Exploradores del siglo XXI, extra?os de la ciudad
Iker y Eneko Pou, dos de los grandes referentes mundiales de la escalada, hablan de su estilo de vida: ¡°En la monta?a no hay falsedad¡±
?Qu¨¦ se siente al pisar donde nadie ha pisado nunca? ?Al verlo todo desde la cumbre? ?Al volver al asfalto y al humo? Iker (Vitoria, 1977) y Eneko Pou (Vitoria, 1974) llevan a?os viajando por el mundo, casi a la manera de los antiguos exploradores: han trepado por las paredes m¨¢s empinadas, por paredes heladas y por las m¨¢s escondidas, pero se pierden en Madrid, donde est¨¢n de paso para unas jornadas sobre monta?a y aventura. Son extra?os en la ciudad porque han elegido que su sitio est¨¢ donde los dem¨¢s no ponen el pie.
La vida de los Pou es aventura y ellos creen que no hay nada mejor. ¡°Si pudi¨¦ramos seguir as¨ª hasta los 80 a?os lo har¨ªamos. En la ciudad nos aburrimos muy r¨¢pido: visitamos un poco a los amigos y salimos corriendo. Si tienes la oportunidad, este tipo de vida no se cambia¡±, explica Eneko. Como Dersu Uzala, el gu¨ªa que se ahogaba en la ciudad. Su vida consiste en juntar viaje y escalada, y les pagan por ello. Un ambicioso proyecto les puso en el mapa en 2003. Se llam¨® ¡°Siete paredes, siete continentes¡± y dur¨® siete a?os: escalaron El Capit¨¢n (en Yosemite, Estados Unidos), el Pico Urriellu (en el Naranjo de Bulnes, en los Picos de Europa), el Tsaranoro (Madagascar), el Totem Pole (Australia), el Trango (Pakist¨¢n), el Fitz Roy (Argentina) y el Zerua Peak, una monta?a virgen en la Ant¨¢rtida; desde entonces se ganan la vida trepando. ¡°Los patrocinadores nos permiten llevar a cabo nuestro sue?o. Pero no hacemos esto en clave de trabajo, nunca lo hemos hecho¡±, matiza Eneko; ¡°al final, no habr¨ªa dinero que te pudiese pagar la actividad de monta?a: es demasiado duro y arriesgado¡±.
¡°Nuestro mensaje es el de un cierto estilo de vida. No vale todo por el dinero. Es m¨¢s importante el af¨¢n de superaci¨®n y el crecimiento como persona que compararme con el de al lado¡±, razonan. Dicen que la escalada es el contacto con un paisaje helado o con una monta?a salvaje. ¡°Es que quien mantiene el contacto con la naturaleza tiene mucho ganado¡±, cuenta Eneko. ¡°La actividad se puede hacer en un roc¨®dromo, pero es un suced¨¢neo porque donde te vas a empapar de la actividad y vas a crecer es en la monta?a¡±. Reivindicando la monta?a como un estilo de vida y la escalada como una b¨²squeda de los l¨ªmites propios se han convertido en una especie de ¡°rompehielos¡±, seg¨²n Iker: ¡°Hab¨ªa himalayismo, pero no se conoc¨ªa la escalada de grandes paredes¡±, cuenta Iker. Hoy, seg¨²n explican, la principal v¨ªa de entrada a la monta?a es la escalada y ya no parecen tan locos, aunque siguen siendo visionarios. Para ellos, la escalada es a veces un arte; les pasa cuando descubren un camino a la cumbre en el que nadie ha puesto el pie. Deciden entonces que van a subir y suben, con unos dedos cincelados por la roca y quemados por el hielo. Este verano abrieron cuatro nuevas v¨ªas en el ?rtico.
Pero m¨¢s que el camino a la cumbre, la escalada es la aventura para descubrir el mundo y descubrirse a uno mismo. Eneko Pou explica cu¨¢l es el poso que deja la monta?a: ¡°Cuando est¨¢s en una gran ciudad tienes muchas cosas que te distraen de lo principal, que es sobrevivir y si se puede, llegar a viejo disfrutando de la vida. En la monta?a, eso se simplifica. Es donde se ve a la persona de verdad: est¨¢s en una situaci¨®n extrema y eres t¨². Y demuestras si eres tan bueno como pensabas, si ten¨ªas tanta cabeza como pensabas, si val¨ªas tanto. En la monta?a no hay falsedad¡±. Han dormido en una pared, colgando hacia el vac¨ªo, se les han congelado pies y manos, y muchas veces han temido por su vida, solos all¨ª en lo m¨¢s alto, a veces sin saber c¨®mo bajar. Distendidos, confirman entre risas que tres escaladores franceses propusieron su canonizaci¨®n al Vaticano despu¨¦s de que los vitorianos les salvaran la vida en el Fitz Roy. Y despu¨¦s de todo, hay entre ellos una comunicaci¨®n ¡°casi impl¨ªcita¡±. ¡°Te enfadas m¨¢s r¨¢pido que con otro, pero tambi¨¦n lo solucionas m¨¢s f¨¢cilmente¡±, desvela Iker.
No est¨¢n locos aunque se jueguen la vida en cada aventura o aunque ¡°para relajar¡± elijan pasar unos d¨ªas haciendo psicobloc, colg¨¢ndose de apenas un dedo y, cuando el agarre falla, cayendo al agua desde 20 o 25 metros. Escalando El Capit¨¢n, en Yosemite, vieron el abismo de frente y boca abajo, cuando el vivac se revolvi¨® en plena noche. ¡°Es bonito instalarte en plena pared del Mont Blanc y estar con las piernas colgando¡±, resume Iker, que explica que hay un punto de no retorno en la escalada: ¡®aqu¨ª todav¨ªa puedo bajar; despu¨¦s, no¡¯: ¡°Si no lo vemos claro, nos bajamos¡±. ¡°Pero tenemos bastante claro que la supervivencia es lo primero porque nos gusta demasiado lo que hacemos. A nosotros nos gusta vivir. Y sabemos que podemos hacer las cosas perfectas y tener un accidente muy grave¡±, completa Eneko.
Arriba lo que hay es ¡°libertad¡±. Eso, y en su caso, la sensaci¨®n de sentirse un poco explorador. A la manera machadiana, dice Eneko que se hace camino al andar. O al escalar. ¡°Sentirte como Shackleton en el Polo Sur, o como Scott o Amundsen, es muy dif¨ªcil en 2012. Eso te coloca en otra dimensi¨®n porque antes de escalar tienes que explorar la zona y la pared y meterte en la aventura. Sin saber los metros que tiene ni los riesgos¡±. A ciegas, como hace un siglo: ¡°Los 8.000 metros en v¨ªa normal se hicieron entre 1950 y 1964. Hay que ir a por otras cosas¡±. Lo pr¨®ximo ser¨¢ algo ¡°muy vertical y vanguardista¡±, aunque a¨²n deben perfilar los detalles. Iker y Eneko Pou tienen los pies en la tierra pero no en el suelo.
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