Solitario final de Cristiano
La estrella portuguesa se despide del torneo sin posibilidad de lanzar el ¨²ltimo penalti y sin tirar entre los tres palos en el duelo
Cristiano Ronaldo llev¨® una vida solitaria en el campo de Donbass. Comenzando por el calentamiento, que dedic¨® a ejercicios particulares. Fueron notables sus driblings a rivales imaginarios y sus carreras en zigzag entre l¨ªneas invisibles mientras practicaba su dominio del bal¨®n. Tambi¨¦n ejercit¨® sus lanzamientos de falta directa desde 30 y 40 metros, que siempre mand¨® a la grada, en donde los espectadores m¨¢s desavisados corrieron el riesgo de sufrir alg¨²n traumatismo. Durante el partido desempe?¨® funciones que le alejaron de los espacios reducidos. El hombre precisa de las grandes praderas para sentirse m¨¢s seguro. Si sus compa?eros presionan a Espa?a en la derecha, ¨¦l se mueve a la banda izquierda. Si recuperan atr¨¢s, ¨¦l se desplaza a la punta. Si el lateral izquierdo, ayer Coentr?o, avanza por su banda, ¨¦l corre pegado a la raya. Huy¨® de los amontonamientos porque supo que all¨ª le buscar¨ªan sus asistentes, casi siempre en largo. Casi siempre Pepe, Coentr?o, o Moutinho.
Las trayectorias centr¨ªfugas caracterizaron el partido de Cristiano. Entre resoplidos y gestos de profundo ensimismamiento, el hombre se movi¨® hacia la periferia porque all¨ª las intervenciones, para los delanteros h¨¢biles y r¨¢pidos como ¨¦l, suelen ser decisivas. Sobre todo ante equipos como Espa?a, que buscan al adversario en campo contrario y dejan el terreno propio casi deshabitado. El capit¨¢n de Portugal se permiti¨® estas maniobras en la medida en que dispone de un equipo que juega para ¨¦l mientras permanece ausente. Apareci¨® poco, pero cada vez que lo hizo arm¨® revuelo y corresponde atribuirle la casi totalidad de las faltas que hicieron los espa?oles. Ramos recibi¨® la amarilla cuando le puso el pecho para frenarle en una carrera que inici¨® Cristiano tras robarle la pelota a Busquets. El mediocentro del Bar?a se ocup¨® de cortar sus carreras en el medio campo y en los c¨®rners le hizo marca personal. En la banda izquierda portuguesa se encontr¨® con Arbeloa, que procur¨® encimarle para que no se girase, cada vez que recibi¨® la pelota. ¡°?Eeeeeeh!¡±, le grit¨® Cristiano al ¨¢rbitro, despu¨¦s de que Arbeloa le rascase los tobillos por cuarta vez. Cristiano supo ser un extremo temible en sus escasas incursiones por los costados, incluso centrando con la zurda. Se fue una vez de Piqu¨¦, alcanz¨® la l¨ªnea de fondo, y su centro estuvo a punto de interceptarlo Nani en el primer palo, pero se anticip¨® Casillas.
Uno de los momentos de mayor ruido de la noche se desencaden¨® tras una falta de Arbeloa a Cristiano en la frontal del ¨¢rea. El ritual preparativo del lanzamiento suscit¨® gran controversia en la multitud. La mayor¨ªa, ucranios incluidos, pitaron. Los portugueses cantaron un himno de tres notas: ¡°?Pur-tu-gal!¡±. El tiro de Cristiano se fue alto. Un metro. Exactamente igual de alto que las otras dos faltas que lanz¨®, pitadas despu¨¦s de sucesivas faltas de Arbeloa.
Se cumpli¨® el minuto 120 sin que el delantero tirase entre los tres palos de Casillas
Se cumpli¨® el minuto 120 sin que Cristiano tirase entre los tres palos. Solo contabiliz¨® tres tiros de falta, un remate desde fuera del ¨¢rea que se march¨® desviado, y un remate de zurda en un contragolpe. Tras una falta en contra, Nani, Cristiano y Meireles sorprendieron a la defensa en un tres para tres. Cuando Meireles dej¨® solo a Cristiano el estadio se alborot¨® pendiente de su cuarto gol en el torneo. El remate habr¨ªa clasificado a Portugal. Pero lo fall¨®, alto de nuevo, sea porque no pudo acomodarse para pegarle con la derecha, sea porque Piqu¨¦ le oblig¨® a precipitarse.
Cristiano se pas¨® el alargue solo, como siempre, y levantando la mano, pidiendo la pelota. Nadie se la dio porque Portugal no la tuvo. Y as¨ª acab¨® su Eurocopa. En la tanda de penaltis. Esperando lanzar el quinto. El que nunca lleg¨®. Se qued¨® murmurando entre dientes ¡°?qu¨¦ injusticia, qu¨¦ injusticia!¡±. Cuando le preguntaron luego qui¨¦n decidi¨® que fuera el ¨²ltimo lanzador portugu¨¦s respondi¨®: ¡°La decisi¨®n ha sido del entrenador, del grupo, de todos¡±.
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