El Tour de las peque?as cosas
Tras ganar la contrarreloj de Chartres y sentenciar su corona en Par¨ªs, el brit¨¢nico Wiggins empieza a celebrar el triunfo de un ciclismo m¨¢s humano y cre¨ªble, aunque sea m¨¢s aburrido
La aguja de piedra ingr¨¢vida, inveros¨ªmilmente, g¨®ticamente, afilada, de la catedral de Chartres surge de la nada, de entre los sembrados de ma¨ªz, para se?alar su Norte, la orientaci¨®n que no perdi¨® en ning¨²n momento durante su traves¨ªa juliana de Francia hasta Par¨ªs. ¡°No he querido nunca perder el sentido de la realidad, no he querido levantar los pies del suelo¡±, dice Bradley Wiggins, quien lo que realmente quiere decir es que no hay que levantar nunca el culo del sill¨ªn. Una vez lo hizo solamente durante el Tour. Una sola vez, animado escalando Peyragudes tras el espejismo de su amigo Froome. Lo hizo y r¨¢pidamente se arrepinti¨®. Estaba ganando el Tour en aquel momento y al dejarse llevar por la emoci¨®n no se enter¨®.
Ayer s¨ª que se enter¨®. Ayer, como los condenados a muerte, que dicen que en el momento de subir al cadalso contemplan pasar a toda velocidad por su cabeza la pel¨ªcula de su vida, Wiggins liber¨® su mente en los 10 ¨²ltimos kil¨®metros de la contrarreloj final, que tambi¨¦n gan¨®, por supuesto, vestido de amarillo, e hizo desfilar las im¨¢genes de su vida, la de un chico de la calle, de Londres, que vive su sue?o, quiz¨¢s en la pantalla brillante de su casco aerodin¨¢mico.
Con el busto inm¨®vil, una efigie, el culo bien pegado al sill¨ªn, la trayectoria perfecta por la carretera comarcal, por el centro justo, por donde el ingeniero traz¨® la l¨ªnea del trazado perfecto, por donde la raya blanca de pintura ofrece menos resistencia, menos rozamiento, a sus tubulares, Wiggins record¨® su ¡°largo viaje¡±. ¡°Me acord¨¦ de mi familia, de mi padre muerto, de mis abuelos, que me criaron; de mi habitaci¨®n con p¨®sters de Indurain, del ni?o de 12 a?os que so?aba con ganar el Tour y sab¨ªa que ser¨ªa imposible; del desastre de 2010, cuando pens¨¦ que pod¨ªa ganar el Tour, sobre todo despu¨¦s de haber quedado cuarto en 2009, y lo hice todo al rev¨¦s; de la ca¨ªda y la fractura de clav¨ªcula en 2011, de este a?o, en el que todo ha salido perfecto desde mi victoria en la Par¨ªs-Niza, y en Romand¨ªa y en el Dauphin¨¦¡¡±.
¡°Me acord¨¦ de mi habitaci¨®n con p¨®sters de Indurain¡±, coment¨® el l¨ªder del Sky
Como todo en su Tour, tambi¨¦n la descarga emocional est¨¢ cronometrada. Termina con una explosi¨®n, con el pu?o derecho al aire, cargado de adrenalina, al cruzar la l¨ªnea de meta, con la catedral ya lejos, a sus espaldas. ¡°En ese momento¡±, cont¨® luego, muy inspirado, como si hubiera ensayado antes en su cabeza lo que iba a decir, el primer brit¨¢nico que oir¨¢ su God Save the Queen desde el podio de los Campos El¨ªseos, esta tarde parisina, ¡°ocurri¨® algo muy curioso, entonces todos los n¨²meros, las tablas, las f¨®rmulas en que estaba cuantificada la lucha por este objetivo, todo lo que le hac¨ªa tangible, se hicieron vivos, cobraron vida, respiraron en mi piel. Y pens¨¦ que todo cobraba sentido, que la contrarreloj es el absoluto, el ser humano contra el tiempo¡±.
