Hungr¨ªa choca con Sterbik

En todas las quinielas que sit¨²an a Espa?a como una de las favoritas para auparse a lo m¨¢s alto del podio se suelen dar argumentos que var¨ªan seg¨²n el d¨ªa: su condici¨®n de anfitriona, ese plus que da una afici¨®n como la que, por fin, abarrot¨® ante Hungr¨ªa las 11.000 plazas de la Caja M¨¢gica. Tambi¨¦n la defensa, a partir de la que construye siempre el equipo Valero Rivera. O el juego con los extremos que tan bien despliega Espa?a. Pero todo eso deja de tener sentido desde el momento en que el gigante de 200 cent¨ªmetros y 120 kilos que tiene la selecci¨®n bajo la porter¨ªa est¨¢ acertado. Porque fue otra vez Sterbik quien acab¨® de nivelar la balanza hacia el lado espa?ol, que se jugar¨¢ ante Croacia el primer puesto del grupo y evitar, as¨ª, medirse con Francia en cuartos de final.

Anulado Julen Aginagalde en el pivote por la f¨¦rrea defensa h¨²ngara, tard¨® el ataque espa?ol en engrasarse, con continuas precipitaciones, sobre todo desde el lanzamiento exterior, donde Maqueda, Montoro y Antonio Garc¨ªa no consegu¨ªan perforar la porter¨ªa de Tatai.

No dio con la tecla en defensa Rivera en el primer tramo. Arranc¨® Espa?a con su tradicional 6:0 que par¨® la creatividad de Csaszar, pero no fren¨® el ca?¨®n de Laszlo Nagy. Busc¨® ant¨ªdoto Rivera para las picadas del que fuera su deseo para esta selecci¨®n y lo encontr¨® en su apuesta m¨¢s arriesgada para este Mundial: Ari?o, el m¨¢s joven del plantel, con 20 a?os, se peg¨® como una lapa al que fuera su capit¨¢n en el Barcelona y anestesi¨® su brazo. Contribuy¨®, adem¨¢s, a desquiciar al capit¨¢n h¨²ngaro, que ve¨ªa c¨®mo perd¨ªa la batuta del ataque y de su equipo, carente de la magia de Csaszar. Sacud¨ªa el brazo Nagy, como si se quitase de encima una avispa, cada vez que asomaba la inquietante sombra del explosivo extremo espa?ol, al que no se le debe exigir como a otros pero que cuenta con la calidad suficiente.

Espa?a tir¨® de oficio, el que dan jugadores curtidos ya en mil batallas

Desacertados los tiradores en el primer tramo del partido, despleg¨® sus alas Espa?a y tir¨® de oficio, el que dan jugadores curtidos ya en mil batallas. Como Dani Sarmiento, que se ech¨® encima el ataque espa?ol en los momentos m¨¢s cr¨ªticos de la primera parte, con una Hungr¨ªa que no bajaba de los dos goles de diferencia. Momentos en los que en la Caja M¨¢gica sobrevolaba el fantasma de la maldita presi¨®n por ser anfitriona del campeonato. Un Sarmiento al que arropaba el capit¨¢n, un guerrero como Alberto Entrerr¨ªos, al que Valero ech¨® de menos en los Juegos en partidos como este. Porque el seleccionador sabe que el asturiano no se va a achicar a la hora de encarar un uno contra a uno. Porque a sus 36 a?os se ha ganado el respeto de rivales y ¨¢rbitros, a los que no les importa toser si la situaci¨®n lo requiere.

Aitor Ari?o, el m¨¢s joven del plantel, se peg¨® a Nagy y anestesi¨® su brazo

Con las tuercas de la defensa ya ajustadas en la segunda parte, Valero acab¨® por desquiciar a sus rivales llevando a Sarmiento al extremo y colocando de central a Ruesga, un jug¨®n, como le ha llamado en alguna ocasi¨®n, que asest¨® dos pu?aladas cruciales. Se enchuf¨® el ademarista y tambi¨¦n Montoro y Antonio Garc¨ªa, un buen s¨ªntoma, pues a¨²n no est¨¢ demostrando el nivel que atesora en el PSG. Pero para entonces, Hungr¨ªa hab¨ªa perdido ya el fuelle de los primeros 30 minutos. Y acab¨® de claudicar cuando se top¨® con el muro de Sterbik, que repel¨ªa balones como si nada. Acab¨® el partido con 16 paradas: un 42% de acierto. Un aviso a todo lo que viene a partir de ahora. Con la persiana bajada, Espa?a puede llegar donde quiera.