?xtasis en San Mam¨¦s
El Athletic, con un gran Llorente, remonta ante el Sporting de Portugal a base de fe y llega a una final europea 35 a?os despu¨¦s
Era s¨ª o s¨ª. Era una disputa entre el que la busca y el que la encuentra. Era la fe frente al oficio. Era el credo ante la salve (para quienes crean en los sortilegios). Eran los chicos del infierno feliz donde habitaba el Athletic desde 1977 cuando jug¨® (y perdi¨®) su ¨²nica final europea, de la UEFA contra el Juventus, deseando tocar cielo, el pelo del cielo, aunque solo fuera la alfombra del cielo. Rascar bola, que se dice en el argot. Ser o no ser. Y fue. Fue por fe, venciendo la adrenalina de un comienzo indescriptible, un intermedio inquietante, tras el empate del Sporting, y un final como hac¨ªa d¨¦cadas que no se ve¨ªa en San Mam¨¦s. Nunca desde los a?os ochenta hab¨ªa sido Bilbao, Bizkaia, tan ¨ªntimamente feliz.
ATHLETIC, 3; SPORTING, 1
Athletic: Iraizoz; Iraola, Amorebieta, Javi Mart¨ªnez, Aurtenetxe; Iturraspe, Ander Herrera (I?igo P¨¦rez, m. 94), Muniain (Ekiza, m. 89); Susaeta, Ibai G¨®mez (Toquero, m. 93) y Llorente. No utilizados: Ra¨²l; San Jos¨¦, David L¨®pez y Gabilondo.
Sporting: Rui Patricio; Jo?o Pereira, Xandao, Polga, Ins¨²a; Schaars, Pereirinha (Jeffren, m. 62); Mat¨ªas Fern¨¢ndez (Carri?o, m. 46), Martins (Carrillo, m. 83), Capel; y Van Wolfswinkel. No utilizados: Tiago; Evaldo, Onyewu y Diego Rubio.
Goles: 1-0. M. 17. Susaeta. 1-1. M. 43. Van Wolfswinkel. 2-1. M. 45. Ibai G¨®mez. 3-1. M. 88. Llorente.
?rbitro: Martin Atkinson (Gran Breta?a). Amonest¨® a Amorebieta, Carri?o, Ibai G¨®mez, Xandao y Van Wolfswinkel.
Unos 40.000 espectadores en San Mam¨¦s.
Y todo en tiempos de crisis, de anom¨ªa, de falta de templanza. Todo en un escenario de barriada, pero con una obra de Garc¨ªa Lorca entre las manos. El Athletic alcanz¨® su segunda final de la temporada, esta vez europea, tras la de la Copa del Rey y a¨²n ans¨ªa conseguir una plaza en la Liga de Campeones. Nunca Bilbao, ni en sus canciones m¨¢s tradicionales, fue m¨¢s grande, m¨¢s fanfarrona.
Y sin embargo, estaba el yu yu de lo que pudo haber sido y no fue en el Camp Nou y en el Bernab¨¦u; en la conjunci¨®n astral que penalizaba a los inquilinos del campo y favorec¨ªa a los alquilados.
Una suerte de infortunio que castigaba a quienes cre¨ªan que la jerarqu¨ªa ten¨ªa sangre azul y en los palacios reales no exist¨ªan los okupas. Pero haberlos, haylos. Si la fe del Athletic es inquebrantable, el oficio del Sporting de Portugal, indudable. Que el equipo portugu¨¦s le iba a ceder la iniciativa al rojiblanco estaba cantado. Que se iba a acurrucar en su medio campo para tener m¨¢s terreno por el que campear si llegaba el caso, era inevitable.
La cuesti¨®n era saber si el conjunto de Bielsa iba a saber qu¨¦ hacer con la iniciativa, es decir, c¨®mo transformarla en ocasiones de gol. Lo supo pronto. Pronto entendi¨® que, a diferencia de lo que ocurri¨® en Lisboa, Llorente ganaba todas las batallas a los grandullones centrales del Sporting, cuando era uno contra uno, y que Ibai G¨®mez sab¨ªa c¨®mo aprovechar los despistes habituales de su marcador, Pereira, volc¨¢nico, pero despistado a poco que se le mueva la diana. Entre la anemia del Sporting, en su salida, como a ver si llov¨ªa o sal¨ªa el sol, se cruzaron Muniain, con un centro medido, que Llorente dej¨® con el pecho hacia atr¨¢s, en su en¨¦sima victoria particular, para que Susaeta marcara a bote pronto. El escenario se hab¨ªa iluminado muy pronto, en apenas 17 minutos. El fogonazo fue descomunal. Llorente pod¨ªa con las torres gemelas del Sporting y Javi Mart¨ªnez exhib¨ªa una soberan¨ªa en el juego defensivo que invalidaba los artificios del equipo portugu¨¦s.
Pero el Athletic tiene el problema en s¨ª mismo. Su gran peligro no est¨¢ en la t¨¢ctica, en la actitud o en la ocupaci¨®n del campo, sino en las p¨¦rdidas de bal¨®n. Su conjura con la pelota, su af¨¢n por cuidarlo como a un beb¨¦, est¨¦ donde est¨¦, le lleva a congelar tanto la mirada que se olvida de ¨¦l y al final se lo roban. Y lo perdi¨® Herrera en el parque del ¨¢rea y lo encontr¨® Wolfswinkel, que no se hab¨ªa visto en otra similar. Y la enchuf¨®, agradecido.
El Athletic notaba la intermitencia del medio campo. Herrera era un sem¨¢foro autom¨¢tico y Muniain solo organizaba el f¨²tbol de los que sal¨ªan, no de los que entraban. Por ah¨ª transitaban Martins y Pereirinha con pasillos amplios, solo cerrados por la grandilocuencia de Javi Mart¨ªnez y Amorebieta.
El arma estaba en los costados. El Athletic ten¨ªa el costillar terso, pero los costados ¨¢giles. Y del costado, de la zona b¨ªblica del f¨²tbol, sali¨® la lanza de Ibai G¨®mez para estampar en la red un centro de Llorente. El Athletic recuperaba la jerarqu¨ªa y frenaba en seco, en apenas dos minutos, la autoestima del Sporting, conden¨¢ndole a un suplicio que esperaba curar en el vestuario.
As¨ª que, vista la altura del pat¨ªbulo, prefiri¨® especular con un solo golpe de soga. Y la soga la puso Llorente, en una nueva asistencia de Ibai G¨®mez que el delantero de referencia empuj¨® a la red tras dar el bal¨®n en el poste ante el sorprendido Rui Patricio. Si la fe mueve monta?as, el Athletic movi¨® todas las cordilleras hasta convertir el f¨²tbol en una planicie por la que encontr¨® la carretera que lleva a Bucarest, el destino so?ado.
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