¡°Es el Tour de las peque?as cosas¡±, sintetiz¨® Wiggins, que ha ganado (¡°he casi ganado, falta una etapa¡±, precis¨®) un partido que apenas se ha disputado por ausencia de rivales y que, como Indurain en 1991, su primer Tour, gan¨® las dos contrarreloj. El segundo, su compa?ero Chris Froome, el ¨²nico que le podr¨ªa haber hecho da?o en la monta?a (y tambi¨¦n segundo en la ¨²ltima contrarreloj, como en la primera), termin¨® a 3m 21s; el tercero, Vincenzo Nibali, quien nunca dio muestras de pensar en la victoria, a 6m 19s. Diferencias que remiten al segundo Tour de Contador, cuando cerr¨® el debate en la primera subida, a Verbier, a los Tours de Armstrong. Por peque?as cosas se refer¨ªa a los detalles, a cuidar la nutrici¨®n, a pesar el sudor, a cronometrar el sue?o¡ ¡°Atacar en puertos del 10% como hac¨ªa Pantani ahora es ya imposible¡±, dijo. ¡°Ya no es realista aquel ciclista. Ahora las cosas son mucho m¨¢s humanas, y no me importa que digan que son m¨¢s aburridas, al menos son m¨¢s cre¨ªbles¡±.
¡°Atacar en puertos del 10% como Pantani es imposible. Ya no es realista¡±
Debajo de la capa de aburrimiento, casi tan pesada como el plomo, impuesta por el Sky, el Tour tambi¨¦n lati¨® con vida. La que llevaron los j¨®venes apenas veintea?eros, Sagan Pinot, Van Garderen¡ Los protagonistas del a?o pr¨®ximo como hizo comprender Van Garderen, el equipier del ¨²ltimo ganador, de Cadel Evans, quien con su maillot blanco de mejor joven dobl¨® a su l¨ªder, al australiano que hab¨ªa salido tres minutos antes. Le segu¨ªan en el coche los directores del BMC, Ochowitz y Lelangue, quienes ni miraron a Evans al adelantarlo. ¡°Mi mayor motivaci¨®n este a?o fue la cara de satisfacci¨®n que ten¨ªa Evans el a?o pasado en el podio¡±, dijo Wiggins. ¡°Quer¨ªa sentir lo que ¨¦l sent¨ªa. S¨ª, y tambi¨¦n he pensado en lo que deb¨ªa sentir al ser doblado¡±.
Luis Le¨®n hizo su contrarreloj del a?o (¡°la cabeza, la cabeza¡±, repiti¨®) y termin¨® tercero. Haimar Zubeldia adelant¨® a Evans en la general y termin¨® sexto y primer espa?ol.
Pr¨®logo: Las variaciones Cancellara
Primera etapa: Los domingos generosos
Segunda etapa: Contra la melancol¨ªa, Cavendish
Tercera etapa: La construcci¨®n del personaje Sagan
Cuarta etapa: ?Ser¨¢ Greipel el bos¨®n de Higgs?
Quinta etapa: Y una monta?a en San Quint¨ªn
Sexta etapa: Una guerra de guerrillas
S¨¦ptima etapa: El 'nuevo ciclismo' toma el poder
Octava etapa: Wiggins y sus 'enemigos'
Novena etapa: Wiggins, un Indurain muy locuaz
D¨¦cima etapa: Los maquis del Grand Colombier
Und¨¦cima etapa: Cuando el segundo es mejor que el primero
Duod¨¦cima etapa: Pedaleando en la luz
Decimotercera etapa: 14 de julio en S¨¨te con Wiggins
Decimocuarta etapa: Luis Le¨®n, la memoria gen¨¦tica y el instinto
Decimoquinta etapa: Una victoria sobre una garrapata
Decimosexta etapa: Wiggins, en su burbuja
Decimos¨¦ptima etapa: El derroche emotivo y Valverde
Decimoctava etapa: Silbando como un ¡®Cavendish¡¯, una bala
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