?Me puedo quedar la camiseta?
Mis vivencias como jugador en Espa?a y en la NBA
Lo primero que me extra?¨® cuando preparaba la edici¨®n espa?ola de ?Me puedo quedar la camiseta? (L¨¦eme Libros) fue lo poco que sab¨ªa de m¨ª cuando escrib¨ª este libro. Supongo que dentro de unos a?os volver¨¦ a sorprenderme con lo poco que s¨¦ de mi vida ahora mismo.
Al terminar de escribirlo a¨²n era muy joven y sent¨ªa que mi carrera en la NBA estaba todav¨ªa en ciernes, sin saber que jam¨¢s volver¨ªa a jugar all¨ª. Sospecho que, al menos en parte, si no lo hice fue por culpa de este libro que me convert¨ªa en un fichaje arriesgado. M¨¢s arriesgado que contratar a un jugador en rehabilitaci¨®n: al fin y al cabo para salir de las drogas existe un tratamiento espec¨ªfico.
No me resign¨¦ y pele¨¦ por una nueva oportunidad. Despu¨¦s de todo, pensaba, lo ¨²nico que estaba haciendo era acercar el espect¨¢culo a su p¨²blico potencial. Pero nadie quiere que se sepan los trucos. La emoci¨®n debe estar en el domador que se enfrenta a los leones. A los due?os del circo no les interesa que nadie sepa qu¨¦ es lo que hace el domador para evitar ser devorado por sus fieras.
Espa?a me sirvi¨® como tel¨®n de fondo al fin de mi carrera como jugador de baloncesto.
Todo aquello tuvo una inesperada consecuencia positiva: pude pasar m¨¢s tiempo en Espa?a. No lo digo para haceros la pelota (a estas alturas creo que sab¨¦is que no es mi estilo hacerle la pelota a nadie), estoy siendo completamente sincero. No voy a decir que disfrut¨¦ de cada instante en Espa?a (a d¨ªa de hoy, despu¨¦s de haber pasado dos a?os all¨ª, sigo poni¨¦ndome malo cada vez que huelo una paella), pero vivir en otro pa¨ªs me dio la oportunidad de aprender algo que uno s¨®lo puede aprender cuando est¨¢ lejos. Aprend¨ª a tener perspectiva.
Espa?a siempre tendr¨¢ un lugar muy especial en mi coraz¨®n. M¨¢s all¨¢ de haber pasado tanto tiempo all¨ª, m¨¢s all¨¢ de que me guste su gente o su vino, es un pa¨ªs con un significado muy especial para m¨ª porque sirvi¨® como tel¨®n de fondo al fin de mi carrera como jugador de baloncesto. Y, del mismo modo que un hombre que se ha casado varias veces recuerda m¨¢s vivamente a su ¨²ltima esposa, mis recuerdos m¨¢s intensos como jugador se produjeron en el ¨²ltimo pa¨ªs en el que jugu¨¦.
Gracias a poder viajar, aprend¨ª much¨ªsimo de las oportunidades que me brind¨® el deporte
Es cierto que me paso la vida quej¨¢ndome (al menos en mis textos) y esto supone un punto de fricci¨®n con mis lectores, que no alcanzan a entender de qu¨¦ me quejo. Olvidan que, y ese era uno de los objetivos cuando escrib¨ª el libro, mi vida no es muy diferente a la de un fontanero, un abogado o un agente portuario. Jugar al baloncesto es un trabajo y, como en todos los trabajos, hay dificultades. Re¨ª, llor¨¦, entr¨¦ en p¨¢nico e intent¨¦ sobrevivir igual que lo har¨ªa cualquier otra persona que se enfrenta al mundo por primera vez en su vida. Es decir, lo hice como un idiota. Y para enfrentarme a esa estupidez, se me ocurri¨® que tal vez la mejor manera ser¨ªa escribir sobre todo aquello.
Lo de jugar al baloncesto no siempre estuvo tan bien desde el punto de vista profesional. Pero, gracias a poder viajar, aprend¨ª much¨ªsimo de las oportunidades que me brind¨® el deporte. Me parece una pasada que aquel chaval criado en una granja en un pueblo de 700 personas al nordeste de Kansas entrase en clubes nocturnos en Madrid y cenase en Nochebuena con una familia espa?ola; o que fuese capaz siquiera de charlar con unas auxiliares de vuelo en un viaje de Barcelona a Menorca.
Puede que no lograra tener la carrera con la que so?aba cuando sal¨ª de mi casa para irme a Grecia. Nunca firm¨¦ un contrato a largo plazo ni jugu¨¦ una temporada completa en la NBA. La mayor parte de mis compa?eros de equipo resultaron ser un poco idiotas. Tampoco hice suficiente dinero como para no tener que volver a trabajar. Ah, tampoco conoc¨ª a tantas mujeres.
Sin embargo, consegu¨ª algo que probablemente sea mucho mejor que todo eso. Recorr¨ª el mundo persiguiendo mi sue?o, me entren¨¦, mont¨¦ en autocares, y compart¨ª habitaciones de hotel con compa?eros de equipo que no hablaban mi idioma. Con muy pocos de aquellos jugadores llegu¨¦ a tener una intima amistad (aunque con algunos s¨ª que lo logr¨¦), pero eso no es lo importante. Lo verdaderamente importante es todo lo que aprend¨ª por el camino.
Pero sobre todo, gracias a jugar profesionalmente al baloncesto (algo que a veces me resultaba odioso y que casi siempre pon¨ªa en duda) aprend¨ª lo que significa ser un ciudadano del mundo. Y aunque solo fuese por esto, estar¨¦ eternamente agradecido por la oportunidad que me dio.
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