El olor del Becozyme
El ¡®caso Europcar¡¯ refleja todos los cambios habidos en la relaci¨®n del pelot¨®n con el dopaje

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El olor a azufre delataba al diablo en la tradici¨®n y los medios ciclistas, tan po¨¦ticos, no dudaron hace a?os en utilizar la imagen sulf¨²rica para referirse en sus informaciones a los m¨¦dicos sospechosos, que, indefectiblemente, eran sulfurosos u ol¨ªan a azufre. Esto era antes, claro. El ciclismo ha cambiado, es el nuevo discurso de los medios. Y, si no ha cambiado de h¨¢bitos, al menos ha cambiado de perfume. Ya no huele a azufre, sino al olor acre, intenso, invasivo, de la piridoxina o vitamina B6 que contienen las ampollas intravenosas de Becozyme. El heraldo del cambio olfativo es Jean-Ren¨¦ Bernaudeau, el jefe del Europcar, el equipo franc¨¦s de las revelaciones del pasado Tour, de Voeckler y Rolland, al que, seg¨²n L¡¯?quipe, investiga la Fiscal¨ªa de Salud de Par¨ªs por supuesta utilizaci¨®n de m¨¦todos irregulares de recuperaci¨®n de sus ciclistas por las noches.
¡°?Insidias, envidias, mentiras!¡±, bram¨® Bernaudeau ayer en la sala de prensa del Tour, en Lieja, donde comienza ma?ana. Flanque¨¢ndolo, sus chavales, el escalador Rolland (gan¨® a Contador y Samuel en el Alpe d'Huez en 2011), de delgadez cadav¨¦rica, y el mofletudo Voeckler (maillot amarillo muchos d¨ªas), recuperado a ¨²ltima hora de una lesi¨®n de rodilla llamada la del efecto limpiaparabrisas por la forma en que baila la parte inferior de la pierna. ¡°Lo que s¨¦, lo s¨¦ por la prensa. A m¨ª nadie me ha llamado a declarar¡±, zanj¨® el moren¨ªsimo Bernaudeau, quien se encuentra estos d¨ªas en el triste trance de tragar la amarga medicina que tanto ha recetado ¨¦l mismo a otros.
Uno de los pilares de la nueva ¨¦tica ciclista, Bernaudeau se distingui¨® en los ¨²ltimos a?os, desde la atalaya del Movimiento para un ciclismo limpio, como un delator constante, un especialista en se?alar con el dedo a todos aquellos que, seg¨²n ¨¦l, a¨²n se manten¨ªan fieles a la ciencia del dopaje.
Ahora es ¨¦l, sin embargo, el destinatario de los dedos acusadores, pues fue, en efecto, una serie de denuncias de corredores y dirigentes de otros equipos, acusando al suyo de usar v¨ªas intravenosas, prohibidas por la ley antidopaje, para recuperar a sus ciclistas (el olor de las ampollas de Becozyme, que, seg¨²n L¡¯?quipe, dicen los acusadores que invad¨ªa los pasillos de los hoteles donde pernoctaba el Europcar, tan delator su olor en la orina como la de aquel que ha comido esp¨¢rragos durante el Tour, y tambi¨¦n el abuso de corticoides).
A las acusaciones y la investigaci¨®n iniciada por la polic¨ªa, que ser¨¢ larga y puede desembocar en nada, Bernaudeau ha respondido de la misma manera como recientemente lo ha hecho Armstrong, acusado por antiguos compa?eros de equipo de doparse y de obligarles a ellos a doparse: desacreditando al testigo, creen desacreditar el testimonio. Si los abogados del tejano han concluido que ha sido el resentimiento y la promesa de inmunidad ante posibles acusaciones lo que ha llevado a sus examigos a denunciarlo, Bernaudeau, directamente, proclam¨®: ¡°Es una maquinaci¨®n. Sab¨ªa que molest¨¢bamos, pero hasta este punto¡¡±.
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