La noche triste del ¡®trivote¡¯

El ¨²ltimo cl¨¢sico fue el mejor partido que ha completado el Madrid de Mourinho contra su gran rival. Se disput¨® el 25 de enero en el Camp Nou, en la vuelta de los cuartos de Copa. Acab¨® en empate (2-2) y los futbolistas no saben si el ambiente que rode¨® al encuentro fue la construcci¨®n meticulosa y compleja de un genio de la motivaci¨®n, o, sencillamente, el producto espont¨¢neo de un l¨ªder herido en su vanidad que los invit¨® a fracasar para demostrarles que ¨¦l lleva raz¨®n. Lo dijo m¨¢s de un jugador: ¡°Fue como si quisiera que nos estrell¨¢ramos¡±.

Cuentan los jugadores que el t¨¦cnico daba muestras de muy mal humor desde la ida (1-2 a favor del Barcelona). Era visible su sentimiento de humillaci¨®n tras haber recibido una pitada del p¨²blico del Bernab¨¦u por alinear a Khedira, Xabi y Pepe en el mediocentro, en un intento bald¨ªo por evitar encajar goles. El plan del trivote disgust¨® a la hinchada y no correspondi¨® con los deseos de la mayor¨ªa de la plantilla. Tras la derrota, el t¨¦cnico reconoci¨® que se sent¨ªa defraudado por la deslealtad de los jugadores. Antes del partido de vuelta, lejos de la inflamaci¨®n propia de sus anteriores charlas, sus consignas fueron de una brevedad inaudita. Solo unos minutos de ambig¨¹edades, emitidas con tono displicente. Como si no hubiera que remontar. Seg¨²n un asistente, dijo cosas como: ¡°Presionad cuando ve¨¢is que hay que presionar¡±. El asombro recorri¨® a los titulares del Madrid m¨¢s ofensivo jam¨¢s desplegado ante el Bar?a en el ¨²ltimo a?o y medio, con Xabi, Lass, ?zil y Kak¨¢ en el medio campo.

Los futbolistas dicen que sintieron que su entrenador los desafiaba a jugar al ataque, como ellos siempre le hab¨ªan pedido. Y la respuesta fue fabulosa. El Madrid gener¨® ocasiones y avasall¨® al Bar?a. Pero el Bar?a tuvo suerte. Envi¨® sus ¨²nicos dos disparos a la red. Al descanso ganaba 2-0. La reacci¨®n de Mourinho en el banquillo fue sarc¨¢stica. Tras el 1-0 de Pedro le oyeron revolverse, casi con satisfacci¨®n. ¡°?No quer¨ªais jugar al ataque?¡±, dec¨ªa, ¡°?No sois los m¨¢s listos? ?Pues ah¨ª lo ten¨¦is! ?Con estos no se puede jugar de otra forma, pero como vosotros lo hab¨¦is querido, pues ah¨ª lo ten¨¦is!¡±.

El vestuario prefiere jugar con m¨¢s presencia en la media punta,

En el descanso el t¨¦cnico entr¨® ufano al vestuario. Los jugadores aseguran que no les dio ¨®rdenes. En la segunda parte, Mourinho cambi¨® a Lass por Granero y el Madrid estuvo a punto de dar la vuelta a la eliminatoria ante un Camp Nou atemorizado por el dominio m¨¢s completo al que hab¨ªa sido sometido el Bar?a en mucho tiempo. Mourinho no sali¨® del banquillo. Tampoco celebr¨® los goles de su equipo.

El 2-2 de la vuelta de la Copa fue la noche triste del trivote. Supuso la eliminaci¨®n del Madrid pero tambi¨¦n desacredit¨® ante la afici¨®n y la plantilla al m¨¢s llamativo de los ingenios t¨¢cticos del entrenador. Los jugadores comenzaron a pensar que la idea de los tres mediocentros de contenci¨®n, implementada la temporada pasada, hab¨ªa sido un grav¨ªsimo error. Desde entonces, cada vez que Mourinho despleg¨® a sus tres especialistas defensivos, los jugadores le resistieron. El vestuario prefiere jugar con medias puntas, con ?zil y Kak¨¢, o por lo menos con uno de los dos. As¨ª se lo han hecho saber al t¨¦cnico, que lleva semanas explorando f¨®rmulas intermedias en un intento de satisfacer a los futbolistas y, seg¨²n ellos creen, de evitar que la prensa le culpe de las derrotas por su excesivo conservadurismo.

Mou lleva semanas explorando f¨®rmulas intermedias para satisfacer al equipo

La explicaci¨®n que hacen los jugadores es esquem¨¢tica. Hasta hace un mes, el manual tradicional de Mourinho abarcaba dos sistemas b¨¢sicos: el 4-3-3 y el 4-2-3-1. En caso de jugar con trivote, o 4-3-3, cuando se iniciaba el juego desde la defensa el bal¨®n no deb¨ªa pasar por el centro del campo. Salvo que se recuperase la pelota en el medio, hab¨ªa que saltar las l¨ªneas de presi¨®n. La regla para el 4-2-3-1 era m¨¢s laxa y permit¨ªa que la l¨ªnea de mediapuntas bajase a elaborar un poco m¨¢s. En M¨²nich, el t¨¦cnico aplic¨® una tercera v¨ªa, tambi¨¦n puesta en pr¨¢ctica contra el Atl¨¦tico. Form¨® un 4-2-3-1 pero les pidi¨® a los futbolistas que hicieran un juego directo, de bal¨®n largo, como si jugasen con trivote. A Xabi solo le dieron el bal¨®n para que iniciara cuando se acerc¨® a los defensas. Los ejecutantes vienen confes¨¢ndose que se sienten un poco confundidos a la hora de elaborar, pero que obedecen. Todos marchan como soldados menos uno. ¡°?zil es el ¨²nico que se atreve a bajar a hilvanar m¨¢s el juego¡±, dicen sus colegas. En la segunda parte contra el Bayern, Mourinho quit¨® a ?zil y mand¨® a Di Mar¨ªa a formarse como tercer elemento del trivote.

Si por algo se ha caracterizado hasta ahora Mourinho ha sido por la claridad de sus mensajes t¨¢cticos. Desde hace un tiempo, sin embargo, entra?an complejidades que tienen perplejos a los jugadores. Hasta ayer, pensaron que contra el Bar?a emplear¨ªan un trivote, pero en la ¨²ltima pr¨¢ctica se desconcertaron con ejercicios diferentes. El nerviosismo domina al vestuario ante la inminencia de los momentos decisivos. Comenzando por el entrenador, que desconf¨ªa de la fidelidad de sus hombres y no les da la alineaci¨®n hasta un par de horas antes del partido.