El cazador cazado
Cuando la identidad de un equipo est¨¢ constituida, no se pierde por mostrar elasticidad frente a las circunstancias
Bastaron unas pocas jugadas para que el Atl¨¦tico de Madrid construyera una distancia insalvable entre los sue?os del Athletic y su primera copa europea. Con los minutos, la distancia se hizo tan grande que era imposible no empatizar con los vascos vi¨¦ndolos chocar, impotentes, una y otra vez contra un muro rojo y blanco. Tan grande que, al final, hasta los hinchas del Atl¨¦tico, poco habituados a la tranquilidad, se sent¨ªan inc¨®modos. Tan grande que ni siquiera el mar de candorosas l¨¢grimas con que Muniain inund¨® Ruman¨ªa explicaba el vac¨ªo. Porque el vac¨ªo del Athletic no era solo no haber podido ganar despu¨¦s de so?ar tanto. Era tambi¨¦n no haber podido sentirse campe¨®n ni siquiera un rato.
¡°El escenario se pareci¨® m¨¢s al que quer¨ªa el Atl¨¦tico que al que quer¨ªamos nosotros¡±, dijo Bielsa. La frase hace redundante cualquier otra explicaci¨®n e incluso al partido en s¨ª, ya que oy¨¦ndola podr¨ªamos imaginar lo que sucedi¨® en su desarrollo sin necesidad de haberlo visto. Sucedi¨® que el Athletic empez¨® a sentirse vac¨ªo demasiado pronto contra un rival que le rob¨® los colores en el sorteo, pero que guardaba los secretos desde mucho antes, cuando El Cholo era capit¨¢n y Bielsa guiaba a la albiceleste.
Cuando los equipos como el Athletic logran rasgos de identidad tan definidos, lo hacen en base a un convencimiento total y a insistir, una y otra vez, sobre los mismos conceptos. Si hubiera demasiado lugar para la duda o si el entrenador adaptara continuamente esos conceptos seg¨²n cada circunstancia, los rasgos de identidad ser¨ªan menos evidentes. El Athletic, generoso en su b¨²squeda ofensiva, sali¨® a jugar con los mismos argumentos que tanto emocionaron este a?o. Lo hizo as¨ª m¨¢s all¨¢ de saber que su rival conoc¨ªa el escenario y ten¨ªa tiempo de tender todas las trampas. Lo sigui¨® haciendo despu¨¦s, cuando vio que las trampas funcionaban.
En el f¨²tbol, lo ¨²nico seguro es contar el partido cuando ya se fueron todos
A menos de 30 segundos del comienzo, ya hab¨ªa sido interceptado Iraola y antes del minuto las jugadas rebotaban en el centro del Atl¨¦tico como pelotas de squash. A los dos minutos la perdi¨® Amorebieta y Adri¨¢n ya se anticipaba de cabeza junto al arco. Antes del tercer minuto, Muniain comet¨ªa falta cerca del ¨¢rea propia para detener otro avance. Demasiados s¨ªntomas en demasiado poco tiempo. Desde ese momento, ya casi no hubo espacio para la reacci¨®n. Solo tres minutos m¨¢s tuvieron los jugadores para considerar un cambio de ruta, aunque solo fuese circunstancial, hasta que el partido se asentara un poco. Pero el Athletic insisti¨® por el centro y, a los seis minutos, la cuarta vez que la pelota regresaba a campo propio como un bumer¨¢n, Diego lanz¨® a Falcao y este se invent¨® un gol hermoso y determinante. De ah¨ª en adelante, el Athletic, que nunca pareci¨® tener pensado cambiar, ya no habr¨ªa podido elegir. El escenario era un campo minado y el cazador ya era la presa.
La fiesta de la final, organizada por dos grandes equipos, la decor¨® y disfrut¨® el Atl¨¦tico de Madrid y el partido nos volvi¨® a instruir sobre este deporte: el desconsuelo de los jugadores del Athletic al final nos ense?a que es mentira que perder sin atenuantes duela menos. La derrota siempre es desgarradora, pero m¨¢s a¨²n lo es sentir que, a pesar de darlo todo, uno no estuvo a la altura de s¨ª mismo. Por otro lado, la insistencia del Athletic en jugar cada pelota sin apartarse del libreto m¨¢s all¨¢ de los riesgos que asum¨ªa, sobre todo en los cruciales primeros minutos, nos muestra una hermosa paradoja. Un equipo debe insistir para construir una identidad, pero esa insistencia le puede hacer, a su vez, m¨¢s r¨ªgido. La rigidez no siempre es una virtud.
Cuando la identidad de un equipo ya est¨¢ claramente constituida, esta no se pierde por mostrar elasticidad frente a las circunstancias que as¨ª lo demandan. En Bucarest, el Athletic fue demasiado previsible en su generosidad.
Sin embargo, ?qui¨¦n puede estar seguro? En el f¨²tbol, lo ¨²nico seguro es contar el partido cuando ya se fueron todos.
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