Wiggins, un Indurain muy locuaz

Al d¨ªa siguiente de la etapa jur¨¢sica, la luz del Franco Condado brilla sobre Bradley Wiggins, da otro tono a las sombras del rey de los rodillos en la salida de la Salina Real, monumento al racionalismo neocl¨¢sico e industrial del siglo XVIII. Permite ver a otro l¨ªder, a una persona que no es el maleducado insultante soberbio ni tampoco el estereotipado ciclista programado para conseguir un objetivo sin pensar m¨¢s. ¡°Tenemos que hacer un esfuerzo para adaptarnos al nuevo ciclismo¡±, conf¨ªa un colega belga veterano del Tour. ¡°A la mirada de los anglosajones sobre nuestro ciclismo, pues la mirada es el poder, y son ellos los que hablan ahora¡±.

Entre la pareja del Sky y el resto, un abismo;
y detr¨¢s, api?ados, un embotellamiento

Debemos ser generosos, por tanto, y admitir a Wiggins, a sus exabruptos malhablados que tanto chocan con el esterilizado mundo actual de comunicados de prensa sin sustancia, sin aristas, dentro del linaje de otros grandes campeones, Hinault, Fignon, Armstrong, el mismo Merckx, Oca?a, que nunca dudaron en ser tan excesivamente humanos a la hora de expresarse. Debemos ir m¨¢s all¨¢ a¨²n, o m¨¢s atr¨¢s, o sea, regresar al padre Indurain, debemos considerar al ingl¨¦s de amarillo un avanzado a su ¨¦poca, como Indurain; debemos considerar al ciclista que ayer machac¨® al Tour con su contrarreloj como un Indurain igual de reconcentrado e igual de meticuloso, un Indurain hablador, eso s¨ª, un Indurain capaz de expresar su car¨¢cter m¨¢s que con sus silencios, como m¨ªticamente hac¨ªa el navarro, con sus palabras; capaz de sacar la mala leche igual, y sus emociones, pero m¨¢s floridamente. Un campe¨®n, claro.

Un campe¨®n con una sombra igual de alta que la suya, llamada Chris Froome, su amigo de Kenia, que fue el ¨²nico de los que piensan en la general que en los 41,5 kil¨®metros de rurales carreteras a orillas del Doubs, cu¨¢ntos rincones para un picnic, perdi¨® menos de un minuto. Froome, que es mejor escalador que ¨¦l, que se ha comprometido a borrarse, a ser ¨¦l, un Wiggins m¨¢s de pensamiento, palabra y obra. Entre la pareja del Sky y el resto (dejando al electr¨®n Cancellara en medio) hubo un abismo, y detr¨¢s un embotellamiento (20 corredores api?ados en dos minutos), en el que muy a su pesar se encontr¨® atascado Cadel Evans, que perdi¨® 1m 43s (dos segundos y medio por kil¨®metro, tremendo: solo fue sexto en la etapa) y ya est¨¢ a 1m 53s en la general de Wiggins, en una segunda plaza que mantiene por solo 14s ante Froome, lo que acent¨²a el efecto s¨¢ndwich. All¨ª est¨¢ ¨¦l, el ganador saliente, al que se consideraba el ¨²nico capaz de rivalizar con el favorito Wiggins, o incluso con m¨¢s posibilidades, peleando por ox¨ªgeno con Nibali y Menchov, a quienes se ve¨ªa siempre en un escal¨®n inferior. Y con Haimar Zubeldia, el espa?ol de quien nadie habl¨® antes del Tour (un hombre en el marasmo del RadioShack de los Schleck y compa?¨ªa), y que quiz¨¢s por eso sali¨® indemne de la carnicer¨ªa de la primera semana, y que tras una magn¨ªfica contrarreloj es sexto en la general, a poco m¨¢s de un minuto del tercero, Froome. ¡°Si algo me ha ense?ado el Tour¡±, dijo el veterano guipuzcoano, ¡°es a ser prudente, pero en la ¨²ltima semana voy a estar mejor¡±.

El Tour te ense?a a ser prudente, pero voy a estar mejor¡±

Zubeldia, sexto

Tras la contrarreloj, detr¨¢s de Wiggins y de Froome, se intuye un resto de Tour (qu¨¦ resto, todo el Tour: hasta el jueves no empiezan los Alpes, y los Pirineos dentro de ocho d¨ªas) de un pelot¨®n de seguidores pendientes de defender lo suyo y esperando el fallo del de delante. No hay contadores ni andys, no hay atacantes de monta?a, y el ¨²nico que podr¨ªa hacerlo, Froome, est¨¢ atado al l¨ªder y al concepto.

El concepto es el Sky, el equipo cuyas dos palabras m¨¢gicas son plan y detalle. El plan se lleva adelante pase lo que pase, y si falla el plan se traza otro plan. El detalle es el rey. Pensada para ganar segundos ¡ªWiggins fue el ¨²nico del equipo con cambio mec¨¢nico, no electr¨®nico, pues as¨ª pod¨ªa tener un acople de cent¨ªmetro y medio m¨¢s largo, vital para su aerodinamismo, b¨²squeda de la m¨¢xima penetraci¨®n tambi¨¦n reflejada en ruedas con tornillo Allen, no cierre autom¨¢tico, en la manga corta y el mit¨®n hasta la mu?eca, en el casco sin cola¡ª, la suma de detalles ¡ªy tambi¨¦n el c¨¢lculo al mililitro de cu¨¢nto y cu¨¢ndo deb¨ªa beber teniendo en cuenta la temperatura y la humedad, y el grado de inclinaci¨®n del sol¡ª acab¨® transformada en minutos y en una paz de esp¨ªritu que permiti¨® a Wiggins ¡ªuno que no genera m¨¢s de 480 vatios, menos que Indurain y Evans¡ª una eficiencia demoledora al mover un plato de 56 dientes y una abstracci¨®n absoluta. ¡°Solo iba en mi mundo. No sab¨ªa lo que hac¨ªan los dem¨¢s, sus referencias. No me importaban. Era yo en mi burbuja¡±, dijo. ¡°Solo cuando me dijeron el resultado pude sentir alivio y orgullo¡±.

Pr¨®logo: Las variaciones Cancellara

Primera etapa: Los domingos generosos

Segunda etapa: Contra la melancol¨ªa, Cavendish

Tercera etapa: La construcci¨®n del personaje Sagan

Cuarta etapa: ?Ser¨¢ Greipel el bos¨®n de Higgs?

Quinta etapa: Y una monta?a en San Quint¨ªn

Sexta etapa: Una guerra de guerrillas

S¨¦ptima etapa: El 'nuevo ciclismo' toma el poder

Octava etapa: Wiggins y sus 'enemigos'