Por fin Murray

En la catedral del tenis, un brit¨¢nico coronado: Andy Murray destruye 6-2, 6-1 y 6-4 a Roger Federer y conquista el oro ol¨ªmpico, cerrando casi 100 a?os de frustraciones locales lloradas sobre la verde hierba. Hace un mes, el escoc¨¦s se inclin¨® en la final de Wimbledon ante el suizo, tras ser el primer tenista local en el partido decisivo del torneo desde 1938 (Bunny Austin). En el mismo escenario, trasladado a los Juegos Ol¨ªmpicos, se impuso hoy con una clase magistral que sirvi¨® para que cicatrizaran muchas heridas. Cuando comienza el duelo, Murray solo ha ganado dos partidos al mejor de cinco sets contra los otros cuatro mejores del planeta. Un p¨ªrrico 15%. Al cierre del pulso, con Federer frustrado por ese oro ol¨ªmpico individual que no llega, esa estad¨ªstica ha quedado destruida: en 1h 56m, el nombre del brit¨¢nico queda inscrito en la historia (6-2, 6-1 y 6-4), la eternidad queda asegurada, el trampol¨ªn para ver desde hoy a un tenista nuevo, libre de las cadenas de la historia, ha sido tendido hacia el futuro. Por fin, Murray.

Si Federer quiere conquistar el oro individual, tendr¨¢ que buscarlo en R¨ªo 2016, con casi 35 a?os

El n¨²mero cuatro discuti¨® con un convencimiento inesperado los puntos de inflexi¨®n del encuentro. Nueve bolas de rotura, nueve, tuvo Federer, siete solo en el segundo set, que pudo ser la bisagra de su remontada. A todas respondi¨® Murray con un vigor extraordinario. Luchando contra su naturaleza, que le pide esperar y contratacar, fiarlo todo a su incre¨ªble capacidad para recuperar jugadas perdidas, el escoc¨¦s apost¨® por tomar el mando del partido. Fue un maravilloso ejemplo de adaptaci¨®n competitiva. Con la lecci¨®n aprendida en la final de Wimbledon, cuando se adelant¨® en el marcador entre los rugidos del p¨²blico y luego perdi¨® el t¨ªtulo por levantar el pie del acelerador, el n¨²mero cuatro mundial agarr¨® el partido por la pechera y ya no lo solt¨® nunca. Atac¨® con decisi¨®n. Desde el fondo, percuti¨® contra el rev¨¦s de Federer. Tuvo en el servicio un aliado y en la grada un acompa?ante infalible, fiel siempre, ruidoso por comparaci¨®n al de la etiqueta de Wimbledon.

Nueve bolas de rotura tuvo Federer; siete solo en el segundo set, que pudo ser la bisagra de su remontada. No logr¨® el ¨¦xito en ninguna

Ante eso, Federer se deshilach¨® en errores no forzados. Sum¨® 31, por los 17 de su contrario. A un paso de los 31 a?os, con su brillante armadura mellada por el incre¨ªble partido de semifinales, cuando apur¨® m¨¢s de cuatro horas, el duelo m¨¢s largo de la historia a tres sets, se le vio inexacto, desdibujado. Presa del p¨¢nico cuando vio que se le escapaba el sue?o de la medalla, quiso jugar demasiado r¨¢pido. Atrapado por el deseo, ofreci¨® a Murray la tranquilidad que necesitaba; no supo explotar el agujero m¨¢s notable del brit¨¢nico, su segundo servicio. All¨ª, en esa estad¨ªstica ya mejorada en el ¨²ltimo Wimbledon, Murray gan¨® un notable 63% de los peloteos disputados, por el exiguo 37% de Federer.

Esa estad¨ªstica le vali¨® el oro. Ese dato le cost¨® la plata al suizo, con el argentino Del Potro bronce. Fue un podio amargo para Federer. Cuando Murray alz¨® los brazos al cielo, ense?ando esas mu?equeras decoradas con los colores de Escocia, justo cuando el ganador escal¨® hacia el palco para abrazarse a los suyos, el suizo desfil¨® hacia el vestuario, cabizbajo. Era imposible separar el presente del futuro: si Federer quiere conquistar el oro individual, tendr¨¢ que buscarlo en R¨ªo 2016, con casi 35 a?os.