El pa¨ªs de Cristiano
En su s¨¦ptimo cl¨¢sico, el portugu¨¦s, libre de angustias, se encuentra en el Camp Nou
Cristiano tiene un pa¨ªs en el Camp Nou. Es una franja de 20 metros de ancho por 70 de largo. A la derecha limita con una l¨ªnea imaginaria que bordea el c¨ªrculo central. A la izquierda, con la raya lateral. Atr¨¢s, el linde lo determina el v¨¦rtice del ¨¢rea de Casillas y la zona de Marcelo. Al frente, la frontera se traza donde Dani Alves establece su puesto y ayer el brasile?o abandon¨® las aduanas. Ausente el lateral, Cristiano avanz¨® con paso firme, se desmarc¨® contra la jugada y recibi¨® libre el pase de Benzema. El bombazo que solt¨® con la zurda al primer palo fue una agresi¨®n en toda regla que ni Alves ni Vald¨¦s supieron contrarrestar.
Cristiano conoce bien su espacio en la cancha del Barcelona porque ayer cumpli¨® su s¨¦ptima visita. Se le not¨® seguro. Libre de las angustias que le atenazaron en el pasado. Como si el gol que meti¨® el curso pasado, ese 1-2 fundamental para entender la conquista del campeonato de Liga por el Madrid, le hubiera dado la convicci¨®n necesaria para sentirse c¨®modo. Su gol entr¨® en la historia de la estad¨ªstica: le convirti¨® en el primer jugador que marca en seis cl¨¢sicos seguidos.
La rutina de Cristiano no cambi¨®. Desde que le dirige Jos¨¦ Mourinho, es el hombre m¨¢s liberado de deberes defensivos. Su labor consisti¨® en estudiar los espacios que se abr¨ªan a la espalda de Alves y estar atento a los robos de bal¨®n de su equipo para tirar los desmarques en profundidad. No tard¨® en encontrar v¨ªas de acceso a la porter¨ªa de Vald¨¦s porque Alves estaba difuso. El lateral lleva meses alternando ausencias repentinas y Cristiano aprovech¨® la concesi¨®n con rotundidad. Pasado el minuto 20, hizo el 0-1.
El portugu¨¦s complet¨® otra actuaci¨®n memorable con paciencia, determinaci¨®n y eficacia
Sustituido Alves por Montoya, Cristiano solo baj¨® a defender cuando lo exigieron las internadas del canterano. En la otra banda, Di Mar¨ªa fue lateral de auxilio emparejado con Arbeloa, continuamente replegado para cerrarlos ataques de Cesc, Alba e Iniesta. El 1-1 del Bar?a lleg¨® tras un mano a mano de Pedro con Marcelo. No acudi¨® Cristiano a cerrar el carril del siete. Reserv¨® su energ¨ªa para otras cosas. Para atacar.
Cristiano se convirti¨® en la primera diana de sus compa?eros. Le busc¨® Casillas en los saques de porter¨ªa, Pepe con balones cruzados, Benzema en corto y ?zil con pases filtrados entre las grietas. En el segundo tiempo, Cristiano ampli¨® horizontes hacia la derecha. Resolvi¨® moverse al medio, quiz¨¢ porque Montoya le marc¨® con m¨¢s determinaci¨®n que Alves, quiz¨¢ porque Mourinho le indic¨® que pusiera a prueba a Mascherano y Adriano. No tard¨® en obtener beneficios. Asociado con ?zil, que, de primera, le regal¨® un pase entre los centrales, meti¨® el 2-2 como lo habr¨ªa hecho el mejor Ronaldo Nazario.
Con paciencia, determinaci¨®n y eficacia, Cristiano, que acab¨® con un esguince en el hombro izquierdo, fruto de una fallida chilena, complet¨® otra actuaci¨®n memorable en un cl¨¢sico. De un tiempo a esta parte, juega en su pedacito del Camp Nou como si fuese territorio conquistado.
La lesi¨®n de Cristiano se queda en un susto
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