Castroviejo, oreja y rabo
El Movistar rompe el bipartidismo de Sky y Saxo Bank y gana la contrarreloj por equipos
Cuesta mirar la cuesta de Santo Domingo y no ver toros desenjaulados, brav¨ªos, asustados (s¨ª, los toros se asustan con el gent¨ªo m¨¢s que el gent¨ªo con los toros). Y que en la curva no se choquen con el vallado donde a veces, muchas veces, hay un turista despistado. Y que en La Estafeta, una calle m¨¢s conocida que Hemingway, no trasteen los que saben andar entre toros y no con toros, que no es lo mismo, aunque a menudo se confunda por la pasi¨®n por agarrarle el rabo al morlaco. No, no hab¨ªa toros, hab¨ªa ciclistas, que pedaleaban por all¨ª mismo, por donde los mozos cantan en San Ferm¨ªn al santo para que les proteja de las astas de esos bichos. Ni lo vieron los ciclistas, por peque?a que es la hornacina, y apostada en el tramo final, a 40 grados, en la cuestica, como dicen en Navarra, y la llegada en la plaza de toros. Que esto es Pamplona, ?de d¨®nde se puede salir, sino, que de la plaza del Castillo, y ad¨®nde llegar, si no, que a la plaza de toros, sin montoneras con el terreno libre?
El equipo espa?ol rompi¨® los pron¨®sticos que daban vencedor al Rabobank al final
Y por ah¨ª vol¨® Jonathan Castroviejo y la compa?¨ªa del Movistar, haciendo gala de la vena navarra del equipo, aunque fuera agosto, rebajando la l¨ªnea del cielo que se le presupon¨ªa al Sky y se le anticipaba al Saxo Bank, del que tir¨® Alberto Contador como un repetidor de ¨¦xitos. Nadie contaba para esta jornada ¡ªque s¨ª para el futuro¡ª con el equipo de Unzue, por mucho que fuera Pamplona, Navarra, y las calles olieran a San Ferm¨ªn. Pero por ah¨ª rodaron en un trazado exigente, que reclamaba los mejores esfuerzos al final, por donde habitan los toros, por donde salen, por donde mugen, por donde derrotan a los intr¨¦pidos que se atreven a correr cuesta arriba con todas las de perder.
Castroviejo ya dej¨® su sello en la prueba de ruta de los Juegos de Londres. Su carrera fue sencillamente excepcional demostrando que estaba en el punto ¨¢lgido en el que igual te da sortear una curva que un miura. Y as¨ª tir¨®, cuando todos med¨ªan los tiempos del Sky de Froome y del Saxo de Contador. A final, entre ambos solo hubo unos tres segundos de diferencia, algo as¨ª como pedir cartas en una partida de mus o de p¨®ker.
Tres segundos de Froome a Contador no van a ninguna parte a estas alturas
Era curioso ver, all¨ª sentados en el tendido principal, a los chicos del Rabobank esperando a ver si les daban la oreja o no, condenados al ¨¦xito o al fracaso, viendo a unos y otros llegar, sentados en su bancada, con la sensaci¨®n de que los grand¨ªsimos les har¨ªan abandonar el palco presidencial. Estuvieron hasta el final, cuando Lars Boom ya se ve¨ªa con el maillot rojo de l¨ªder. Hasta que lleg¨® Castroviejo comandando a la cuadrilla como si les persiguiera un toro descolgado (los m¨¢s peligrosos) con las malas pulgas metidas en las astas y en las pezu?as. Ah¨ª el Movistar rompi¨® promesas, pron¨®sticos y acertijos y les encasquet¨® 10 segundos a los presumibles mejores quiz¨¢s en un acierto de dosificaci¨®n y estrategia colectiva.
Contador y Froome se miraron de reojo y ni se vieron. Tres segundos a favor del keniano no van a ninguna parte a estas alturas. Si acaso apuntar que tipos como Gilbert o Van den Broeck demostraron un ¨ªmpetu que anuncia su futuro. Y todo bajo un calor descomunal, de ese que les gusta a la mayor¨ªa de los ciclistas porque dicen que fortalece las piernas. De los toros no hay detalles porque salen a las ocho de la ma?ana y no admiten preguntas. Ciclistas y astados comparten la misma opini¨®n: se trata de llegar. Y el que menos tard¨® fue Castroviejo, el l¨ªder. El campe¨®n que se dio, por fin, un alegr¨®n.
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