El colch¨®n de Croacia
Mandzukic, exiliado en la guerra de los Balcanes, es el inesperado h¨¦roe de su equipo
Slaven Bilic sent¨ªa predilecci¨®n por el flaco con cara de p¨¢jaro. Al seleccionador croata le fascinaba el car¨¢cter complejo del delantero menos admirado por la hinchada nacional. Mario Mandzukic tampoco se hab¨ªa hecho querer demasiado. Retra¨ªdo, hura?o y desgarbado, vistiendo la camiseta a cuadros, no se hab¨ªa caracterizado ni por su agilidad ni por su oportunismo. En 29 partidos como internacional antes del Europeo solo marc¨® cinco goles. Sin embargo, Bilic le quer¨ªa. Le gustaban los tatuajes que se hac¨ªa, su hostilidad espont¨¢nea hacia toda autoridad, y su historial de relaciones problem¨¢ticas con entrenadores y presidentes de club. Algo le dec¨ªa que bajo la piel del jugador se agitaba un poderoso demonio competitivo y, lejos de tratarle con rigor, le amparaba como a un hermano menor, le abrazaba en los entrenamientos, le daba consejos, bromeaba con ¨¦l. Bilic, despu¨¦s de todo, tambi¨¦n tiene el cuerpo cubierto de tatuajes.
Quiz¨¢s ni el propio Bilic imagin¨® que Mandzukic se convertir¨ªa en el m¨¢ximo goleador de la Eurocopa con tres goles en dos partidos, los mismos que Dzagoev, la ¨²ltima perla de la cantera de Rusia, y Mario G¨®mez, el nueve alem¨¢n. Ayer Bilic hablaba de Mandzukic como un padre agradecido despu¨¦s de que sus dos goles a Irlanda y su gol a Italia encauzara al equipo hacia los cuartos: ¡°Mandza es un guerrero¡±, dec¨ªa el seleccionador. ¡°Un luchador que nos da mucha energ¨ªa. No se cansa nunca de correr y de moverse. Es capaz de milagros¡±.
Para protegerse de las balas, cuando en la calle se o¨ªan tiroteos, se met¨ªa bajo la cama
El inesperado h¨¦roe croata naci¨® en la orilla equivocada del r¨ªo. Su ciudad, Slavonski-Brod, dividida por el r¨ªo Sava, se inflam¨® durante la guerra de los Balcanes. Los croatas nacidos en el costado bosnio debieron cruzar el puente y refugiarse en recintos de acogida. La familia Mandzukic, seg¨²n cuenta el propio jugador, tard¨® poco en descubrir que en la parte m¨¢s segura de la ciudad les esperaba el hacinamiento y las incursiones de grupos violentos de serbobosnios. Para protegerse de las balas, cuando en la calle se o¨ªan tiroteos, el peque?o Mandzukic se met¨ªa debajo del colch¨®n.
Ivan Strinic dijo ayer que el compa?ero al que asisti¨® para que hiciera el empate (1-1) ante Italia es muy sensible al cari?o de Bilic pero le debe mucho a la severidad prusiana de Feliz Magath, el t¨¦cnico del Wolfsburgo, que la pasada temporada le tuvo varios partidos marginado en la grada. ¡°Creo que Magath le ha encarrilado¡±, asegur¨® Strinic. ¡°Le ha impuesto el tipo de disciplina que necesitan jugadores como ¨¦l¡±.
Magath le priv¨® de jugar un tercio de la temporada pero Mandzukic le respondi¨® cuando el Wolfsburgo se estaba jugando el descenso. Meti¨® 12 goles, cuatro de ellos en las jornadas 26, 27, 28 y 29, en plena lucha por la permanencia. Sus goles al Nuremberg y Hertha decidieron la supervivencia del Wolfsburgo.
¡°Mandza es un guerrero, es capaz de hacer milagros¡±, dice el seleccionador, Bilic
Despu¨¦s de marcarle los dos goles a Irlanda, dos cabezazos dirigidos con precisi¨®n de cirujano a la cepa del palo izquierdo de Given, el delantero cont¨® una extra?a historia. Su padre le hab¨ªa pedido un deseo a una mariquita esa misma ma?ana: que su hijo marcara dos goles. ¡°Mi padre deber¨ªa encadenar a la mariquita para que no se escape¡±, brome¨®, al salir del vestuario.
Ivica Olic, Nikica Jelavic y Eduardo da Silva eran los tres delanteros favoritos de la afici¨®n. Pero Olic se lesion¨® en el ¨²ltimo amistoso antes del Europeo y Eduardo no es titular habitual en el Shakthar, y no est¨¢ en plenitud de condiciones. El destino le ten¨ªa reservada una plaza al cuarto hombre, que no se distingu¨ªa ni por una potencia ni por una t¨¦cnica extraordinaria, pero demostr¨® que, en situaciones de m¨¢xima exigencia, sabe elegir a d¨®nde colocarse para sorprender a porteros y defensas. As¨ª naci¨® la leyenda de Mandzukic, el goleador que sali¨® de debajo del colch¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.