A bordo del ¡®F¨®rmula 1¡¯ del mar
¡®El Pa¨ªs Semanal¡¯ sale a navegar con la tripulaci¨®n del Oracle Team USA, la mejor embarcaci¨®n del mundo
¡°Are you ready, guys?¡±. El grito de Russell Coutts rompe el silencio en la popa del catamar¨¢n clase AC45 del Oracle Team USA. Rostro curtido en mil batallas navales y manos como garras al tim¨®n, si este neozeland¨¦s de 50 a?os, el m¨¢s fiero e imbatible patr¨®n de la Copa del Am¨¦rica, vocea eso de ¡°?Est¨¢is listos, muchachos?¡± poco antes de la salida de una regata, m¨¢s vale encomendarse a Dios o al diablo.
Surcando la californiana bah¨ªa de San Francisco (EE UU), el capit¨¢n Coutts mantiene rumbo hacia la majestuosa y anaranjada silueta del Golden Gate. Aguarda con cara de p¨®quer a que los tripulantes bajo sus ¨®rdenes, cuatro tipos como castillos enfundados en armaduras de neopreno, terminen de aparejar el foque de proa. Las aspas de un helic¨®ptero de la cadena de televisi¨®n NBC Sports rugen a pocos metros por encima de la embarcaci¨®n siguiendo nuestra estela. El poliz¨®n permanece a popa, tendido sobre la parte trasera de una malla de protecci¨®n que une los dos cascos de esta nave de 13,5 metros de eslora, empezando a maldecir la hora en que se le ocurri¨® subir a bordo.
Llegar hasta aqu¨ª no ha sido f¨¢cil. Tras cuatro d¨ªas merodeando por la base del equipo Oracle en Marina Green, el poliz¨®n ha logrado infiltrarse en el prototipo AC45 participante en las World Series previas a la Copa del Am¨¦rica que se han celebrado en San Francisco a finales de este verano. La espa?ola Alejandra Mato, asistente personal de Russell Coutts, termina de abrir la puerta para acompa?ar al ilustre navegante el ¨²ltimo d¨ªa de regatas. Minutos antes de la traves¨ªa, el poliz¨®n recibe un traje de aguas que cubre todo el cuerpo, excepto manos y pies, y un casco que m¨¢s vale llevar ajustado a la cabeza. No va en broma el asunto. Estamos hablando de navegar con Russell Coutts. El amo mundial del match-race (carreras barco contra barco). Ganador de cuatro ediciones de la Copa del Am¨¦rica, barba recia y modales de pr¨ªncipe, es el patr¨®n m¨¢s laureado de esta prestigiosa competici¨®n, que debe su nombre a la goleta Am¨¦rica, primera nave en ganar el trofeo hace m¨¢s de un siglo y medio, y est¨¢ repleta de ¨¦xitos y fracasos, timoneles de leyenda e hist¨®ricos armadores tan poderosos como J. P. Morgan, Vanderbilt o Gardini. La victoria aqu¨ª es una cuesti¨®n de honor. Mejor honra sin barco que barco sin honra.
Russell Coutts es el patr¨®n m¨¢s fiero de la Copa del Am¨¦rica. Si caes al agua, no dar¨¢ media vuelta para recogerte
S¨ª, estamos hablando de Russell Coutts. El mismo que dos d¨ªas antes de que el poliz¨®n navegara junto a ¨¦l no tuvo reparos en empotrar su catamar¨¢n AC45 contra la lancha del jurado durante la salida de la regata. Tambi¨¦n se trata del mismo que dejar¨¢ tirado cual saco de patatas a todo un medallista ol¨ªmpico como Michael John??son cuando el atleta caiga al agua minutos despu¨¦s de ocupar el mismo sitio donde este humilde poliz¨®n sin medallas est¨¢ ahora a punto de echarse a temblar. Para saber de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de Russell Coutts solo hace falta echar un vistazo en YouTube a un impagable v¨ªdeo donde esta misma embarcaci¨®n a la que vamos a subir da una espeluznante vuelta de campana y catapulta a los tripulantes hacia las g¨¦lidas aguas de la bah¨ªa de San Francisco. Lo ¨²nico seguro junto a ¨¦l es que no mirar¨¢ hacia atr¨¢s ni dar¨¢ media vuelta para recogerte si se te ocurre caer por la borda en plena regata.
