M¨¢s all¨¢ de Messi y Cristiano
Vilanova no se decidi¨® por Song y s¨ª por Adriano para acompa?ar a Mascherano en el centro de la defensa, un sitio que requiere de gran concentraci¨®n, conocimiento del puesto y velocidad de resoluci¨®n. Jugar con dos volantes en esa zona era una cuenta que no le cerraba al Bar?a: lo que ganaba en juego a¨¦reo y m¨²sculo con Song lo perd¨ªa en velocidad con el riesgo a?adido de insertar a un jugador no habituado a los movimientos de la ¨²ltima l¨ªnea. Algo que, sin ser especialista, pod¨ªa ejecutar mejor Adriano. Vilanova medit¨® pros y contras y decidi¨® con la calculadora. Si bien ten¨ªa menos que perder con Adriano, el Barca estuvo a punto de pagar la falta de altura en el c¨®rner que cabece¨® Ramos. Pag¨® de todas formas la ausencia de centrales de oficio en el segundo gol de Cristiano. El lateral brasilero desconfi¨® de la l¨ªnea y arranc¨® antes el retroceso, regalando el metro que salv¨® del offside a Cristiano Ronaldo en su cuchillada central.
Quien s¨ª desenton¨® ante un partido con menos arrebato fue Di Mar¨ªa
La ausencia de los centrales titulares demostr¨® la trascendencia de esa demarcaci¨®n en ambas fases del juego. Sin Puyol ni Piqu¨¦, las proyecciones de los centrales fueron m¨¢s entrecortadas y de menor profundidad. Sin esa confianza transmitida desde el inicio de la jugada, todo cambia, incluso las ¨®rdenes t¨¢cticas: las salidas largas de Valdes, previendo una presi¨®n muy alta del Madrid (que luego no fue tal), fueron una decisi¨®n previa de Vilanova y no un recurso improvisado del arquero. La concentraci¨®n de volantes tampoco facilit¨® esas proyecciones profundas de los centrales, necesarias para provocar mayor¨ªa num¨¦rica en el ataque. La decisi¨®n de juntar a Cesc e Iniesta con Busquets y Xavi y prescindir de un extremo natural agreg¨® elementos en el centro, perdiendo profundidad a cambio de control. Esa elecci¨®n alej¨® al Bar?a del arco contrario, pero achic¨® las distancias entre las propias l¨ªneas y, con ello, las posibilidades del Madrid de encontrar grandes espacios para el contragolpe. Una decisi¨®n sensata para cuidar una distancia de ocho puntos.
Mourinho empez¨® esta vez con Benzema y ?zil, igual que en el cl¨¢sico que decidi¨® la Liga en el Camp Nou el torneo pasado. ?zil y Benzema no hab¨ªan iniciado un partido juntos ni en la Liga ni en la Champions en lo que va de a?o. Lo que se infiere de esta decisi¨®n es que el entrenador considera que para desequilibrar contra el Barcelona necesita juntar a los jugadores con mayor nivel t¨¦cnico de su plantel. Que no le alcanza sin ellos como en el resto de partidos. La alternancia elegida hasta antes del cl¨¢sico (juntar a ?zil con Higua¨ªn y a Benzema con Modric) puede ser la b¨²squeda de un equilibrio defensivo del que probablemente el t¨¦cnico desconf¨ªa a la hora de juntar al alem¨¢n con el franc¨¦s. Sobre todo, si interpreta que alguno de los dos no est¨¢ en su m¨¢ximo nivel de compromiso con el juego (distracciones m¨¢s f¨¢ciles de encontrar en ?zil y Benzema que en Higua¨ªn, Di Mar¨ªa o el mismo Modric, jugadores m¨¢s voluntariosos).
La decisi¨®n de juntar a Cesc e Iniesta con Busquets provoc¨® menor profundidad pero m¨¢s control
Que ?zil y Benzema coincidan de inicio muestra tambi¨¦n que el t¨¦cnico considera que el equipo est¨¢ psicol¨®gicamente en un punto alto. M¨¢s confiado. M¨¢s sereno. Esa moderaci¨®n del Madrid, que lo alej¨® de algunos arrebatos verticales, fue muy visible en el juego en general, pero particularmente en el de Cristiano, que no se perdi¨® en su propia velocidad y eligi¨® con claridad cu¨¢ndo deb¨ªa acelerar y cu¨¢ndo frenar para mover el bal¨®n hacia el centro. Esa paciencia para el control del juego con la pelota, que era dif¨ªcil ver en cl¨¢sicos no tan lejanos, se acentu¨® con la dificultad del Bar?a para mover el bal¨®n con velocidad y avanzar en bloque. Con esa confianza y con Xabi Alonso, ?zil y Benzema, el Madrid no tiene inconvenientes para fabricar goles elaborados, explotando antes el ancho de la cancha, como fue el caso del primero. Quien s¨ª desenton¨® ante un partido con menos arrebato fue Di Mar¨ªa, quien parece sentirse m¨¢s c¨®modo en lo instintivo.
Un Bar?a prudente al comienzo, que intent¨® cuidar sus ausencias (incluida la de Alves sobre la marcha) y proteger las distancias en la tabla y al que no le alcanz¨® el arre¨®n final y el empuje de su p¨²blico para hacer pesar la local¨ªa. Un Madrid m¨¢s abierto al principio, que pudo y no supo aumentar la diferencia inicial y se cerr¨® al final, prudente. Sin querer arriesgarse en los ¨²ltimos 20 minutos por un partido que no pudo ganar en los anteriores 70. Un final en el que interfiri¨®, sin duda, el peso psicol¨®gico de una distancia de puntos que cualquier contragolpe pod¨ªa convertir en 11.
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