¡°Ve¨ªamos el f¨²tbol en la voz de Mat¨ªas Prats¡±
Para el director de la RAE, el f¨²tbol es el tiempo de los cinco magn¨ªficos del Zaragoza
Jos¨¦ Manuel Blecua camina mucho; si uno no lo viera sentado habitualmente en el estrado de los actos solemnes de la Academia de la Lengua que ¨¦l dirige, uno se imaginar¨ªa a este zaragozano de 1939, uno de los grandes fil¨®logos espa?oles, sonriendo y caminando, como si viniera tarde de alg¨²n sitio y se sintiera culpable de llegar tarde a otro, pues su h¨¢bito de cortes¨ªa es la puntualidad.
As¨ª que uno se imagina a este hombre sonriente y cort¨¦s avanzando siempre en las calles por las que transita y caminando tambi¨¦n en los campos de f¨²tbol que frecuent¨® cuando era un muchacho. Un andar¨ªn medio volante. Era como el segundo Garay (el que se fue del Athletic al Bar?a) o aquel majestuoso Gensana, o el muy eficaz Miguel Mu?oz. Aquellos eran medios volantes cl¨¢sicos, dice Blecua, y a esos imitaba cuando ¡°las alineaciones eran siempre iguales¡± y se las aprend¨ªan ¡°de memoria¡±. Aquel f¨²tbol que ve¨ªan ¡°gracias a la voz de Mat¨ªas Prats¡± era ¡°un poco simpl¨®n de estructura, pero era bonito, ten¨ªa emoci¨®n. Era un f¨²tbol de extremos claros, de tres defensas cl¨¢sicos, de dos medios tambi¨¦n muy cl¨¢sicos¡±.
El f¨²tbol es, para Blecua, la ¨¦poca de Basora, el tiempo de los cinco magn¨ªficos del Zaragoza¡ ¡°En aquel entonces no hab¨ªa un Iniesta, un Xavi Hern¨¢ndez, un Xabi Alonso, no se tej¨ªa el f¨²tbol como se teje ahora, pero era bonito, ten¨ªa mucha emoci¨®n, adem¨¢s de la que le daba Mat¨ªas Prats¡ Aquel Inglaterra-Espa?a narrado por ¨¦l es el sonido que representa toda mi infancia¡±. Se hizo del f¨²tbol por su padre, que llevaba a los dos hermanos Blecua (Alberto, Jos¨¦ Manuel) al campo del Zaragoza desde que el director de la Academia ten¨ªa siete a?os. ¡°Mi padre era muy aficionado, de modo que no solo le gustaba llevarnos al f¨²tbol, sino que me convenc¨ªa para que jugara¡ Y vi jugar a grandes futbolistas. De aquellos de entonces vi a C¨¦sar, a Kubala, a Basora, a Di St¨¦fano. Y Di St¨¦fano es, con Cruyff, el que m¨¢s me ha impresionado de todos los que he podido ver. Di St¨¦fano era completo, ten¨ªa un gran dominio de la pelota en cualquier demarcaci¨®n¡±.
Como el f¨²tbol, los futbolistas de entonces eran muy distintos a los de ahora. Como el lenguaje. Todav¨ªa no se hab¨ªan hispanizado los anglicismos, dice Blecua. Se segu¨ªa diciendo corner en lugar de saque de esquina, y se dec¨ªa offside u ¨®rsay. Y ¨®rsay entr¨® en el lenguaje coloquial para explicar que alguien (no necesariamente un jugador) estaba en la vida en fuera de juego¡ Unamuno se fijaba, dice el acad¨¦mico, en expresiones que entonces eran habituales y que a ¨¦l le extra?aban o maravillaban: cuadrillas, bandos, pandillas¡, para denominar a los equipos. ¡°Pero lo que me gustaba del lenguaje de entonces eran algunas denominaciones. ?Recuerdas cuando se dec¨ªa ¡®los Campos de Sport del Sardinero?¡±.
