Cristiano, un goleador infeliz

Con Modric en el once inicial, el Madrid despach¨® un partido en el que le asalt¨® el mal que le ha perseguido en este inicio de curso. Marc¨® tres goles y sum¨® su primera victoria en el campeonato, pero volvi¨® a sufrir ese desplome tras el primer gol que preocupa al madridismo y a su propio entrenador. Le lleva a mal a traer a Mourinho la descompresi¨®n de un grupo que no logra recuperar la autoridad con la que manejaba los partidos el curso pasado. El campe¨®n ha perdido el alma.

Tambi¨¦n reapareci¨® esa actitud ensimismada de Cristiano Ronaldo, enfadado con el mundo por en¨¦sima vez pese a los 150 goles que lleva con el Madrid. Dijo estar ¡°triste¡± por un motivo ¡°profesional que el club conoce¡±. Le cuesta entender a la estrella portuguesa que el p¨²blico paga para emocionarse y que el gol es el mayor acto emocional del f¨²tbol. Y tambi¨¦n le cuesta procesar que los estados an¨ªmicos individuales no tienen por qu¨¦ verse reflejados en algo tan colectivo como es la celebraci¨®n de un tanto. Marc¨® dos Cristiano, los primeros en esta Liga, y ninguno de ellos lo celebr¨®. Su gesto va mucho con ese poso de insatisfacci¨®n que ¨²ltimamente dejan los ¨¦xitos del club. Es como si el Madrid no disfrutara de lo que gana y esa es una din¨¢mica tan extra?a como peligrosa por el desapego que puede generar.

Transmiti¨® el Madrid la sensaci¨®n de que solo puede jugar con la sexta marcha metida permanentemente y la cabeza a mil revoluciones. De ser un equipo solo dise?ado para un f¨²tbol muy exigente f¨ªsicamente y veloz en su ejecuci¨®n. Es como si necesitara la convulsi¨®n y la agitaci¨®n. Modric pareci¨® entender bien ese biorritmo de sus nuevos compa?eros y en sus primeros 20 minutos estuvo presente en todas las jugadas de ataque. Al primer bal¨®n aprob¨® ese primer examen exhaustivo al que el ojo exigente del madridismo somete a los nuevos. Filtr¨® un pase entre l¨ªneas a Callej¨®n que el canterano ejecut¨® sin temple ni sutileza alguna, por lo que la pelota fue a estrellarse en el pecho de To?o. Ese primer avis¨® ya apag¨® al Granada, que se hab¨ªa atrevido con una presi¨®n adelantada que se qued¨® en mero intento de factor sorpresa. Otro pase de Modric entre las piernas de un defensa termin¨® por rendir a la grada. Ense?¨® el centrocampista croata una capacidad muy fiable para eliminar l¨ªneas con el pase. Tambi¨¦n mostr¨® un radio de acci¨®n grande y una frecuencia de intervenciones que pone en un aprieto a ?zil, m¨¢s intermitente en los ¨²ltimos tiempos.

Abri¨® el Madrid el marcador con una suerte que maneja a la perfecci¨®n. Se fue el Granada con toda su artiller¨ªa a¨¦rea a rematar un c¨®rner y la pelota acab¨® perdida en el costado izquierdo. La recogi¨® Callej¨®n, que hizo un cambio de orientaci¨®n milim¨¦trico para Modric. El control del croata a la carrera y su pase a Marcelo aceleraron la contra para que la culminara Cristiano con un disparo sin ¨¢ngulo que se col¨® entre las piernas de To?o tras tocar en un defensa.

El tanto gener¨® esa p¨¦rdida de intensidad. Fue significativo que, al poco de lograrlo, Mourinho pusiera a calentarse a Di Mar¨ªa, Higua¨ªn y ?zil. La pegada brutal y tempranera con la que la temporada pasada finiquitaba la mayor¨ªa de sus citas antes del descanso le ha desaparecido. Le cuesta hacer ese segundo gol que suele marcar las distancias definitivas en el desarrollo de los partidos.

El primero que entr¨® al campo fue Di Mar¨ªa, que dej¨® a Callej¨®n en el banquillo en el descanso. En ese f¨²tbol acelerado y emocional que saca la mejor versi¨®n del Madrid, Di Mar¨ªa es capital. Callej¨®n aporta llegada, pero no tiene tanta presencia. Di Mar¨ªa es clave en ese juego que demanda futbolistas hiperactivos. En una de sus primeras acciones, dio un pase con el exterior a Cristiano, del que el luso necesit¨® dos remates para extraer su segundo gol. Tampoco celebrado con efusividad ante su p¨²blico, que asiste at¨®nito a esos gestos que le cuesta comprender. Nada que ver con Higua¨ªn cuando marc¨® el tercer tanto, otro al que tambi¨¦n le va ese juego convulso. Y un futbolista que valora cada gol que marca en el Madrid porque desde que lleg¨® ha tenido que pelear por cada minuto que ha jugado.