San Mam¨¦s desfonda al Atl¨¦tico

Llevaba tiempo San Mam¨¦s observando c¨®mo al Athletic se le hab¨ªa esfumado la fe a pesar de que manten¨ªa las mismas oraciones. Trist¨®n, sin luz, empapado bajo una lluvia que le ca¨ªa del cielo a ver si as¨ª se desperezaba. Ayer la envi¨® otra vez y encontr¨® de nuevo a aquel equipo ordenado y paciente de los actos a plena luz con el teatro lleno. Lo pag¨® un Atl¨¦tico sin focos, sin capacidad para imponer ninguna de sus dos versiones, lejos de aquel coco que le apale¨® en el ¨²ltimo careo europeo y que ahora se llev¨® la misma goleada que escuece a¨²n en los asientos del estadio.

Consciente Simeone de que el centro del campo arder¨ªa por la abundancia de jugadores, plante¨® el partido estirando al equipo por los costados. Apost¨® por la llegada del Cebolla Rodr¨ªguez por la banda izquierda, con mismo pasaporte para Arda al otro lado. Si en algo beneficiaba el agua a la ecuaci¨®n del Atl¨¦tico era en la velocidad en la que organizar el ataque. Un apartado en el que coje¨® el Athletic, pues tiene paso r¨¢pido en la transici¨®n pero no en la explosi¨®n f¨ªsica. Se resguardaron de nuevo los rojiblancos con San Jos¨¦ por delante de la defensa, un elemento capaz de relajar el pulso de un partido con tendencia a encenderse, pero demasiado propenso a la ralentizaci¨®n propia. Aun as¨ª, funcion¨® como tap¨®n para bloquear la primera l¨ªnea de creaci¨®n del Atl¨¦tico y liberar a Herrera unos metros por delante.

Con el bal¨®n controlado el Athletic se sinti¨® seguro, al menos esa seguridad que te da ver que de su dominio crea la duda en el contrario, por m¨¢s que al conjunto de Simeone se le conozcan pocos escarceos con ¨¦l. Inclinado el ataque hacia la banda derecha, De Marcos, reubicado de nuevo en el centro del campo, apareci¨® como esa figura de localizaci¨®n intermitente. Un incordio para Filipe Luis y cualquiera por donde apareciera el vitoriano. Al lateral brasile?o, sin embargo, se le engras¨® la cadena para aprovechar los huecos que generaba la aglomeraci¨®n de jugadores vascos por el centro del campo. R¨¢pido en el pensamiento se plant¨® con elegancia en varias ocasiones ante Iraizoz, culminando la jugada. Un elemento valorado por los entrenadores, temerosos de que la valent¨ªa ofensiva se convierta despu¨¦s en un repliegue limitado.

Contenido a pesar de alg¨²n ramalazo ocasional, el Athletic mov¨ªa el bal¨®n de un lado a otro. Solo cuando este se mueve por el aire se siente c¨®modo el conjunto rojiblanco, consciente de que esa arma ha sido la suya durante mucho tiempo, a pesar de que en la traves¨ªa haya encontrado alguna otra con m¨¢s brillo. As¨ª, en un saque de esquina de Susaeta, uno de los pocos balones a los que le encontr¨® la rosca buena, San Jos¨¦, solo, poderoso gracias a ese corpach¨®n, cabece¨® el bal¨®n a la red. Otro tanto, el quinto, para el segundo m¨¢ximo goleador del Athletic tras Aduriz, y el primero que encontraba consuelo bajo la lluvia.

El equipo de Bielsa se sinti¨® seguro con el bal¨®n y cre¨® dudas en su rival

M¨¢s confiado con el gol, el Athletic desperez¨® las bandas, con Muniain buscando la espalda a Juanfran, una situaci¨®n poco habitual en la primera mitad. Sin claro dominio del bal¨®n, es dif¨ªcil organizar un contragolpe o una jugada trenzada. Dos situaciones que suponen un contratiempo para marcar la hoja a seguir, m¨¢s en el Atl¨¦tico, incapaz de encontrar en el repertorio c¨®mo actuar en la nueva escena. Pero la noche estaba del lado del bendecido y una entrada de Susaeta por el centro del ¨¢rea acab¨® con el segundo tanto del partido. Un gol tranquilizador que pic¨® tambi¨¦n a De Marcos, que culmin¨® al borde del final una jugada coral, y cerraba un resultado que aunque no tenga un metal plateado como premio final, s¨ª sutura al menos los primeros metros de la cicatriz.

Y es que la oraci¨®n bien recitada sirvi¨® para encontrar la repuesta del Athletic y para condenar esta vez al Atl¨¦tico.