Inquietudes de este calibre deber¨ªan parar los pies al m¨¢s lanzado, pero tras cuatro d¨ªas de negociaciones con propios y extra?os tampoco es plan de echarse atr¨¢s en el ¨²ltimo momento. Minutos antes de las once de la ma?ana de este soleado domingo, Russell Coutts termina de ajustarse el traje de neopreno en la base del equipo Oracle. Sus hombres ya est¨¢n a bordo del AC45 esperando la llegada del patr¨®n, que guarda un par de barritas energ¨¦ticas en un bolsillo de la camiseta de licra y comienza a caminar entre una multitud congregada en el muelle de Marina Green para presenciar en directo las regatas del d¨ªa. La afici¨®n a la vela en este rinc¨®n de la Costa Oeste de Estados Unidos se vive as¨ª en el agua como en tierra.
El magnate Larry Ellison, fundador del Oracle Team USA, sexta fortuna mundial y m¨¢ximo responsable del imperio tecnol¨®gico Oracle, se ha empe?ado en convertir la bah¨ªa de San Francisco en ¡°el m¨¢s espectacular anfiteatro natural para la navegaci¨®n a vela¡±. Con la complicidad de Russell Coutts est¨¢ removiendo los cimientos de un campeonato que durante m¨¢s de un siglo y medio ha pivotado sobre pesadas naves que se disputaban el cetro m¨¢s codiciado de este deporte a varias millas de la costa. Como defensores de la Copa del Am¨¦rica el a?o que viene en estas mismas aguas, los capos del equipo Oracle ostentan el derecho de organizar la competici¨®n y establecer el tipo de barcos con los que los desafiantes pelear¨¢n por disputar el trofeo al equipo estadounidense. El nuevo look de la Liga de las estrellas de la vela lucir¨¢ el a?o que viene en su 34? edici¨®n, pero estas World Series que convocan a peque?os y ligeros catamaranes para volar sobre las olas a tan solo un centenar de metros de tierra son un sabros¨ªsimo aperitivo de lo que est¨¢ por venir. Las inmediaciones de la Marina Green de San Francisco son ya un hervidero de curiosos y aficionados que abarrotan los espigones y espacios verdes presididos por enormes pantallas para la retransmisi¨®n en directo de las regatas del vibrante Super Sunday que enfrentan a los m¨¢s vertiginosos f¨®rmula 1 del mar. La irrupci¨®n de estos catamaranes wingsail de alta velocidad, siempre a punto de volcar y m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite racional de rotura en sus materiales de fibra de carbono, han cambiado el paradigma de la Copa del Am¨¦rica hacia un duelo entre b¨®lidos pr¨¢cticamente incontrolables que, como ocurre con los prototipos de f¨®rmula 1, solo los m¨¢s avezados estrategas est¨¢n capacitados para dome?ar.
El magnate Larry Ellison se ha propuesto convertir San Francisco en ¡°el mayor anfiteatro natural de la vela¡±
Pocos minutos despu¨¦s de las once de la ma?ana, Coutts sube desde el muelle de Marina Green a una lancha semirr¨ªgida que le llevar¨¢ hasta el catamar¨¢n donde sus hombres preparan el aparejo desde hace rato. La motora zumba hacia el prototipo AC45, aproxim¨¢ndose al casco de babor a velocidad de patrullera de la Guardia Civil. La primera dificultad consiste en pegar un formidable salto en marcha para embarcar desde la planeadora hasta el Oracle, donde Coutts toma asiento junto al tim¨®n y el neozeland¨¦s Kinley Fowler, uno de sus tripulantes, advierte una vez a bordo: ¡°Procure mantenerse agarrado a ese cabo rojo de popa y no se le ocurra meter mano en las otras cuerdas que atraviesan las poleas o perder¨¢ un brazo¡±. Se impone posicionarse en la parte trasera y permanecer tendido sobre la malla que une los dos cascos del catamar¨¢n. Los marineros izan el foque de proa bajo la mirada de p¨®quer de Russell Coutts y pegan un salto hacia el casco de babor. En un santiam¨¦n sacan medio cuerpo por fuera de la embarcaci¨®n para servir de contrapeso a la escora, que comienza a precipitarse de forma preocupante. Russell Coutts tuerce el gesto en algo parecido a una sonrisa. ¡°Are you ready, guys? Let¡¯s go!¡±.
All¨¢ vamos. El estruendo de los cabos al tensar la vela mayor, dise?ada en fibra de carbono bajo el mismo molde del ala de un avi¨®n, suelta un eco de ultratumba. En cuesti¨®n de segundos la nave ci?e a rabiar contra el fuerte viento del Suroeste, rumbo hacia el Golden Gate. Volamos suspendidos en el aire sobre el casco de babor, con una escora por encima de los 45 grados. No hay arneses ni punto de agarre. M¨¢s vale aferrarse a ese maldito cabo rojo. El reloj que mide la velocidad marca m¨¢s de 30 nudos. Este asunto, el de la velocidad, no obedece aqu¨ª dentro a una ecuaci¨®n espacio-temporal. Los sentidos se abren a una nueva forma de aceleraci¨®n parecida a volar sobre el mar encima de dos cuchillos, uno de los cuales apenas mantiene rozamiento con el agua mediante la quilla. Las olas se cuelan por la malla sobre la que estamos tendidos, congelando los pies a base de impenitentes remojones de 13 grados de temperatura. A la espalda queda el pe?¨®n de Alcatraz y su legendario presidio. Si aquellos barrotes de La Roca evocan a temibles y m¨ªticos reclusos, la raci¨®n de canguelo tampoco se queda corta aqu¨ª dentro.