Valdano, Pep Guardiola, Del Bosque
El acad¨¦mico aprecia el lenguaje con el que se dignifica la pasi¨®n del f¨²tbol. Valdano est¨¢ en un primer lugar. ¡°Un caso ¨²nico, de una capacidad ling¨¹¨ªstica extraordinaria. Lo vi dando una conferencia en San Mill¨¢n de la Cogolla, sobre el lenguaje deportivo. Lo record¨¦ al llegar del Alav¨¦s al Zaragoza. Un jugador espl¨¦ndido, ten¨ªa poder, remataba muy bien. ?Y habla muy bien!¡±. ?Guardiola? ¡°Pep me parece una persona muy interesante. Un apasionado del f¨²tbol como materia de estudio y de conocimiento. Ha aplicado con ¨¦xito las ense?anzas que ha recibido. Me parece que est¨¢ en la estela de otro grande, Bielsa¡±.
Del Bosque. ¡°Ha ense?ado a catar bien el bal¨®n. Si yo fuera el director de la selecci¨®n, har¨ªa como ¨¦l, buscar¨ªa a aquellos que saben tratar bien el bal¨®n. Como dice don Vicente, es lo que encaja en nuestro ideario¡±.
La radio lo hizo y las visitas a los campos (incluso a Pamplona, no solo a Zaragoza) con el padre lo convirti¨® en un forofo que ahora tiene como grada la televisi¨®n. Su equipo, el que ve con m¨¢s emoci¨®n, es el Zaragoza. ¡°Este a?o ha sido de un sufrimiento espantoso. Y al final se ha salvado gracias a un juego muy bien desarrollado por un t¨¦cnico que ha sabido hacerlo, Manolo Jim¨¦nez¡±. Ha sido un final ¨¦pico, le digo, y ¨¦l da un respingo risue?o: ¡°?pica. C¨®mo ha entrado en el lenguaje del f¨²tbol ese g¨¦nero literario¡±. Como drama. ¡°Igual que drama, exactamente¡±.
¡°?picas y dramas aparte¡±, concede el acad¨¦mico, ¡°lo cierto es que antes de que llegara Manolo Jim¨¦nez era un equipo derrotado que sal¨ªa al campo ya vencido. Con Jim¨¦nez fueron recuperando la capacidad de lucha. El p¨²blico tambi¨¦n cambi¨® de actitud y al fin se impuso lo mismo que le dio fuerza a Obama: Yes, we can. Hubo grandes contribuciones tambi¨¦n. Por ejemplo, la de Lafita, que es un jugador excelente, igual que hubo otros buen¨ªsimos, como Ander Herrera. Pero el f¨²tbol es ahora dinero, y por el dinero se han ido del Zaragoza futbolistas extraordinarios¡±.
El dinero marca el f¨²tbol. Como el gimnasio. ¡°Antes los futbolistas no estaban tanto en el gimnasio. Ahora ocupan ah¨ª el tiempo que los grandes de mi ¨¦poca se pasaban en el cabar¨¦. Y luego eran igual de buenos en el campo¡±.
Como su grada es la tele, ahora ve tambi¨¦n tenis, ciclismo, carreras de autom¨®viles¡ ¡°Las carreras son muy divertidas. El l¨¦xico, la estrategia, es un mundo nuevo que conocimos gracias a la televisi¨®n. ?Es un deporte? Dec¨ªan que no lo era, que era pura mec¨¢nica. Pero es espectacular, se hace al aire libre, tiene normas fijas, as¨ª que es constitutivo de la palabra deporte¡±. Pero en Blecua como espectador hay una pasi¨®n que no se apaga, la del f¨²tbol; en el centro, el Zaragoza, y envolvi¨¦ndolo todo la memoria que permite imagin¨¢rselo caminando como un medio volante cl¨¢sico, junto a su padre, hacia el viejo estadio zaragocista¡
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