?zil sofoca la rebeli¨®n
Un recital de pases del mediapunta lanza a las semifinales a Alemania ante una Grecia sin recursos, pero que resisti¨® con fe hasta empatar el encuentro en la segunda parte
El poder atacante de Alemania crece exponencialmente con el avance del torneo. Reci¨¦n instalados en la alineaci¨®n, Reus, Klose e incluso Sch¨¹rrle demostraron recursos para dar y regalar. Sobre todo, si est¨¢n en manos de ?zil, en el origen de los cuatro goles germanos, omnipresente en cada ofensiva, paciente para encontrar todos los puntos d¨¦biles del contrario. Demasiados en el caso de Grecia, vulnerable a partir de un portero, Sifakis, con manoplas de cristal y una zaga confundida por la profundidad y la complejidad del ataque adversario. En Alemania, si acaso, deja dudas su defensa. No por falta de calidad (el imponente Hummels es una de las sensaciones del campeonato), sino de a?os de experiencia para cerrarse. Boateng, Hummels y Badstuber no superan la barrera de los 23 a?os. Si un conjunto como Grecia puede rasgarla en dos ocasiones, L?w tiene motivos para preocuparse.
ALEMANIA, 4 - GRECIA, 2
Alemania: Neuer; Boateng, Badstuber, Hummels, Lahm; Schweinsteiger, Khedira; Sch¨¹rrl (M¨¹ller, m. 67), ?zil, Reus (Goetze, m. 80) y Klose (Mario G¨®mez, m. 80). No utilizados: Zieler, Wiese, Howedes, Mertesacker, Schmelzer, G¨¹ndogan, Kroos, Lars Bender y Podolski.
Grecia: Sifakis; Torosidis, Papadopoulos, Papastathopoulos, Tzavelas; Makos (Liberopoulos, m. 72), Katsouranis, Maniatis; Ninis (Gekas, m. 46), Salpigidis y Samaras. No utilizados: Fotakis, Tzorvas, Chalkias, Malezas, Fortounis, Mitroglou y Fetfatzidis.
Goles: 1-0. M. 38. Lahm. 1-1. M. 55. Samaras. 2-1. M. 61. Khedira. 3-1. M. 68. Klose. 4-1. M. 74. Reus. 4-2. M. 89. Salpingidis.
?rbitro: Damir Skomina, de Eslovenia. Amonest¨® a Samaras y Sokratis.
Estadio Gdansk Arena, 39.000 espectadores
Cuando habla de libertad en el equipo de Alemania, ?zil se refiere a esto. Es el jefe del ataque. Elige desde d¨®nde arrancar seg¨²n el momento o la circunstancia. El punto de partida es la mediapunta, pero no se conforma con esa visi¨®n privilegiada: prefiere visitar el extremo izquierdo y el derecho, adem¨¢s de retrasarse para recibir como mediocentro. Sus desplazamientos, como si se tratara del voleibol, mueven a todos sus compa?eros. Por ejemplo, si ¨¦l se desliza a la derecha, a Reus le toca pasar al centro. Y as¨ª hasta un sinf¨ªn de posibilidades con las que L?w ha enriquecido t¨¢cticamente a Alemania.
Favorecida esta vez por la peque?a revoluci¨®n del seleccionador en la delantera: Sch¨¹rrle, Klose y Reus en vez de Podolski, Mario G¨®mez y M¨¹ller. Si buscaba m¨¢s dinamismo, lo logr¨®. Sobre todo, por los nuevos extremos. Le dieron otro aire, mucho m¨¢s imprevisible. Sus diagonales fueron imparables para los zagueros griegos, desbordados desde el primer momento. Su entrenador, el portugu¨¦s Santos, se tapaba la cara de verg¨¹enza. No era eso lo que hab¨ªa planeado con esmero.
?Neuer jug¨® por momentos en el centro del campo. ?zil busc¨® todos los espacios hasta que sirvi¨® a la izquierda al lateral Lahm en la zona de los tres cuartos. El capit¨¢n ote¨® el horizonte y avanz¨® unos metros antes de reventar la pelota con el exterior del pie derecho desde unos 30 metros. El bal¨®n se fue abriendo hacia el poste izquierdo de Sifakis. Si un equipo quiere sobrevivir bajo el larguero, necesita un portero inspirado. No fue el caso de Sifakis: se le escapaba todo. El gol provoc¨® un terremoto entre los 30.000 hinchas germanos en el estadio Arena de Gdansk, una multitud comparada con los 4.000 helenos. Entre los primeros, una saltarina Angela Merkel, cerrando los pu?os en se?al de victoria. Hasta en el despliegue de las banderas previas al choque se hab¨ªa notado la diferencia econ¨®mica: gigantesca la alemana, peque?a la griega.
Sifakis, un portero con manoplas de cristal, y su zaga, lastres helenos ante un gran ?zil
Antes del gol, lo mejor de Grecia hab¨ªa venido a trav¨¦s de su capit¨¢n, Katsouranis: un robo del bal¨®n a Schweinsteiger que evidenci¨® el estado renqueante del centrocampista alem¨¢n y un pase intencionado inalcanzable para Ninis porque se adelant¨® Neuer. No hubo m¨¢s.
¡°?Deutschland, Deutschland!¡±. La grada, repleta de hinchas alemanes, se dispuso a disfrutar de la segunda parte en su ¨¢rea m¨¢s cercana. La sorpresa no tard¨® en llegar. Santos hab¨ªa tirado la casa por la ventana con Foutakis y Gekas. Al primer contragolpe, gol. La llegada de Salpingidis por la orilla derecha y su centro raso y enroscado al segundo palo invit¨® a que Samaras entrara como lo hizo: como un aut¨¦ntico le¨®n. La respuesta alemana fue la paciencia. Otra vez ?zil como maestro de ceremonias, moviendo la pelota por todos los rincones del ¨¢rea. Esta vez hacia el lateral derecho Boateng. A su centro acudi¨® Khedira como si quisiera volear con las dos piernas a la vez. Fue la derecha, en un remate estramb¨®tico: parte con la tibia y parte tambi¨¦n con el empeine.
Sifakis complet¨® su calamitosa actuaci¨®n con una salida a ninguna parte, confundiendo el aire con la pelota, cuando Klose cabece¨® a gol una falta de ?zil a pie cambiado desde la derecha. El mediapunta refin¨® su aportaci¨®n esta vez con un pase en profundidad a Klose. En su salida, rechaz¨® Sifakis y vole¨® espectacularmente Reus. Las dos apuestas de L?w, Klose y Reus, ofrec¨ªan sus r¨¦ditos. La grada germana core¨® entonces los pases como una especie de ol¨¦s descafeinados. Salpingidis, de penalti, despidi¨® a Grecia. ?zil hab¨ªa abortado cualquier intento de rebeli¨®n.
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