Las maniobras transcurren a la velocidad del rayo. Los cuatro tripulantes y el patr¨®n han de entenderse pr¨¢cticamente con la mirada. Cada uno de estos hombres constituye un engranaje perfectamente calibrado de la misma m¨¢quina de alta precisi¨®n. Las nuevas embarcaciones participantes en la Copa del Am¨¦rica destrozan la cl¨¢sica y superada imagen de timoneles rodeados por un consejo asesor que estudiaba la estrategia a seguir antes de decidir cada bordo. La t¨¢ctica ahora se ejecuta a la vez que se piensa. A m¨¢s de 30 de nudos de velocidad no hay lugar para el debate. El tiempo de reacci¨®n se mide en mil¨¦simas de segundo. La navegaci¨®n es a la ca?a, no a la rueda, toda una declaraci¨®n de principios que asemejan la maniobrabilidad a los modelos de vela ligera. Con un simple ¡°?Vamos!¡±, Russell Coutts pega un volantazo y cambia de bordo sin apenas dar tiempo a sus muchachos para rectificar la posici¨®n de las velas. Hay que saltar por la malla de seguridad como un mono para no salir despedido hacia el mar. Por popa vemos pasar el otro prototipo del Oracle Team USA capitaneado por el australiano Jimmy Spithill, el pupilo de Russell Coutts al que se enfrenta en el primer match-race de este Super Sunday. En realidad, la competici¨®n entre estos dos patrones no deja de ser un mero entrenamiento para defender la Copa del Am¨¦rica en estas mismas aguas el a?o que viene. Son las escuadras del resto de pa¨ªses participantes las que tendr¨¢n que pelear por lograr el derecho a disputar el trofeo al equipo de Estados Unidos.
El d¨ªa antes de navegar en el Oracle tuvimos oportunidad de entrevistar de manera m¨¢s reposada a sus dos timoneles durante una conversaci¨®n dentro de las actividades previstas durante este viaje de prensa organizado por la firma suiza Tag Heuer, patrocinadora oficial del desaf¨ªo estadounidense en la Copa del Am¨¦rica, para presentar su nueva l¨ªnea de relojes Aquaracer. Respecto a lo que puede parecer una incongruencia, que un neozeland¨¦s y un australiano sean los patrones del representante estadounidense en esta competici¨®n, el veterano Coutts aclara: ¡°Desde el principio de estas regatas, las tripulaciones estaban formadas por miembros de diferentes naciones. Es el barco el que debe construirse en el pa¨ªs al que representa. Aunque s¨ª creo que deber¨ªa establecerse una regla de nacionalidad de las tripulaciones para ayudar al desarrollo de la parte estrictamente deportiva en los pa¨ªses participantes. No sugiero que afecte al 100%, pero, al menos, s¨ª al 50% de los navegantes¡±.
Si fallas en una decisi¨®n a bordo de estos nuevos barcos, ahora es m¨¢s obvio, como cuando pilotas un F¨®rmula 1
Coutts se convirti¨® en el mayor traidor de Nueva Zelanda cuando se pas¨® al tim¨®n del Allinghi y gan¨® con bandera suiza la Copa del Am¨¦rica en 2003, algo que este patr¨®n cree que sus compatriotas ya le han perdonado. En 2010 cedi¨® los trastos a Jimmy Sipthill, y juntos ganaron con el equipo estadounidense la 33? edici¨®n, celebrada en Valencia, despu¨¦s de lo cual se empe?¨® en concebir en la bah¨ªa de San Francisco, sede del Golden Gate Yacht Club, cuyas vitrinas custodian hoy el trofeo m¨¢s codiciado de la navegaci¨®n a vela, una regata m¨¢s cercana al p¨²blico. ¡°Estamos poniendo mucha atenci¨®n en las retransmisiones televisivas para hacer este deporte m¨¢s comprensible al p¨²blico. Cambiar el tipo de barco permite ahora arrancar las regatas bajo cualquier condici¨®n meteorol¨®gica, sin necesidad de retrasos por falta de viento. Con estos catamaranes wingsail salimos zumbando en cualquier momento. La idea es poner a prueba a los mejores navegantes del mundo con los prototipos m¨¢s r¨¢pidos que se puedan concebir. No es casualidad que muchos medallistas ol¨ªmpicos de peque?as embarcaciones est¨¦n acerc¨¢ndose a la Copa del Am¨¦rica, llen¨¢ndola de sangre fresca¡±.
