LeBron o Durant, ?qui¨¦n es mejor?
Resulta tentador suponer que era mejor vivir en el pasado. La vida era m¨¢s sencilla, las aventuras amorosas eran m¨¢s apasionadas y el tiempo pasaba m¨¢s despacio. Tambi¨¦n es f¨¢cil pensar que la vida ser¨¢ mejor en el futuro: viviremos m¨¢s tiempo, todo ser¨¢ m¨¢s c¨®modo y no tendremos que vivir sin coches voladores.
Casi nunca suponemos que el presente es donde preferir¨ªamos estar, pero en lo que se refiere a la NBA el presente es perfecto.
Una de las preguntas evidentes de esta final de la NBA es la siguiente: ?qui¨¦n es mejor, LeBron James o Kevin Durant? Pero, aunque la pregunta pueda ser evidente, la respuesta no lo es. Una noche parece que James podr¨ªa ser el mejor deportista que nuestro planeta ha engendrado. Pero otra noche es Durant quien hace que nos olvidemos de todos los Jordan, Bird o Doctor J anteriores. Pero ninguno de los dos es sistem¨¢ticamente la elecci¨®n evidente.
?Por qu¨¦? Porque los dos tienen defectos. LeBron James no tira tan bien de lejos y su personalidad hiperactiva significa que, al final del partido, est¨¢ m¨¢s nervioso que un adicto a la coca¨ªna frente a un pelot¨®n de fusilamiento. Kevin Durant siempre est¨¢ tranquilo, pero se pierde en la confusi¨®n del partido con m¨¢s frecuencia de la que resulta apropiada para el actual m¨¢ximo anotador de la NBA.
Y son precisamente estos defectos los que hacen posible que nuestra NBA sea la mejor NBA de todos los tiempos.
Antes, en la ¨¦poca de Cousy y Russell, de Robertson y Hawkins o de Magic y Bird, el baloncesto no era un juego universal. Ni siquiera era un juego de todo el pa¨ªs. Los ¨²nicos ni?os que jugaban al baloncesto eran aquellos cuyos padres no pod¨ªan permitirse vivir cerca de un campo de b¨¦isbol o de f¨²tbol americano. Los jugadores de baloncesto del pasado eran inferiores debido a la falta de competencia.
LeBron James no tira tan bien desde lejos y, al final, est¨¢ nervioso. Kevin Durant siempre est¨¢ tranquilo, pero a veces se pierde en el partido
En el futuro, en la ¨¦poca de O¡¯Neal hijo y Chen, el peque?o Kobe y Gupta y LeBronito y Sergei, los jugadores estar¨¢n tan perfeccionados ¡ªser¨¢n tan perfectos¡ª que el baloncesto no se podr¨¢ ver. Todos los tiros sin oposici¨®n entrar¨¢n. Todos los jugadores jugar¨¢n por dentro y por fuera. Udonis Haslem III no tendr¨¢ la m¨¢s m¨ªnima posibilidad.
Pero, ?y ahora?
Ahora estamos en el momento dulce del baloncesto. Estamos casi seguros de que Kevin Durant va a meter ese triple, pero no lo sabemos a ciencia cierta. Estamos relativamente seguros de que LeBron James va a encestar ese tiro arqueado desde la l¨ªnea de fondo, pero no estamos tan convencidos para correr el riesgo de mirar hacia otro lado. Las jugadas que nos hacen saltar de nuestros asientos son lo suficientemente espectaculares para impresionarnos, pero no son tan habituales para aburrirnos.
El baloncesto de la NBA es mejor ahora que antes porque los jugadores son m¨¢s grandes, m¨¢s r¨¢pidos y m¨¢s competentes. Pero tambi¨¦n es mejor ahora de lo que lo ser¨¢ en el futuro porque los jugadores no son todo lo grandes, r¨¢pidos y competentes como lo ser¨¢n en el futuro.
Y por eso, por una vez, podemos estar contentos con el Padre Tiempo. Puede que no vivamos en la ¨¦poca adecuada para los romances de cuento o de los coches que no necesitan carreteras, pero en lo que respecta al baloncesto nuestra ¨¦poca es perfecta.
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