Los brotes de Adri¨¢n

Ten¨ªa un tr¨¢mite anoche el Atl¨¦tico: certificar la clasificaci¨®n para la siguiente ronda ante el espurio Hapoel Tel Aviv. Y lo cumpli¨®. Lo hizo vestido de negro por esas cosas que a¨²n no ha corregido la modernidad. La primera indumentaria del equipo israel¨ª era roja y la UEFA decidi¨® que se cambiaran los de casa y los visitantes jugaran de blanco.

Ahora le queda al Atl¨¦tico certificar el primer puesto del grupo en Plzen, ante el rocoso Viktoria, para evitar en el bombo de octavos a los rivales procedentes de la Liga de Campeones. Hecha la lectura del grupo, de que era superable sin necesidad de un desgaste de los titulares, esta liguilla le ha valido al t¨¦cnico argentino para examinar el fondo de armario y ofrecer minutos a los menos habituales a cambio de compromiso y fidelidad a la din¨¢mica de grupo. En esa probatura de futbolistas, la fr¨ªa noche del Calder¨®n dej¨® dos detalles esperanzadores de Adri¨¢n. El primero, ese devastador cambio de ritmo en la jugada del gol de Ra¨²l Garc¨ªa. Arranc¨® desde el pico del ¨¢rea y su centro lo caz¨® Emre, que la cedi¨® hacia atr¨¢s para que Ra¨²l Garc¨ªa reventara el bal¨®n con ese aire de contundencia de centrocampista alem¨¢n que impregna a sus llegadas desde segunda l¨ªnea. Su zapatazo entr¨® tras pegar en la parte inferior del larguero y botar un par de palmos atr¨¢s de la l¨ªnea de gol. Y la otra virguer¨ªa de Adri¨¢n fue un control orientado con el interior que vali¨® para crujir la cintura del rival, aunque no acert¨® a superar Apoula con todo a favor.

No tiene otro futbolista tan imprevisible en el ¨¢rea el Atl¨¦tico como Adri¨¢n. En la medida en la que se aleja, pierde potencial para hacer da?o. Tampoco le buscan demasiado cuando decide jugar a la contra. Partidos como el de la final de Bucarest o el de la Supercopa ante el Chelsea demostraron que debe ser la primera opci¨®n porque suele ser imparable cuando se lanza a la carrera. Le viene al Atl¨¦tico el mes de los miuras y lo necesita afilado.

Esos brotes de Adri¨¢n se dieron entre algunos amagos intencionados del Hapoel, que parece haber construido la casa por el tejado. Sus tres futbolistas de arriba, Vermouth, Damari y Ben Haim est¨¢n muy por encima de todo lo que se cuece a sus espaldas. El tr¨ªo lo demostr¨® en unas cuantas incursiones en las que rompieron a golpe de regate y velocidad a la defensa rojiblanca. En una de ellas, Asenjo tuvo que salir a los pies del pinturero Ben-Haim, que apur¨® en especial a Silvio. Mala se?al la suya que cada vez que le encaraban reculaba en vez de tratar de arriesgarse a salir ganador del uno contra uno.

No se estabiliz¨® nunca el Atl¨¦tico en el segundo tiempo que, a diferencia del primero, tuvo al Hapoel metido en su campo. Junt¨® peor las l¨ªneas y fue menos veloz para replegarse. Hubo momentos de ida y vuelta con poca p¨®lvora. Pero, de nuevo, lo m¨¢s significativo sali¨® de las botas de Adri¨¢n. Un taconazo por all¨ª, otra cintura resquebrajada por all¨¢, un cabezazo y un desmarque al espacio que le vio Cebolla Rodr¨ªguez en el que no super¨® la salida del portero... Para entonces, Adri¨¢n ya hab¨ªa ocupado la punta del ataque a la que antes Diego Costa solo le hab¨ªa dado movilidad. No fue tan da?ino el delantero centro como en Granada, donde encabez¨® junto a Koke esa capacidad de reacci¨®n que dice Simeone haber descubierto en el equipo y que le conviene espolear por todo lo que se le avecina en las pr¨®ximas cuatro semanas.