®nimos germanos chirriaba una se?al en espa?ol, La Bestia Negra, que no era un top¨®nimo, sino una afirmaci¨®n rotunda. La afici¨®n del Bayern se ufanaba de la tasa de resultados favorables a su equipo en campo propio: de nueve partidos, el Madrid no hab¨ªa ganado ninguno. Aunque las leyendas deben confirmarse en el campo, lo cierto es que, de alg¨²n modo, pesan en la conciencia de los jugadores. M¨²nich exige que los visitantes no solo tengan categor¨ªa futbol¨ªstica. Es imposible salir con vida de la guarida del Bayern sin una importante cuota de ingenio y temple para actuar bajo presi¨®n. Todo esto tuvo ?zil, convertido desde el primer minuto en el jugador m¨¢s resolutivo del Madrid.?
Consciente de que el Bayern no ten¨ªa centrales capaces de salir jugando con el bal¨®n, Jos¨¦ Mourinho mand¨® a sus futbolistas a presionar en campo contrario. Eso hicieron durante los primeros minutos. Se metieron nueve en terreno adversario y sembraron el desconcierto. Di Mar¨ªa y ?zil, intercambiando posiciones por todo el frente de ataque, resultaron indetectables para Luiz Gustavo, Alaba y Lahm. No hab¨ªan transcurrido cinco minutos cuando Xabi Alonso cogi¨® el bal¨®n y lo jug¨® para ?zil, que lo recibi¨® de espaldas, pero ya se sab¨ªa el destino del cuero. Lo toc¨® una vez y dej¨® solo a Benzema delante de Neuer. El franc¨¦s remat¨® al primer palo y el portero desvi¨® el tiro por encima del larguero.
Corri¨® como el t¨¦cnico quiere que lo haga, pero pensando, con sangre fr¨ªa
?zil despleg¨® todas sus habilidades en M¨²nich. Hizo la clase de actuaci¨®n por la que sus compa?eros le consideran el m¨¢s impredecible de todos. El m¨¢s coordinado. El m¨¢s sutil. El m¨¢s artista. Dio un paso al frente cuando el Madrid jug¨® bien y cuando jug¨® mal. Porque, seg¨²n transcurrieron los minutos, el equipo espa?ol comenz¨® a desplegarse con m¨¢s timidez. Mourinho, en la banda, anim¨® a tomar precauciones para evitar p¨¦rdidas en zonas sensibles a los contragolpes de Rib¨¦ry.
Desde el cl¨¢sico de noviembre contra el Bar?a, Mourinho ha albergado dudas sobre la fiabilidad de ?zil ante rivales de peso. Le cuestiona su falta de vocaci¨®n defensiva y ha dudado entre darle la titularidad o alinear a otro jugador con m¨¢s capacidad de marcaje junto a Alonso y Khedira. Eso hizo en la segunda parte al cambiar al alem¨¢n por Marcelo en la primera de las sustituciones. La instauraci¨®n del trivote acab¨® con la exhibici¨®n.
Al ser cambiado por Marcelo, el ¡®trivote¡¯ acab¨® con la exhibici¨®n?
Antes del cambio, a ?zil le dio tiempo de igualar la eliminatoria. Con el 1-0 en contra, Alonso inici¨® una jugada al contragolpe con Di Mar¨ªa. El argentino abri¨® para Cristiano, que no consigui¨® batir a Neuer. El bal¨®n, rebotado, propici¨® la segunda acci¨®n, en la que Cristiano busc¨® la l¨ªnea de fondo para que ?zil culminara con el gol del empate. Fue una aparici¨®n sigilosa, de nuevo imprevista para la defensa del Bayern, sobrepasada por las llegadas de los atacantes madridistas desde la segunda l¨ªnea y al segundo palo.
El partido de ?zil confirma su magn¨ªfica progresi¨®n. Durante su primer a?o en el Madrid, se mostr¨® t¨ªmido en campo contrario. Desaparec¨ªa del radar de sus propios compa?eros. Se mostraba intermitente, cuando no inseguro, ante la competencia de Kak¨¢. No fue el caso en Alemania, adonde lleg¨® dando muestras de agotamiento. El modo de jugar del Madrid, excesivamente directo para su gusto, le obliga a esfuerzos a los que no ha estado acostumbrado.
?zil corri¨® como nunca en M¨²nich. Corri¨® para ayudar a sus compa?eros a defenderse, para presionar a los contrarios y para ofrecerse en cada maniobra. Corri¨® como quiere Mourinho y tambi¨¦n tuvo la sangre fr¨ªa de dejar de hacerlo cuando correspond¨ªa. Entonces, mientras los dem¨¢s siguieron corriendo, ¨¦l se dedic¨® a pensar, a poner la pausa y a congelar al Allianz Arena. Mientras ¨¦l estuvo en el campo, el Madrid fue virtualmente finalista.
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