¡®Carpe diem¡¯, Wiggins
Wiggins estaba disperso, no saturado; a duras penas segu¨ªa a su compa?ero mientras aquel gesticulaba esper¨¢ndole

Siempre se ha dicho que en el ciclismo no hay nada ganado hasta que se cruza la ¨²ltima raya; y anteayer mismo, tras la primera etapa pirenaica era Brailsford, el m¨¢nager de Team Sky quien lo recordaba: ¡°Nuestra mayor amenaza es la relajaci¨®n; tenemos que vigilar y controlar cada kil¨®metro, mantener la carrera controlada tal y como hemos hecho hasta ahora¡±.
De ah¨ª, de esta mentalidad se entiende la actitud de Wiggins todos estos d¨ªas en el podio. Nada de carpe diem. Como en el podio de una etapa de Dauphin¨¦, en la que Wiggins apremiaba a las azafatas para que espabilasen y no se demorasen en la entrega del premio; venga, que tengo que descansar, hidratarme, comer algo, pasar el control, hacer rodillo, dar la conferencia de prensa, o seguir concentr¨¢ndome para el Tour¡ vete a saber lo que se le pasar¨ªa por la cabeza al brit¨¢nico. Pero esa ¨²ltima raya de Par¨ªs, la de los Campos Eliseos, apareci¨® ayer como un fantasma entre la niebla del Peyresourde. No hab¨ªa pancarta de la monta?a y la raya, si es que exist¨ªa, no era m¨¢s que el recuerdo borrado del paso del Tour en el d¨ªa anterior. Pero Wiggins s¨ª que la sinti¨® y all¨ª desconect¨® o m¨¢s bien rebobin¨® en su cabeza. Y todo lo que apareci¨®, ese torrente desbocado de recuerdos, sacrificios y sentimientos, le hizo perder la concentraci¨®n que no hab¨ªa abandonado en este Tour en ning¨²n solo segundo.
Froome y Wiggins hablaron en aquel preciso momento: ¡°?l quer¨ªa ir a por la etapa, y yo le dije¡ s¨ª, ah¡ No estaba muy seguro de la diferencia ¡ªcon Valverde, 1,15 en ese punto¡ª, pero desde el momento en el que cruc¨¦ el Peyresourde me dej¨¦ ir, fue la primera vez en que me permit¨ª pensar que hab¨ªa ganado el Tour. Toda mi concentraci¨®n y mi rendimiento se fueron entonces. Froome insist¨ªa en recuperar tiempo, pero yo estaba en otro mundo, hab¨ªa otras muchas cosas en mi cabeza¡¡±
Una leve sonrisa al cruzar la meta fue el s¨ªmbolo de que aquel hombre era otro
Tras bajar una peque?a porci¨®n del puerto, giraron a la izquierda y encararon la subida final a Peyragudes, apenas 3 km de ascenso, y a partir de ah¨ª vimos a otro Wiggins¡ y a otro Froome. Vimos al Froome de La Toussuire, al mismo al que las ¨®rdenes del pinganillo frenaban en la estaci¨®n alpina. Pero ayer no le frenaban las palabras desde el coche; ayer su lastre era la devoci¨®n al l¨ªder, su sumisi¨®n, el peso de su rol de gregario.
Pero Wiggins no era el mismo de La Toussuire, aquel l¨ªder que no pod¨ªa seguir la rueda de su gregario. Wiggins estaba disperso, no saturado; a duras penas segu¨ªa a su compa?ero mientras aquel gesticulaba esper¨¢ndole, pero sin dar en ning¨²n momento la sensaci¨®n de ir bloqueado ni midiendo milim¨¦tricamente el esfuerzo. Una leve sonrisa al cruzar la meta fue el s¨ªmbolo de que aquel hombre era otro. Y si hubi¨¦semos cronometrado estos d¨ªas el tiempo que se conced¨ªa en el podio a la hora de recoger el maillot amarillo, la fuerza de los apretones de manos a los invitados, y ese leve instante en el que al hacerlo cruzaba la mirada con ellos ¡ªhasta ahora nunca les miraba a la cara, hecho curioso¡ª, tendr¨ªamos la prueba de que el Wiggins de ayer en Peyragudes era otro.
Ya no queda nada y la contrarreloj del s¨¢bado parece la alfombra roja para Wiggins, pero a¨²n no es momento de relajaci¨®n
Era el hombre que ya se siente ganador y que, en s¨ªndrome post-parto, no s¨¦ exactamente si depresi¨®n, trata de valorar si sus expectativas sobre ese momento se parec¨ªan en algo a la realidad. Un sue?o por el que has trabajado tanto y tanto y que no es que est¨¦ al alcance de tus manos, como hasta ahora, sino que ya es tuyo. Por delante, el Bala Valverde sacaba rendimiento de su ¨²ltima bala. Ver a un ganador como ¨¦l emocionado de esa manera por una victoria significa que hab¨ªa algo muy especial en ella. Me alegro por ¨¦l y por su equipo, que ven¨ªa a este Tour con grandes expectativas y la suerte no les hab¨ªa acompa?ado. Tambi¨¦n se mereci¨® mejor suerte el Euskaltel en estos dos d¨ªas por su constancia y por dar la guerra de que han sido capaces de dar con tan s¨®lo cinco corredores. Pero con el Voeckler del d¨ªa anterior, el Valverde de ayer y el Sky de todos los d¨ªas, poco m¨¢s pudieron hacer.
Ya no queda nada y la contrarreloj del s¨¢bado parece la alfombra roja para Wiggins, pero como dice Brailsford, a¨²n no es momento de relajaci¨®n. No obstante, carpe diem, Wiggins.
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