Del Bosque y el cainismo
Espa?a es una marca futbol¨ªstica con un manto social, por fin, como el resto de las selecciones, como el de sus m¨¢s distinguidos clubes, aunque algunos sectores le niegan su parte al seleccionador
Espa?a es una marca futbol¨ªstica y a su alrededor se respira hoy una grandeza impensable hasta hace muy poco en una selecci¨®n con telara?as que solo destilaba pesimismo y un cierto cutrer¨ªo. Es otra, para disgusto en algunos ambientes donde se prefieren las ocurrencias cainitas que hagan ruido. A veces no se perdona el ¨¦xito y se bucea en el fango para mercadear con los fuegos artificiales, la bronca por la bronca. Lejos del debate reflexivo, que no exige prejuicios, sino el pensamiento propio, sin ombligos, partidismos, cuentas pendientes e intereses variopintos.
El ¨²ltimo pagano ha sido Vicente del Bosque, custodio del triunfo de sus chicos desde la naturalidad y los buenos modales, pese ser art¨ªfice principal no solo del admirable juego y comportamiento del equipo, sino de lo que hoy trasciende a los podios: Espa?a cautiva por lo que expresa, en el campo y fuera, en sus fronteras y mucho m¨¢s all¨¢. Y, con o sin arietes, alg¨²n m¨¦rito tiene el entrenador, que acierta o se equivoca a partir de sus convicciones.
Para desaz¨®n de quienes se refugian en la aparente discrepancia futbol¨ªstica para atizar el fuego contra quien no ha convocado o alineado a tal o cual, contra el que se niega a recoger alguna medalla de manos que quienes en su d¨ªa le hicieron sentirse humillado, el eco que llega alrededor del equipo es bien distinto. Los corresponsales deportivos con m¨¢s horas de vuelo no dan cr¨¦dito a la marea organizada en torno a una selecci¨®n que presentaba entre sus credenciales la invisibilidad de su hinchada, reducida a un bombo, un toro y algunos solistas despistados con el Viva Espa?a. Hoy, la selecci¨®n tiene un manto social como el resto de los equipos, como el de sus m¨¢s distinguidos clubes. Las miles de personas que estos d¨ªas ti?en de rojo Gdansk, que requiere m¨¢s de tres horas de vuelo y una escala intermedia, llegan desde todos los rincones: los nombres de Aranda de Duero, Lepe y Tudela, por ejemplo, se le¨ªan el jueves en las gradas del Arena. Es quiz¨¢ la afici¨®n m¨¢s carnavalera, con disfraces circenses, c¨¢nticos divertidos y siempre un gui?o con la hinchada adversaria y la local. No es extra?o que las gentes de Gdansk fundan su rojo con las de Espa?a. Por algo esta selecci¨®n es la Brasil de Europa, la que m¨¢s seduce en un deporte tan universal que cada dulce regate de Iniesta est¨¢ a la vista de todo el planeta.
Espa?a ha logrado tener su propio 'club': se se mezclan cul¨¦s, madridistas, b¨¦ticos...
Espa?a ha logrado tener su propio fanclub, en el que se mezclan cul¨¦s, madridistas, b¨¦ticos, sevillistas, oviedistas y esportinguistas, por citar algunas identidades futboleras. Caben todos, por m¨¢s que alejados de la calle proliferen con su sordina aquellos acostumbrados al quite y pon de entrenadores y jugadores, no a esos t¨¦cnicos tolerantes que no discriminan a nadie, caso de Del Bosque. El entrenador suele ser la diana preferida. Del Bosque, hombre cabal, educado, amable, dialogante, sin discriminaciones medi¨¢ticas y con forro castellano para soportar el aluvi¨®n de cr¨ªticas sin levantar la voz resulta el blanco perfecto. Nadie, por supuesto tampoco Del Bosque, est¨¢ a salvo de las discrepancias ajenas. Pero el debate deber¨ªa ce?irse a lo puramente futbol¨ªstico, puesto que as¨ª lo conduce ¨¦l mismo, sin retrancas, man¨ªas o caprichos, sino con sus ideas por delante, con un razonamiento tan propio como limpio y encantado de discutirlas cuando no hay m¨¢s que f¨²tbol y solo f¨²tbol por el medio. Y sin rasgu?os para el grupo, que convive en paz gracias, en buena medida, a su diplomacia y empe?o conciliador, lo que no significa, ni mucho menos, una debilidad. El autoritarismo es cosa de otros, a los que no tienen m¨¢s v¨ªas para sostener su mando. En el f¨²tbol no es necesario el toque de queda, aunque a algunos les lleve a las portadas.
Los futbolistas ven en su seleccionador a un hombre justo. Del Bosque fue respetuoso al m¨¢ximo con su antecesor, al que llev¨® en mano el honor del Pr¨ªncipe de Asturias; esper¨® hasta el ¨²ltimo instante a Torres cuando su presencia en Sud¨¢frica 2010 era dudosa por una lesi¨®n; respet¨® tanto la jerarqu¨ªa del Ni?o como la de Villa, autodescartado para Polonia. Nunca ha puesto el acento en el fallo de alguno de los suyos. Lament¨® en su interior que Silva quedara se?alado tras apartarlo del duelo con Honduras siguiente a la derrota con Suiza en el Mundial africano y ya en esta Eurocopa hizo la mejor defensa posible del propio Torres, al que sus fallos ante Italia no le apartaron de la titularidad ante Irlanda. Ni se enfad¨® Torres, ni lo hizo Cesc. Tampoco Llorente o Negredo ¡ªignorados en muchos foros, por cierto, del congreso nacional sobre si jugar o no con arietes¡ª, que podr¨ªan plantear que su temporada ni much¨ªsimo menos ha sido peor que la del ariete de Fuenlabrada. Todos han respondido de manera estupenda y todos se sienten parte de esta maravillosa aventura, con Torres en el pelot¨®n de cabeza.
Cualquier debate sobre este equipo parte desde la excelencia de un grupo, jugadores, t¨¦cnicos y personal del entorno, que, por lo general, lleva a?os con un comportamiento ejemplar, en el campo y fuera. Por eso seduce y tiene, como nunca feligreses por todos los lados. Y en Gdansk no hay opio. El f¨²tbol solo rescata a sus gentes para un rato de felicidad. A la que contribuye gente como Del Bosque, por m¨¢s que se empe?en en vedarle el ¨¦xito porque no es de los suyos, es de todos.
El autoritarismo es cosa de otros, a los que no tienen m¨¢s v¨ªas para sostener su mando.
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