Mucho m¨¢s que una final
Federer se impone a Tipsarevic y buscar¨¢ en el duelo definitivo ante Berdych el r¨¦cord de Masters 1.000 y el n¨²mero dos de Nadal
Al fuego le sigue el viento, que levanta la tierra y deja al suizo Roger Federer (6-2 y 6-3 al serbio Tipsarevic) citado el domingo con el checo Tomas Berdych (7-6 y 7-6 al argentino Del Potro). Mientras el sol golpea la arcilla azul y provoca reflejos cristalinos, Delpo pega, grita y se queja de las decisiones del juez de silla: Berdych, que pega m¨¢s, grita menos y no protesta por nada, recuerda tras el duelo la actitud de su contrario (¡°7-6, 7-6, humildad¡±, escribe en su Facebook, puro fuego). Mientras el viento sopla, convocando negras nubes y haciendo rodar botellas por el suelo, Federer dicta una lecci¨®n m¨¢s, as¨ª se juega en los d¨ªas de hurac¨¢n y truenos. Es un tr¨¢mite que coloca al suizo ante un partido decisivo que vale m¨¢s que el t¨ªtulo. Si Federer gana a Berdych, empatar¨¢ el r¨¦cord de Masters 1.000 de Rafael Nadal (20) y le arrebatar¨¢ el n¨²mero dos mundial, lo que le dar¨¢ la opci¨®n de evitar al serbio Novak Djokovic hasta la final de Roland Garros.
Primero, un dato sorprendente. El suizo a¨²n no ha aclarado si la semana que viene competir¨¢ en el Masters 1.000 de Roma. Seg¨²n su resultado y el de Nadal en la cita italiana, podr¨ªa variar qui¨¦n de los dos llega a Par¨ªs (desde el 25 de mayo) como n¨²mero dos, tan peque?a es la diferencia entre ambos. Sin embargo, conquistar ese puesto no es el objetivo final del ganador de 16 grandes. ¡°Si gano otro torneo del Grand Slam estar¨¦ extremadamente cerca¡±, dijo en Madrid sobre la posibilidad de recuperar el n¨²mero uno y superar el r¨¦cord de semanas en el trono del estadounidense Pete Sampras (287; al suizo le faltan dos). ¡°Es m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo¡±, sonri¨®.
Es el n¨²mero tres mundial tras casi un mes y medio sin competir, el sello de un genio que no necesita ritmo porque le sobra el talento
Antes, mientras suena Elvis Presley y su Blue Suede Shoes, un gui?o del pinchadiscos al color del albero, Federer escribe el manual del juego en el viento. Cuando siente que el aire se vence con furia hacia ¨¦l, aleteando contra el cuello de su polo, lanza dejadas que parecen mal¨ªsimas, tan bombeadas que van, porque sabe que ya se encargar¨¢ el hurac¨¢n de frenarlas y hacerlas buenas. Como se lanza baja la pelota en el servicio, apenas sufre en el apartado, no le mueven apenas la bola las corrientes y sus rugidos, excepci¨®n hecha de dos dobles faltas seguidas. Siempre cita a Tipsarevic con la media pista, all¨ª donde el tiempo se acelera y el cerebro se congela, porque no vale la potencia. Este Federer controlado, que toma los riesgos justos y se atreve con un par de restos-red, es el mismo que en su primer partido del torneo, contra el canadiense Raonic, jug¨® al saque-red el 60% de los puntos, incapaz de contener desde el fondo a su oponente. No hay nadie con un manual m¨¢s amplio. La grada sabe lo que est¨¢ viendo. Roger, the King of blue clay, le dicen con carteles. Roger, el rey de la tierra azul.
Todo eso lo hace el n¨²mero tres mundial tras casi un mes y medio sin competir, el sello de un genio que no necesita ritmo porque le sobra el talento. Tipsarevic le dur¨® 1h7m. En el Madrid azul de la pista de hielo, Federer y sus paseos.
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