Entre puros y piedras
Antonio Piedra gana en Los Lagos y Joaquim Rodr¨ªguez asesta otro golpe psicol¨®gico a Contador

?Piedra, papel o tijera? El jueguecito infantil e infernal. La ruleta de las manos. Y sali¨® piedra, porque todos dudaron qu¨¦ hacer con la mano. Piedra, el del apellido s¨®lido como una roca, el sevillano escaso de victorias y ah¨ªto de amigos que le pintan una y otra carreteras con m¨¢s pasi¨®n que Picasso en estado efervescente, eligi¨® Piedra, ?qu¨¦ si no? Cierto que los grandes no jugaban al juego infantil y bello de los acertijos dolorosos. Cierto que sab¨ªan que en Los Lagos, ¨²ltimamente, a pesar de la m¨ªstica, de lo m¨ªtico de su nombre, de lo ¨¦pico de su tradici¨®n, ganan ciclistas digamos de la clase media alta (Zintchenko, Juanmi Mercado, Eladio Jim¨¦nez, Efimkin), una invitaci¨®n a la clase media baja a colarse en un sal¨®n de la jet.
Los barones no jugaban porque cuando el negocio no funciona hay que cambiar de negocio. Y el negocio de Contador fue ruinoso en Ancares: su equipo puso la f¨¢brica y Purito se llev¨® los beneficios. As¨ª que el Saxo Bank renunci¨®, se escondi¨® en el centro del pelot¨®n y le dej¨® al equipo del l¨ªder que se esforzara en las tareas de direcci¨®n, gesti¨®n y andamiaje de la carrera. Cambio de negocio y cambio de estrategia: El Saxo y el Sky se atrasan, el Katusha se adelanta, pero poco, lo justito para hacer acto de presencia, porque solo piensa en Purito, en la general y las etapas le traen, a estas alturas, al pairo.
Contador gast¨® a su equipo en Ancares y el resultado fue un fiasco
Qui¨¦n le iba a decir a los 10 aventureros del d¨ªa, que en Los Lagos de Covadonga iban a disfrutar de la campi?a, del paisaje, del d¨ªa libre que los grandullones de vez en cuando conceden a la muchachada. Y era as¨ª. Contador gast¨® a su equipo en Ancares y el resultado fue un fiasco; el Sky ya ha advertido que Froome est¨¢ m¨¢s para bailar boleros que para retorcerse con el heavy metal; el Movistar solo conf¨ªa en la inspiraci¨®n de Valverde para que en un solo de guitarra se haga due?o del escenario, aunque le duelan los dedos. As¨ª que de forma natural se hicieron dos carreras: la de adelante para ganar la etapa; la de atr¨¢s para ara?ar segundos, sin bonificaciones, al viejo estilo, en un viejo escenario pero con una nueva puesta en escena. Decid¨ªa Purito y JoaquIm decidi¨® pasar de la etapa y defender el color como una amapola. Que se vayan los muchachos que yo me pego al de blanco (Contador, por la combinada) como la miel a las manos y que sea lo que La Huesera -el tramo m¨¢s duro de los Lagos- quiera.
As¨ª que la fuga cont¨® con la aquiescencia y benevolencia de los guardianes y se fue, y se fue, y se fue hasta los 15 minutos. Y eran 10, ansiosos por ganar, sabedores de que inesperadamente pod¨ªan ganar. De que uno de ellos deb¨ªa ganar. Mientras todos se miraban la mano, dudaban si extender la palma (papel), sacar dos dedos (tijera) o cerrar el pu?o (piedra), se fue Antonio Piedra que subi¨® Los Lagos sin un gesto de dolor, sin una concesi¨®n a los fot¨®grafos (alg¨²n ciclista franc¨¦s de calidad se hubiera hecho un book con esa ascensi¨®n) hasta cruzar la meta con la ilusi¨®n de un debutante, con la serenidad de un ciclista.
Contador corr¨ªa como Purito y Purito como Contador. Ese es el ¨²nico misterio. Eran violentos sus ataques, pero para alejar el humo del catal¨¢n hace falta una intensidad que Alberto Contador a¨²n no tiene
Por detr¨¢s era otra cosa. Cuatro kil¨®metros m¨¢s abajo hab¨ªa ansiedad, bastanteo de posibilidades de atacar: unos lo pensaban para subir puestos en la general, otros en la clasificaci¨®n por equipos. Pero los druidas no emit¨ªan se?ales. Contador, esta vez, prefiri¨® mandar emisarios por delante como los yankees mandaban rastreadores indios apara saber d¨®nde estaban los indios. Era un juego psicol¨®gico, una partida de ajedrez en la que se esperaba el mate pastor, el m¨¢s trivial, el m¨¢s convencional, pero si el oponente se duerme, el m¨¢s letal. Una vez m¨¢s fue Valverde el l¨ªder de la hostilidad: suyo fue otra vez el primer tanteo. Corto. Escueto. Como un sondeo electoral. Luego apareci¨® Contador. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Todos ataques violentos pero cortos. Series de mamporros el¨¦ctricas, intensas, pero cortas. A todas respondi¨® Purito y a todas lleg¨®, con m¨¢s dificultades Valverde. El que se sali¨® del ring fue Froome que no necesit¨® la rabia de Contador para evadirse, sin fuerzas, sino que el primer ataque del impagable Majca le dej¨® grogui antes de La Huesera.
D¨¨ja vu. Contador corr¨ªa como Purito y Purito como Contador. Ese es el ¨²nico misterio. Eran violentos sus ataques, pero para alejar el humo del catal¨¢n hace falta una intensidad que Alberto Contador a¨²n no tiene. P¨®lvora mojada, majestuosa, pero mojada. Ciclismo intenso, pero no tenso. Rutina de oro. Contador como un juvenil, Purito como un veterano resabiado. Y Piedra acical¨¢ndose para el podio, mientras los reyes sudaban. Grandeza.
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