El australiano Jimmy Spithill es el m¨¢ximo exponente de esta nueva generaci¨®n de timoneles. En 2010, con 30 a?os, se convirti¨® en el patr¨®n m¨¢s joven en conquistar la Copa del Am¨¦rica. Su aspecto dista mucho de aquellos veteranos como Dennis Conner, Mr. America¡¯s Cup, que luc¨ªan barrigas y vest¨ªan cl¨¢sicos blazers. Cachas y atractivo, la imagen de Spithill se asemeja m¨¢s a la de las actuales estrellas del campeonato de f¨®rmula 1. ¡°Mi acercamiento a este deporte no fue elitista. Todo el mundo ten¨ªa oportunidad de navegar a vela en Australia, donde yo crec¨ª. Mi padre nos construy¨® a mi hermana y a m¨ª nuestro primer velero con materiales reciclados. Hoy d¨ªa, con los actuales cambios, esta competici¨®n es m¨¢s atl¨¦tica. Si la cagas en uno de estos nuevos barcos, resulta m¨¢s obvio; es lo mismo que ocurre cuando conduces un f¨®rmula 1. Las tripulaciones necesitan una incre¨ªble forma f¨ªsica y mental¡±.
Y eso que lo mejor est¨¢ por llegar. Con Russell Coutts ejerciendo de cicerone, tenemos el privilegio de entrar en el hangar del Pier 80 del puerto de San Francisco que custodia la joya de la corona: el catamar¨¢n AC72 del Oracle Team USA que participar¨¢ en septiembre del a?o que viene en las series finales de la Copa del Am¨¦rica. Si el prototipo AC45 que ya est¨¢ rulando en las series previas mide 13,5 metros de eslora, el AC72, su hermano mayor, mide 22 metros. Si la altura m¨¢xima de la vela mayor, con forma de ala de avi¨®n, del AC45 es de 21,5 metros, la del AC72 llega a los 40 metros al tope del m¨¢stil. Si para el manejo de un AC45 se requieren cinco tripulantes, para controlar el inmenso AC72 se requieren once marineros. Si el coste de fabricaci¨®n de un prototipo AC45 ronda el medio mill¨®n de euros, el primer AC72 que termina de pulirse en este hangar antes de su botadura alcanza los seis millones de euros. Entre las bambalinas de la Copa del Am¨¦rica trabajan ingenieros de m¨¢ximo nivel con presupuestos de decenas de millones de euros. No es de extra?ar que un magnate como Larry Ellison lidere este equipo.
El poliz¨®n se cruzar¨¢ con Ellison pocos minutos despu¨¦s de bajar del catamar¨¢n pilotado por Russell Coutts para dar paso al invitado estrella del d¨ªa, el atleta Michael Johnson, que caer¨¢ durante la regata por la borda como un saco de patatas. Una vez subidos a una lancha semirr¨ªgida, nos acercaremos a otra peque?a motora desde la que Larry Ellison saluda a lo lejos con un sencillo: ¡°?Qu¨¦ pasa, chavales?¡±. El magnate viste sudadera, pantalones chinos y zapatillas deportivas. El aut¨¦ntico poder jam¨¢s entra en escena con demasiada pompa.
Como en las verdaderas historias de guerra, no sacaremos ning¨²n aprendizaje de esta peque?a aventura marinera. Al menos podemos constatar una vez m¨¢s que son los vencedores quienes escriben la historia. Entre los muchos barcos que rodean el campo de regatas se divisa la r¨¦plica de la goleta Am¨¦rica, que dio nombre a esta competici¨®n tras conquistar por primera vez la Jarra de las 100 guineas. Fue el 22 de agosto de 1851, alrededor de la isla de Wight (Reino Unido). Cuenta la leyenda que aquel d¨ªa, la reina Victoria pregunt¨® qui¨¦n iba en segundo lugar tras la estela de la goleta Am¨¦rica, que estaba pulverizando la honra de la marina brit¨¢nica. La r¨¦plica actual de aquella nave, con velas de pa?o aferradas a los m¨¢stiles ca¨ªdos hacia popa, mantiene vivo el esp¨ªritu de la flem¨¢tica respuesta que entonces recibi¨® la reina Victoria y rige los designios de esta implacable competici¨®n donde no ganar es perderlo todo: ¡°Majestad, no hay segundo¡±.
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